El
presente y el pasado de Canadá
se aborda, en cierta medida, en el
libro de Reverte. Todos los países tienen su historia
negra, aunque
quizá sólo los españoles la hayan interiorizado de manera
acrítica. Ventajas de tener una élite
como la nuestra. Si Australia masacró
a sus aborígenes, o si Bélgica práctico un genocidio
brutal en el Congo, no podían faltar los canadienses. Y
esto sale en el libro. Traslados forzosos de población durante la guerra fría.
Creación de ciudades artificiales a las que se forzó a ir a vivir a población
esquimal. Población reducida hoy a la nada. Alcoholizados. Sin esperanza
vital. La otra cara de la modernidad. La
otra cara de un mundo que quizá, lo vemos ahora, era sólo un espejismo. El
mundo necesita más Canadás, dice uno de los eslóganes del país. Es posible. Pero
el que esté libre de pecado…
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