Crucé
La Raya, digo. Tres veces en dos semanas. Y no deja de ruborizarme la carretera
que nos ¿une? Sobre todo en el lado dizque español. Nos hemos gastados,
entre todos, dinero “como para asar una vaca” en
Interreg. Se han creado
infraestructuras en Zamora capital, en la provincia de León, y hasta en
Valladolid, pero los dos caminos que unen la Sanabria con Braganza causan vergüenza
ajena. Que a esto lo llamen carreteras. Que los gobiernos, la Diputación de
Zamora, la Junta de Castilla León, España… no hayan entendido que la mejor
forma de derribar fronteras es que se tarden 25 minutos en hacer un trayecto de
40 quilómetros, y no una hora, y con mareos, como sigue sucediendo en el año
2013. Quizá es sólo una muestra más de la milenaria batalla entre el campo y la
ciudad. O quizá es, siemplemente, que aquí, de nuevo, se cumple la legendaria
sentencia que mi hermano Hornuez convirtió en la Primera Ley de la Gestión
Pública hace ya muchos años: “dinero no habrá, pero pa´tontadas…”
Y una vez más, como comentaba usted en sus acertadas entradas sobre el tren a su tierra, del cual fusilo si párrafo completo
ResponderEliminarLa pregunta al final es: el Estado defiende a los ciudadanos y el Estado nación, a mayores, se articula como un espacio de solidaridad. Si el Estado deja de facilitar a la ciudadanía el ejercicio de derechos y deja de funcionar como un espacio de solidaridad
¿Para qué lo queremos?
¿Sólo para que haya abogados del Estado haciendo carrera política?
Si para algo debe de funcionar el Estado, es para este tipo de cosas.