Veía los idus de marzo y veía
a Giamatti. Un
magnífico actor. Y recordaba que un día en Semana Santa retornamos a Entrecopas. Es
una película para volver a ver con los años. Qué distinta ahora de cuando la vi
en el cine, en su estreno, hace ya ocho años. Cómo ha cambiado la película y
cómo hemos cambiado nosotros. Lo que entonces me pareció una agridulce comedia,
o un drama en forma de comedia con el vino como telón de fondo, me parece hoy
una realidad cercana, que soy capaz de mirar de frente y, sobre todo, de
comprender. La complejidad de las personas. Por eso fracasan las ideologías: no
somos ovejas, somos personas. No somos encasillables. Somos contradictorios,
queremos una cosa y la contraria, nos dejamos llevar sabiendo que caminamos
hacia el abismo. Nos mentimos a nosotros mismos.
También, la agridulce sensación
de los cuarenta. Ese momento en el que descubres, si tienes la suerte de que alguien
te haya recitado, alguna vez, al oído a Gil de
Biedma, aquello de que la
vida iba en serio uno lo empieza a descubrir más tarde.
Un peliculón. Vuélvalo a ver,
desocupado lector.
Los años no pasan en balde.
Claro que no.
PS: Para los que caigan por la
ciudad del romancero, no
dejen de descubrir su encanto a través de buenos
profesionales (vía Tino Batera).
Estimado Perdíu:
ResponderEliminarYo tuve la suerte de no ver esa pelícual cuando la estrenaron...y digo suerte porque no tengo sus dos puntos de vista, sólo el de alguien que se siente identificado con muchas de las vivencias de los protagonistas. En cualquier caso, siendo una película muy agradable y cercana, me quedo con una de sus secuencias...el momento en el que Miles descorcha la botella de ese vino que guardaba para un momento especial....y la frase de Maya "..el momento especial será cuando la abras".
Muy recomendable...para gente que ronde nuestra edad.
Un saludo
El Coronel