28.2.11

La vida de John Chisum

Tantos años después, volví a ver Chisum. La vida de John Chisum, la leyenda de un hombre, el Duque, que se reencarnó, tantos años después en la mi tierra natal, en mi querido notario, al que cariñosamente llamamos Chisun. Esa épica de la pradera. Del valle. Esta ética del Adán americano, de un mundo que empezaba, con hombres siempre dispuestos a pelear por sí mismos por las cosas más elementales y con un sentido recto y cabal de la justicia. Esta estética, en fin, de los grandes ríos, la vida salvaje y las tardes junto al fuego que tantos años después hizo famoso el Marlboro Country.

De fondo, además, la Guerra del Condado de Lincoln, y las figuras de Billy el Niño y de Pat Garrett. Es buena película, no llega al nivel de los Centauros del Desierto, pero tenía que volver a verla.

La vi, con el dolor de muelas y, cuando acabé, no me quitaba la melodía de Kortatu de la cabeza, que tantas veces cantamos Mi General y yo en Oriñón, hace ya mil años: “Que nadie se olvide nunca / del Kid valiente y que guarde / cada cual en su recuerdo / Tu memoria venerable. / Que Dios y la Santa Virgen de Guadalupe, / te paguen los muchos bienes que hiciste / a las gentes que lo valen”.

PS: En Valladolid. On the road again.

27.2.11

Más teatre

Estuvimos en el teatre y casi se me olvida comentarlo. Fuimos a ver Fuga. En el Alcázar. No me trae buenos recuerdos, aquellas malvadas preguntas al bueno de Mi Coronel que me persiguieron durante dos o tres semanas, pero la ciudad tiene muchas capas y hay que lograr que unas se superpongan sobre las otras. La historia: un vodevil en el que casi nadie es lo que parece; un político corrupto, unos estafadores de poca monta, un enredo en la mejor tradición de la escena clásica. Interesante, divertida y bien para pasar el rato. Además, en buena compañía. Al teatro hay que ir, siempre, porque, seguimos hechos de la misma materia que los sueños.

Por eso Lorca dijo una vez que “El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”.

25.2.11

Fue buena tarde

Fue buena tarde.

Presentando un libro.

Entre amigos. En el Colegio. Con más gente de la que pensaba. Un debate de altura y algunas inquietudes: ¿es occidente una civilización supracivilizatoria?, ¿son las civilizaciones constructos homogéneos y en los que no hay resquicios, como quieren algunos expertos?, ¿es verdad que la secularización es la piedra angular del discurso de la modernización?

Buenas preguntas y buenas respuestas tanto de mi estimado John como del profesor Calduch: ni las civilizaciones son en sí mismas un todo homogéneo y compacto (y ahí está la trampa de la Alianza entre mamones que promueve este dizque gobierno), ni el islam ha conseguido nunca ni desligar lo político de lo religioso ni constituirse en un bloque homogéneo (árabes frente a persas, mediterráneos contra orientales…)

Por el camino, un libro es muy bueno, un hermoso collage que desafía al lector al ofrecerle visiones y hacerle preguntas que ha de responder: un embajador perplejo ante una situación creada por la publicación de las caricaturas, un periodista danés que nos cuenta y nos pone en contexto del periódico y de porqué surgió la polémica, una reflexión sobre cómo los medios y la mundialización consagran la “fuerza de unos pocos” cierra la primera parte.

La segunda parte es fantástica. Una reflexión profunda, de las que leer despacio: la reflexión del profesor Calduch es, sencillamente, deliciosa, clara y expositiva: ¿es el islam una civilización? En qué medida la temprana diferenciación entre islam y mundo árabe ha marcado la evolución de ambos; en qué medida lo es occidente, qué papel juega la tradición cristiana en el mundo occidental.

Finalmente, los dos compiladores reflexionan sobre los principios sagrados mínimos, laicos pero terriblemente imperativos, de occidente: democracia, pluraismo, igualdad, derechos de la mujer, un cuerpo de valores irrenunciables que convierte también lo laico en algo en sagrado.

Fue buena tarde, tras tanto silencio.


PD: en un rato ponemos en marcha la segunda operación muela del juicio. Esperamos que salga tan bien como la primera….

