Hoy domingo, con las primeras primeras cajas ya empaquetadas y sacadas de casa, continúo con el proceso que, en menos de una semana, me sacará de aquí. Y mientras voy viendo lo que me llevo y lo que no, no puedo dejar de acordarme de un hermoso poema de Borges. Un poema que nos recuerda la futilidad de términos como “posesión”, “mío” o “tuyo”. Uno compra algo pensando que es suyo y no termina de darse cuenta que lo que compra es el uso durante un tiempo. Un tiempo siempre limitado.
Disfruten del poema, mientras yo sigo haciendo cajas antes de ir a tomarme una cerveza Tostada como Mi Coronel, que para esto está hoy de cumpleaños:
"El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido."
PD: Por cierto qué hermoso texto de Savater el de ayer en el fancine de Prisa. Que ironía que el medio guerracivilista por excelencia publique este canto a la concordia. El final es fantástico, no me digan que no.
Los cambios son a veces inevitables y siempre importantes. Quizá ño mas importante que mete usted en las cajas no son libros o ropa o cachivaches...son amigos que desde cualquier parte están con usted.
ResponderEliminar