Cerrado el ciclo de la Roberts
con La sonrisa de mona lisa, quizá la
película con más empaque de todas. De inicio, algunas sorpresas agradables,
como encontrarme con el pendenciero McNulty convertido en un seductor profesor de italiano, o
con el liviano Roger Sterling transformado en un
novio alejado. De fondo muchas películas en una sola, muchos personajes en uno.
El papel de la mujer en los años cincuenta en occidente. Un mundo que empezaba
a cambiar (En cuanto
me gradúe pienso casarme, -¿y después?- ¿Después? Después estaré casada).
Aquellos pactos que nuestras abuelas firmaron, y quizá nuestras madres, pero
que nosotros no estamos obligados a respetar. Porque las cosas han de
construirse desde el respeto y desde la admiración, no desde el silencio o la
resignación. Y ni así tiene uno claro que termine funcionando. La necesidad de
buscarse a uno mismo en este cuento lleno de ruido y furia contado por un idiota
que es la vida. La necesidad de saber quiénes somos para saber lo que queremos.
O, al menos, lo que no queremos.
Una buena película, para entender el mundo del que venimos...
PS: me acordaba de aquella carta que un joven Ortega le escribe, ¡en 1905! a la que sería su mujer:
"Hace falta en ideas marchar
al lado del hombre, no estar jamás atrás, ser para él lo que un poeta ingles,
Shelley,decia a su amada: "Tú eres mi mejor yo". Quiero que seas
fuerte, que seas independiente, que seas tú. Te quiero tanto que deseo, que
necesito, que puedas defenderse y no dejarte ganar por las ideas ni las
voluntades de nadie, aunque ese alguien sea yo".
Muy buena pelicula. En efecto, cuenta más de lo que parece a simple vista
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