Odio retener libros que me prestan. O los
leo, o los devuelvo.
Alguno se me escapa, se esconde, y sólo aparece tras la
mudanza. Es el caso del último préstamo de Joxete.
Un ensayo biográfico de Héctor Abad
sobre su padre, el médico homónimo
asesinado en Medellín en 1987. La convulsa Colombia de la violencia. Un país cada vez más cercano. El ensayo lleva un título hermoso: El
olvido que seremos. La vida es una búsqueda y detrás de esa búsqueda,
muchas veces, está nuestro padre. O nuestra madre. O lo que imaginamos que un
día fueron. Rescato de sus primeras
páginas una reflexión que en el fondo nos atenaza a todos los que, como este
humilde cazador de charrelas que mata las horas escribiendo punta cima del sierro, escribimos
para personas que, por muchas circunstancias (vitales, personales, históricas,
sentimentales) no nos leerán jamás. Una sensación difícil de explicar, y más
aún de compartir.
Escuche, desocupado lector, escuche:
“Creo
que el único motivo por el que he sido capaz de seguir escribiendo todos estos
años, y de entregar mis escritos a la imprenta, Es porque sé que mi papá
hubiera gozado más que nadie al leer todas estas páginas mías que no alcanzó a
leer. Que no leerá nunca. Es una de las paradojas más tristes de mi vida: Casi
todo lo que he escrito lo he escrito para alguien que no puede leerme, y este
mismo libro no es otra cosa que la carta a una sombra.”
Abad
Faciolince, Héctor: El
olvido que seremos. Seix Barral, Barcelona, 2007. Página 22.
PS:
ejercer de anfitrión. Pocas cosas más castellanas. Y con el ejemplo aprendido
de grandes maestros, desde Mi Coronel, hasta Antoñito, allá en el sur…
Emocionante y duro
ResponderEliminarImpactante
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