Carmen Rigalt defecó ayer una columna llena de tópicos contra Zamora en particular y Castilla y León en general, imagino que para tocarle los güevos a su marido, el zamorano Antonio Casado. En Zamora, nos orienta la ilustre periodistas, solo pensó una persona, Agustín García Calvo. Así que ya sabemos lo que opina la Rigalt de su suegro y del resto de su familia política. Ampliando, el artículo, al más puro estilo de la burguesía divina, nos describe al conjunto de zamoranos como una caterva de paletos y de rancios.
Lo mejor es que esto lo escribe una mujer tan moderna y tan urbana que es de un pueblo de Lérida en el que las tres partidas de neocarlistas que operan en la región obtuvieron, atentos, más del 70% de los votos.
Els carlins, siempre tan modernos...
Y luego se preguntan por la crisis del periodismo. La Mare de Déu
Que se quede tranquila. En unas tres generaciones no habrá zamoranos (ni palentinos, sorianos, orensanos...).
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