Los
errores sólo sirven cuando enseñan.
Si
no somos capaces de aprender nada de lo que hemos hecho mal, entonces poco
podremos quejarnos cuando las cosas vuelvan a suceder. Me surge esta reflexión,
precisamente hoy, porque en un mundo plagado de cisnes
negros, en el que uno de tender a vivir dentro de estructuras antifrágiles,
llega la hora de realizar un nuevo cambio de destino. Un cambio complejo, tras
unos meses duros que me han reafirmado en la idea de que las personas que te
rodean, más allá de tu familia (a la que la lealtad de se da por supuesta), se
dividen en los que entran a pegarse contigo cuando hay una pelea, los que
entran a separar y los que pasan de largo porque, en el fondo, les da
exactamente igual lo que te pase. Por eso, lo bueno de las crisis es que puedes
reubicar a la gente que te rodea, ya que a veces uno comete el error de
considerar amigo al que no es más que un conocido y, viceversa, de pensar ajeno
a alguien que de verdad se preocupa. A mayores, es momento de entender que la suerte de lo que te pase le es perfectamente indiferente a más personas de las que piensas...
Gracias
a los amigos; a los que se han preocupado por la salud de este viejo cazador
nacido más allá del sierro y casado en Robleda al poco de haber destronado a la
Reina Isabel. En cuanto al resto, pues ya sabe, desocupado lector: saludos a
los conocidos y a los indiferentes, pues como decía el conde: que les vayan aplicando, a todos, la legislación
vigente.
Hoy
empieza, de nuevo, el resto de mi vida (laboral).
Me alegro que la puerta que hablaba en su artículo de julio haya tardado poco en abrirse.Suerte en su nuevo reto profesional.
ResponderEliminarEspero que esta nuevo camino profesional sea muy grato y lleno de éxito. Mucha suerte.
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