Placeres.
Algo hedonistas,
lo reconozco. Diletantes, si quiere, desocupado lector.
El
verdejo, que todo lo cura; la sorpresa de la llegada inesperada, abrazar a Maiquel, hablar con Antoñito de la
importancia de la red, ver llegar a Chisun,
descargar el coche con mi madre, ver a mi
Coronel calentando el guiso, poner la mesa de la mano con Hannah, compartir confidencias con Bebé, sonreír con el Moretón, jugar con la hija de Xerome, escuchar a Hornuez, alzar el
brazo de Oskarnello, chocar “chinchis”
con Joao Pires, oír a los dos carolitos: al hijo, y al hijo-hijo,
cortar queso con Satán, posar con Modrog,
acabar con
el Uno, leer que Amelí
ha vuelto a ser madre, ver emocionarse a mi padre, ir a echar el partido a casa
del Batera, charlar con Esainzp,
jugar al fútbol con los enanos, mirar de reojo y ver ganar a España, tomar unas
copas en La
Cueva, conversar con Cabeza(s), cerrar la noche en el Avalon.
Y a la mañana siguiente, SantaClara para abajo, y después un vino en Los Caprichos,
claro, allí una vez hubo una Cena, para luego almorzar en la plaza.
Volver.
La
vida está hecha de personas.
PS:
escribió Javier Gomá
que: “Ser amigos consiste en querer vivir
y envejecer en paralelo. El mejor amigo es siempre el viejo amigo”.
La noche no se cerró en el Ávalon, viejuno.
ResponderEliminarJajaja, el perdíu es prudente y se retiró tras el avalon, caro Hornuez
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