El libro de Arroyo sobre el poder político y la comunicación. Un buen libro en general, pero muy matizable. Ahí está el caso de lo progresista
versus lo conservador: dos construcciones culturales. Aterricemos en uno de los capítulos,
el dedicado al alma de los conservadores y al alma de los progresistas. Creo que el autor no explica bien el concepto de libertad negativa
de Berlin y creo que el juego de las seis bandas de los ecualizadores políticos
es sugerente, pero poco más. Yo no lo consideraría una categoría de análisis, y
de la lectura de libro sigo sin tener claro que haya una predisposición
genética a una de las dos categorías. ¿El cerebro de los progresistas es más sensible
a los matices? Demasiados wishful thinkings, me temo.
Quizá
lo más interesante de toda esta parte del libro sea la propuesta de que la
gente de centro es la que en algunas cosas es progresista y en otras conservadora.
Eso sí se lo compro. Quizá porque me siento reconocido: esas personas que en algunas materias nos sentimos cómodas con el centro izquierda y en otras nos sentimos cómodas con el centro derecha.
PS: al autor también lo (me encanta ejercer de loista) traicionan las palabras. No creo que Luis Arroyo adjetivara nunca a un genocida
de extrema derecha como “pintoresco”, tal y como hace con el siniestro asesino Kim JongIl en la página 154. No sé qué opinarán las víctimas de los experimentos con seres
humanos, o las víctimas del hambre, de dicho calificativo, pero sí se que nunca usaría ese adjetivo para calificar a Pinochet, por ejemplo...
ah, y aun asi es un buen libro para usted?
ResponderEliminarpues...vale
Joao