El
meu amic Roger em va convidar a su Facultad. A dar una clase. De vuelta a la
Uni. La entrada en el aula y un primer vistazo me conmueve. No hay pizarras digitales. No hay
proyectores para conectar a un ordenador que tampoco existe. Sigue habiendo un
retroproyector de transparencias, como había en 1993, cuando entré en la
Facultad como estudiante.
Intento
concentrarme en mi charla pero no dejo de pensar en los cientos de quilómetros
de carreteras que se han hecho estos años en la Comunidad de Madrid. Y en los
quilómetros de metro. En la cantidad de
infraestructuras redundantes que nos convirtió en un país cuya unidad de cuenta
era el cemento. En el poder que aquí llegaron a tener las grandes constructoras
para decidir donde se iba el dinero de nuestros impuestos. Y mientras tanto,
para la educación superior, nada.
La
hoja de firmas es a mano. Se pasa lista como cuando yo iba al
colegio. Los alumnos, que están ya en segundo de sociología, no sólo no han
abierto SPSS en su vida, sino que ni siquiera saben lo
que es.
Tanto
metro, tanto AVE y tanta hostia, y nuestras aulas siguen detenidas en los años
setenta del siglo pasado.
¿Y
de verdad pensábamos que así íbamos a algún sitio?
Ese "quilómetros" suyo también parece anclado en tiempos remotos. Consulte el RAE
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