14.11.11

Tardes de otoño, tardes de cine...

Tardes de cine, ahora que llega el otoño, los días son cortos y noviembre no se detiene. Estuve viendo Michael Clayton, un thriller intenso con un Clooney aturdido y con un fantástico Wilkinson, al que recordaba de manera vaga como el Tio Howard del sueño de Casandra. Las traiciones. El dinero. Una empresa y un engaño. Una locura. Fingida, como tantas locuras. De fondo, una vida personal que se va hundiendo. Un hermano alcohólico, una separación. Un paisaje delicioso. Una lucha contra el reloj. Buenos contra malos, como nos gusta cuando estamos en el cine, que ya bastantes matices tiene la vida. Buen guión, de los que permiten que sea el espectador el que vaya encajando las piezas del puzle.

También fuimos a ver Margin Call, recomendada con insistencia por el amigo Rudulí. La lógica de las grandes finanzas contada por magníficos actores, no sólo Irons o Spacey, sino sobre todo un descomunal Tucci. La necesidad de ganar aunque otros pierdan. Los riesgos, inherentes al capitalismo, que pueden desbocarse cuando uno no se da cuenta de lo que está pasando. La necesidad de ganar en cinismo según se va ascendiendo en la escala social. La estupidez de confundir la economía con las matemáticas. Los zafios doctos, de los que hablaba Nietzsche, tan presentes en la vida pública de nuestro mundo. Y en la privada.

Buen cine.


PS: Ando, a mi edad, descubriendo a José Emilio Pacheco. Fantástica la antología que me regalé el otro día. Hay que cuidarse

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