Nos pusimos una noche también con El olvido que seremos. Después del libro, había que ponerse con la película. La dulce, hermosa y especial relación de un padre con su hijo varón a lo largo de la infancia. Una historia hermosa. Dura y hermosa. Porque lo más interesante de la historia, ya digo, no es tanto la lucha política del padre, como la relación -con sus altos y sus bajo- que establece con su hijo. Y con un Javier Cámara enorme, por cierto.
Cine hermoso, ahora que vamos para viejos.
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