El maestro Espada, el otro día en El Mundo, a vueltas con la conciencia: "En algún momento de la evolución, el animal que desaparecía bajo la más absoluta indiferencia cósmica, incluida la de sí mismo, aisló la agonía y empezó a saberse. Es difícil separar el fenómeno de dos causas posibles: el aliento de dios o el incremento de la complejidad neuronal."
Quizá nunca sepamos lo que fue, aunque ya nos barruntamos la respuesta...
Entre el hombre y, digamos, el chimpancé, hay un salto cualitativo tan abrumador que algo meramente cuantitativo (mayor complejidad neuronal) no alcanza a explicar.
ResponderEliminarEl mono no tiene poca, sino ninguna literatura. No hay graduación alguna.