Breve bosquejo para una negociación (y II)

Aterrizando.

- El hecho de que la existencia de ETA- BATASUNA sea la consecuencia de la existencia de un problema político no significa nada por sí mismo. También el tipo que atraca a un banco lo hace porque tiene un problema económico y eso no legitima su actuación. Y el que pega a su mujer tiene un problema afectivo. La política, lo político, no es una excusa para sortear el Estado de Derecho.

- El hecho de que tengan 150.000 seguidores entre el País Vasco y Navarra tampoco significa nada más de lo que significa. En España, aproximadamente la mitad de la población está a favor de la pena de muerte y eso no obliga a negociar diferentes matices de la pena de muerte para contentar a la mitad de la población. Si en España un partido nazi que propusiera la deportación de los zurdos sólo por serlo contara con el 15% de los votos, no podríamos negociar cuotas de zurdos deportados para satisfacerlos.

- No se debe conseguir que ETA-BATASUNA aterrice para que su base social vea que es mejor hacer política que no hacerla. Con este aterrizaje, se le estará transmitiendo el mensaje contrario: mira lo que hemos conseguido con la lucha armada; más que vosotros en el parlamento en treinta años. El argumento, creo, es al revés. Hay que derrotar a ETA para que sus seguidores vean que, en democracia, poner en tela de juicio el modelo de Estado, debe hacerse desde las instituciones e intentando conseguir apoyo popular. No haciendo trampas.

¿Qué cierra todo esto? Las voces ancestrales, como demostró Conor Cruise O´Brian en el caso irlandés. Todos los nacionalistas las oyen. Las voces de los antepasados muertos. Los moderados intentan racionalizarlas, los radicales, no. El problema es cuando el moderado llega a casa y se mira al espejo. Sabe que está siendo débil, que no está dándolo todo por esa “vieja que pasó llorando” y que es la patria. Que ha entrado al juego de pactos, de las cesiones, de la vida moderna en suma. Sabe que su primo, el radical, está siendo coherente con esas voces que le llaman.