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Drizzt el otro día a cuenta de los procesos de licitación de
las Administraciones. Es un tema en el
que entro poco, la verdad, pero que da para mucho análisis. Es un problema
complejo. Uno de fondo: el dinero genera corrupción. Siempre. Y el dinero en
exceso genera corrupción en exceso. Las grandes contratas son muy jugosas y lo
que se necesitan son sistemas de vigilancia que desconfíen de los gestores.
Pero no entro al tema de las obras, no lo conozco bien. Entro en el de los
servicios, donde me manejo desde hace años. El problema de fondo, en este caso,
es que el Estado no sabe contratar servicios. No sabe porque no está en su ADN.
Y le cuesta. El Estado sabe comprar uniformes, lápices, ordenadores… pero cuando
se enfrenta a un estudio, a una asesoría un análisis son palabras mayores. La
ley obliga a la objetividad absoluta, y eso no existe. A mayores, tampoco el
funcionario se la quiere jugar, porque el papel lo aguanta todo y prefiere
comprarle la prestación del servicio a alguien que sabe que no lo va
a dejar tirado.
El
resultado es similar al de la Unión Soviética que describió
Dovlatov: todos hacemos como que cumplimos las normas y, en ocasiones, la Administración hace como que selecciona de manera objetiva...
"el dinero genera corrupción. Siempre. Y el dinero en exceso genera corrupción en exceso" ¿Podría demostrar la verdad de esas frases con argumentos? Gracias
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