A
veces hay cine que te sorprende.
Cogí el otro día con La Razón
la película 16 calles. Sonaba a
polis, disparos y Nueva York, con Bruce Willis al
fondo. No había oído hablar de ella, pero el binomio Willis y Nueva York sigue
generando un influjo poderoso en mí. Empecé a verla sin ganas. Aguanta me dijo
el Coronel, compartiendo alguna confidencia de domingo por la tarde. Y aguanté.
Hace un papelón Willis, en la piel de un policía derrotado. Hay algo
estéticamente irresistible en estos perdedores a los que ha acabado derrotando
la vida en general y nadie en particular. Buen papel de Def, al que no
conocía, y brillante también Morse. La película
se justifica por su final, no por intuible menos interesante.
Otro
viaje.
La sensación de que uno sólo encuentra la redención al final del viaje.
¿Y
si Kavafis no lo hubiera comprendido y fuera verdad que el objetivo del viaje es llegar, y no sólo vivirlo?