Son entrañables. Nuestros socialdemócratas. Llegando tarde a todo pero, eso sí, llegando a lo bestia. Su doble moral y su capacidad para dar lecciones son legendarias. Fueron los primeros en descubrir que en la Europa finisecular, la imagen crea la realidad, y ahí se han instalado.
Ahí está el rollo de las ayudas al automóvil. El tema gobernanza, ya se sabe. Resulta que los contribuyentes tenemos que arrimar el hombro para que las grandes marcas de automóviles no cierren. Hala, jódete. El caso es que el gobierno, para que pareciera que tal, limitó las ayudas a los coches no contaminantes, porque ya se sabe que el planeta está a punto de desaparecer y los que no se sometan al complejo climático industrial son unos herejes hideputa a sueldo de las petroleras. Pues bien, llega el gobierno más ecologista, más molón, más sostenible, más respetuoso con el medio ambiente y ¡zas! Se carga el límite. Resulta que en Cataluña, pese al titular patético del periódico que dirige el hermano del consejero Nadal, se va a financiar la compra de coches contaminantes.
Toma molinillos de viento, toma sostenibilidad y toma gilipolleces. Eso sí, siguen siendo los más concienciados del universo.
No me digan que no es entrañable ver al tal Huguet defendiendo el dinero público para comprar coches que se cargan al planeta. Y también la respuesta que le da a una de las menestras de cuota cuando se lo recuerda: que no es asunto suyo.
Bendita socialdemocracia. Siempre tan preocupada por el medio ambiente, por la familia y por la paz en el mundo.
Al final, lo peor, es que tienen razón, y son sus discursos lo que crean
PS: "La ideología de
Burleigh, Michael: Sangre y Rabia. Una historia cultural de terrorismo. Madrid, Taurus, 2008. Pág. 296.