El maestro Espada el domingo en El Mundo. Primero esta reflexión sobre el arte: bellas almas pusilánimes incapaces de reconocer que el arte, como el placer y el conocimiento, es demasiadas veces la inequívoca experiencia del mal.
30.9.22
Rajas y metáforas (I)
25.3.22
O comprender o fusilar
Remato ya el número de febrero. Alberto Santamaría y su análisis sobre La deshumanización del arte: "Con estos jóvenes cabe hacer una de dos cosas: o fusilarlos o esforzarse en comprenderlos."
1.7.21
Sorolla y la luz
Hace algo más de diez años que me acerqué de verdad a Sorolla. Traían sus obras de la Hispanic a Madrid y me fascinaron tanto el tipo como su obra. El maestro Espada ayudó con algunas líneas que no he vuelto a encontrar pero que se resumían en que en nuestro país siempre lo despreciaron porque la España oficial nunca le perdonó que fuera rico y feliz. Mejor estar encabronado con Unamuno y la España negra de Zuloaga que feliz con el valenciano alegre.
El otro día me puse en Movistar con Los viajes de la luz, un documental biográfico que elaboró TVE hace unos años. Al igual que le ha sucedido a otros (ahí está Toro y Parker, por ejemplo) obtuvo primero el reconocimiento internacional y luego el nacional. Construye el hogar que no pudo tener con sus padres. Se quedó huérfano muy pequeño, con una hermana nada más; su padre Joaquín Sorolla Gascón (1833-1865) y su madre María concepción Bastida (1837-1865) mueren jóvenes en una epidemia de cólera. Por eso quiso darle un hogar a sus hijos. Aunque fue recogido y querido por sus tíos, siempre supo que sus padres habían muerto y siempre los echó en falta. Se enamoró muy joven de Clotilde y agradeció mucho a su suegro Antonio García, un conocido fotógrafo, el apoyo que siempre le dio y que fue en realidad un segundo padre para él. (Fantástico el cuadro de Los abuelos de mis hijos).
Un tipo feliz que elogiaba en público a Alfonso XIII y que no se cansó de retratar a los suyos, como esa María convaleciente, que es un cuadro tan maravilloso como enigmático. Un tipo de no rehuyó la cara oculta de la vida. Cuadros como la desoladora Triste herencia son una buena muestra de ello.
Un documental para disfrutar de un triunfador que intentó ser un buen padre. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
3.1.20
Cuarenta mil año imaginando
22.4.19
Románicos e infiernos
24.3.19
Mitos y arte
12.2.17
11.12.16
La Edad Media
25.5.16
Hablando de De La Tour
19.4.16
Museo de las Colecciones reales
3.4.16
Pintores desconocidos
2.4.16
Ingres y la vida
16.3.16
Fra Angelico y la sociedad civil
5.12.15
Picasso en A Banca
27.3.13
Del arte como un invento europeo...
26.2.13
De ARCO a Pita...
Una visita deliciosa.
20.2.13
Dos Exposiciones, y aquella España...
17.12.12
La huida como actitud...
La exposición parte de Gauguin pero llega en realidad hasta Paul Klee o hasta el propio Matisse, con la huida y la búsqueda de lo exótico como eje de vital. Y una sorpresa mayúscula, perdonen mi incultura; hubo también un Kandinski exótico que trabajo el paisaje antes de entrar en el mundo de la abstracción. Algunas de las obras expuestas son deslumbrantes y ya sólo por ellas merece la pena acercarse a verla. Quizá fue aquella luz exótica lo que lo convirtió, para siempre, en el padre de la abstracción lírica…
23.5.12
Deconstruyendo fracasos...
Quizá esos cuadros sólo sean un espejo de lo que no nos atrevemos a mirar.
18.11.11
Textos ya escritos y pactos secretos
Hoy escribe Muñoz Molina por mí. Qué hermoso párrafo. Qué reivindicación del arte, encontrado al azar un sábado de noviembre desayunando con cuatro periódicos encima de la mesa.
Ahí va, desocupado lector. Léalo despacio. Y disfrútelo:
“Qué mezquindad, qué apocamiento que la literatura se mida con la literatura, el arte con el arte. Con lo que la literatura y el arte tienen que medirse es con el mundo, con la misma vida, como se miden las manos extendidas de hierro de Eduardo Chillida con el mar Cantábrico, o los enanos de Velázquez y los fusilados de Goya con nuestra pobre condición humana. Frente a la anchura del Hudson leo Bálticos, el poema más largo de Tomas Tranströmer, que arranca hablando de su abuelo materno cuando pilotaba buques en la bruma incierta del mar, y la poesía, incluso traducida, resiste la confrontación con ese paisaje desmedido.”
Sencillamente, delicioso.
PS: hermoso José Emilio Pacheco. Hermoso hasta doler: “Sigo pensando / que es otra cosa la poesía: / una forma de amor que sólo existe en silencio, / en un pacto secreto entre dos personas [... ]”