Las armas y las letras, de Andrés Trapiello. Tengo que escribir algo sobre él. Un raro intento de
ecuanimidad. Un libro que enfurecerá a los hunos y a los hotros. La maldita
guerra de España: quizá el acontecimiento del siglo
XX sobre el que más se ha mentido, como escribió Paul Johnson en algún sitio. No sé cómo puede haber gente aún que la vea como blanco o negro. Fue todo negro. Negrísimo. Un país del que
avergonzarse: aquel en el que no fue posible la convivencia. Niñatos en un lado
y niñatos en otro. Avanza una tesis interesante Trapiello: a las idioteces asesinas de Giménez Caballero en un lado hay que confrontar, como un
espejo, las de Alberti con su cámara en el otro. El autor lo resume de manera brillante: una guerra de niñatos
cuya factura pagaron los padres, los hijos y los nietos.
Esa
cita reveladora, hablando de Ridruejo. Va por extenso:
“A
primeros de 1937 nombraron a Ridruejo jefe provincial de Falange en Valladolid
lo cual, teniendo en cuenta su edad, era mucho. Con veinticuatro años Ridruejo
se convirtió en una figura política. Da vértigo pensarlo: gobernaban España
gentes con ventipocos años y, a esa edad o se es Alejandro Magno o Napoleón, o
mejor no enredar demasiado. Lo habían conseguido unos y otros en los dos
bandos: la guerra “el gran logro de la juventud”, fue el último ismo de las
vanguardias”
La
guerra como como una diversión juvenil.
El maldito siglo XX.
Cuando acabe un regalo de cumpleaños me lo tienes que dejar.
ResponderEliminar