Las crisis económicas en los sistemas capitalistas son complejas. Son complejas incluso en los sistemas semicapitalistas, como este en el que vivimos, en el que la presencia estatal es brutal en todos los ámbitos de la vida social y económica. Por eso resulta enternecedor ver con qué fe los socialistas de todos los partidos proclaman, con palabras vacías y frases hueras, la necesidad de más Estado para acabar con los problemas económicos.
Ahí está la vicepresidenta, la que supuestamente trabaja en este gobierno, soltando la frase para la historia de que la mano invisible del mercado necesita la mano bien visible del Estado. Nuestro rojerío sigue sin saber nada de economía. Pero nada de nada. No es complicado rebatir la chorrada de la frase. Podríamos hacerle desde un punto de vista filosófico, pero eso quizá sería demasiado profundo para nuestros interlocutores, así que hagámoslo desde un punto de vista práctico, asumiendo su punto de vista de que es bueno que el Estado intervenga ¿Es que de verdad alguien cree a estas alturas que el Estado asigna recursos con más eficiencia que el mercado?, ¿es que alguien sigue creyendo que el Estado es un bien moral que no está formado por personas que tienen sus propios intereses?, ¿es que de verdad alguien piensa que los que no queremos que intervenga el Estado es porque somos unos cabrones que queremos que la crisis se mantenga? Pues no oiga, no queremos que intervenga porque no está demostrado, en ningún sitio, que la intervención pública mejore las cosas. Porque el Estado tiene siempre, por definición, menos información que los actores que forman los mercados y tiene, por definición, menos incentivos para asignar bien los bienes y los servicios. Así que, lo siento, la solución no es más Estado, aunque sea decir esto lo que queda bien en las noticias…
El Estado ha de regular pocas cosas pero ha de regularlas bien. Y ni eso hace, hay que joderse. Así que ahí tenemos la estúpida respuesta socialdemócrata. Más gastos. No sé cuántos millones para los ayuntamientos; a la compra de votos y al derroche al por mayor. Basura económica para quienes siguen, tantos años después, sin comprender una palabra de economía. Porque hay otras soluciones, pero claro, para no tener amigos en las empresas, para bajar los impuestos o reformar el mercado laboral hace falta valor, y eso es precisamente lo que le falta al gobierno más cobarde de la democracia.
Así nos va.
PS: "Es preciso alinearse bajo un jefe que sepa discernir entre las leyes buenas y malas. De no ser así, entonces siempre hay algún diputado que confunde su necedad con su conciencia y la introduce en la urna".
Chateaubriand, François de: Memorias de ultratumba (Libros XXV-XXXIII). Tomo III. Página 1.577.