Cuando uno vuelve a la meseta, la
mejor forma de aclimatarse a estos vapores cancerígenos que la recorren es
dejarse llevar por la vida cultural de esta ciudad con mar, hermosa y abierta.
Así que nos dejamos llevar. Nos acercamos primero a la MAPFRE para ver la exposición sobre Kirchner que estaba a punto de terminarse.
Un trabajo magnífico, muy bien organizado, que permite ver la evolución del
autor, un viaje que en realidad es un viaje por el arte de la primera mitad del
XX. El fascinante mundo de la pintura, un mundo en el que no es difícil ver
como unos autores se influyen en otros. Algunos cuadros podrían ser de Chagall y algunos podrían
ser de Picasso. No es sencillo organizar de una manera tan elegante una
exposición sobre un pintor tan complejo.
Salía de la exposición pensando
en cómo para una mente premoderna, como la nazi o la comunista, este arte tenía
que ser, forzosamente, degenerado. Gentuza como Renau, el cartelista soviético
cuyos carteles son en realidad intercambiables por los nazis, consideraba a la
gente como Kirchner “individualistas burgueses”. Y pensaba también en aquellos
que, como Zweig o Kirchner, no
fueron capaces de soportar la idea de un mundo sin libertad. Y también me
miraba las manos y sentía ese resentimiento que siempre me corroe cuando las
miro: no ser capaz de hacer nada con ellas. No dibujar. No tocar instrumentos.
La terrible soledad de la incultura.
PS: tantas derrotas, y tan pocas Victorias…
Ya veo que se va de fiesta, blogger, páselo bien por su tierra!!
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