No hay todavía, quizá nunca lo hubo, capitalismo como tal en España. Pasa un poco como con el liberalismo. Neoliberal, le dicen a las políticas públicas. Ojalá. Sistema capitalista. Quien lo tuviera. Y va uno viendo ejemplos a poco que abra el periódico.
Tenemos la cultura que tenemos. Y venimos de donde venimos. De cuarenta años de dictadura nacional-católico-pacata. El dinero está mal visto. Entre amigos no se habla de cuartos. Es de mala educación preguntarle a un amigo, por cercano que sea, cuánto gana. Hidalgüelos con ipod.
Por eso ocurren cosas como las que ocurren. Que aquí se puede acusar a un político no por lo que haga o diga, sino porque tiene pasta, como pasó aquí con Pizarro. Este es el nivel.
Como el poco capitalismo que hay está ligado a antiguos monopolios estatales, los saltos no se dan en función del mérito.
En fin, que cuando llegan las crisis, los iletrados que nos gobiernan piensan que ha habido demasiadas políticas liberales (¿?) y que es la hora de las soluciones socialdemócratas. Ya saben lo que decía el sabio. Cuando oigan a alguien hablar de soluciones socialdemócratas, échense la mano a la cartera.
Y el paro, claro, se combate con dinero público. Porque hay paro porque hemos sido muy neoliberales. Hay que ver.
En la pugna por el discurso, hace años que la izquierda ganó por goleada a la derecha. Las únicas políticas que funcionan son las liberales, pero la izquierda ha conseguido que parezcan diabólicas.
Pues no señor. Contra los monopolios, libertad. Contra las oligarquías de los partidos, transparencia. Contra el paro, desregulación y flexibilidad.
Contra la ineficiencia socialdemócrata, contra el ogro filantrópico en suma, más individuo.
Pero todo esto nos suena extraño. Nuestra cultura política ha sido, durante gran parte del XX, básicamente antiliberal. Tenían más en común la Falange y los comunistas de lo que parece. Tenían y tienen.
PD: En “La Unión Soviética, en cambio, tiene como perjudicial el ateísmo” [publicaba la revista falangista La Hora a finales del los cuarenta], pero hay un respeto no exento de admiración hacia la “mística del comunismo” que tan bien supo instrumentalizar el estalinismo. Sin estos apuntes no se entendería […] la reproducción de textos del principal embajador estalinista por el mundo, Ilya Eheremburg sobre “los racistas norteamericanos” o una reproducción impecable, extraída de la revista soviética “Tiempos nuevos”, bajo el hoy conmovedor título de “La filosofía soviética de la ciencia. El idealismo trascendente y la biología clásica, miserias de la civilización burguesa”.
Citado por Morán, Gregorio: El maestro en el erial. Ortega y Gasset y la cultura del franquismo. Tusquets, Barcelona, 1998. Página 312.
Tenemos la cultura que tenemos. Y venimos de donde venimos. De cuarenta años de dictadura nacional-católico-pacata. El dinero está mal visto. Entre amigos no se habla de cuartos. Es de mala educación preguntarle a un amigo, por cercano que sea, cuánto gana. Hidalgüelos con ipod.
Por eso ocurren cosas como las que ocurren. Que aquí se puede acusar a un político no por lo que haga o diga, sino porque tiene pasta, como pasó aquí con Pizarro. Este es el nivel.
Como el poco capitalismo que hay está ligado a antiguos monopolios estatales, los saltos no se dan en función del mérito.
En fin, que cuando llegan las crisis, los iletrados que nos gobiernan piensan que ha habido demasiadas políticas liberales (¿?) y que es la hora de las soluciones socialdemócratas. Ya saben lo que decía el sabio. Cuando oigan a alguien hablar de soluciones socialdemócratas, échense la mano a la cartera.
Y el paro, claro, se combate con dinero público. Porque hay paro porque hemos sido muy neoliberales. Hay que ver.
En la pugna por el discurso, hace años que la izquierda ganó por goleada a la derecha. Las únicas políticas que funcionan son las liberales, pero la izquierda ha conseguido que parezcan diabólicas.
Pues no señor. Contra los monopolios, libertad. Contra las oligarquías de los partidos, transparencia. Contra el paro, desregulación y flexibilidad.
Contra la ineficiencia socialdemócrata, contra el ogro filantrópico en suma, más individuo.
Pero todo esto nos suena extraño. Nuestra cultura política ha sido, durante gran parte del XX, básicamente antiliberal. Tenían más en común la Falange y los comunistas de lo que parece. Tenían y tienen.
PD: En “La Unión Soviética, en cambio, tiene como perjudicial el ateísmo” [publicaba la revista falangista La Hora a finales del los cuarenta], pero hay un respeto no exento de admiración hacia la “mística del comunismo” que tan bien supo instrumentalizar el estalinismo. Sin estos apuntes no se entendería […] la reproducción de textos del principal embajador estalinista por el mundo, Ilya Eheremburg sobre “los racistas norteamericanos” o una reproducción impecable, extraída de la revista soviética “Tiempos nuevos”, bajo el hoy conmovedor título de “La filosofía soviética de la ciencia. El idealismo trascendente y la biología clásica, miserias de la civilización burguesa”.
Citado por Morán, Gregorio: El maestro en el erial. Ortega y Gasset y la cultura del franquismo. Tusquets, Barcelona, 1998. Página 312.
PS: esta tarde, en Senabria