24.2.11

Primavera árabe y presentación de libro

Primavera árabe, le llaman. Ojalá lo sea. La he venido siguiendo a través de La Vanguardia y de The Economist. Veremos a ver en qué acaba. Uno mira en perspectiva y quizá sea cierto. Quizá sea una nueva ola democratizadora, como la del sur de Europa en los setenta y la del este europeo en los noventa. Son el sur del mediterráneo, con una cultura cercana y con mucha influencia europea.

Ojalá el cambio en Túnez sea para mejor y se afiance un régimen democrático que garantice el derecho de las minorías y de las mujeres.

Ojalá Egipto vuelva a ser una sociedad de ciertas clases medias cultas y respetuosas con las minorías, como lo fue en los años cuarenta y cincuenta, cuando reinaba Faruk.

Ojalá Libia se quite de encima al enloquecido y terrorista Gadafi y sea capaz de instaurar un régimen abierto, como en la época de Idris y en el que los ciudadanos puedan hacer oír su voz.

No será fácil. Y quizá nunca sepamos qué ha pasado en realidad. Quizá no sea más que un cambio de élites para que todo siga igual; o quizá es verdad que la mundialización ha convertido ya en imparables las aspiraciones de los jóvenes, que ven a sus vecinos de la ribera norte del mar vivir cómodamente en libertad. Quizá es que, de nuevo, Jefferson tenía razón y, frente al mantra relativista, hoy también pueda leerse en voz alta en lengua árabe aquello de que We hold these truths to be self-evident, that all men are created equal, that they are endowed by their Creator with certain unalienable Rights, that among these are Life, Liberty and the pursuit of Happiness".


Seguro que el tema sale hoy en la presentación del libro de mi amigo John; esta tarde, a las siete y media, en la sede del Colegio. No se lo pierdan.

23.2.11

¿Dónde estabas tú?

Ahí acabó, quizá, nuestro siglo XIX. Y nuestro siglo XX, si me apuran. Ahí entramos ya en lo que ahora somos. Aquella tarde. Hace treinta años. La tarde que supuso el principio del fin para Carrillo y para Suárez.

Mis recuerdos son confusos. Yo tenía, perdonen la nostalgia, seis años, casi siete. Estaba con mi madre, eso sí lo recuerdo, en una mercería que había en la esquina de la calle, casi ya con Puenteareas. Se oía la radio. Y yo no entendía nada. Los militares, debió de decir la dependienta. Todo es confuso. Mi padre nos había adelantado días antes de producirse la dimisión de Suárez (se lo oyó a un viajero en el taxi) y la frase “no creo que los militares tarden en levantarse” era un clásico en las comidas. Yo no sabía qué cosa era esa de un golpe de Estado; mientras volvíamos a casa iba imaginando que alguien le daba un golpe a España, un golpe físico, digo, una hostia bien dada. Ya no recuerdo más. Creo que al día siguiente no fui al Colegio, pero no soy capaz de recordar.


Esta es mi (escasa) memoria del 23 efe. Y usted, desocupado lector, ¿dónde estaba aquel día?

22.2.11

Un par de cosas para mañana (y para pasado...)

Se cuenta que Ortega decía: “En Madrid, a partir de las ocho de la tarde, es más fácil encontrar gente dispuesta a impartir una conferencia que a escucharla”. Un par de eventos para lo que queda de semana, antes de que el viernes vuelva por el dentista a decir adiós a mi última muela del juicio…

La primera tendrá lugar mañana miércoles día 23, a las 19.30, en el Museo de la Ciudad (en Príncipe de Vergara, metro Cruz del Rayo) tendrá lugar la Mesa Redonda "Idearios de la Independencia. Utopías y realidades", que será moderada por Carmen Iglesias que fue profesora mía en la Facultad y autora del libro "No siempre lo peor es cierto", un fantástico conjunto de ensayos sobre historia de España y en ella participarán mi amigo Manuel Lucena, además del profesor Carlos Rodríguez Braun (el que da las noticias económicas con Carlos Herrera) y el profesor Carlos Malamud.

El jueves día 24, también a las 19.30, en la sede del Colegio (Ferraz 100) mi amigo John presenta su Encuentro de civilizaciones y libertad de expresión”, una muy interesante (la he leído) recopilación de ensayos a vueltas con la polémica que hubo, en Dinamarca, en relación a las viñetas de Mahoma. Muy recomendable, no deje de acudir. El autor, incluso, firmará libros y probablemente estemos entre amigos.

Un placer, poder asistir a estas cosas

PD: qué divertida la polémica entre Espada y Cercas de estos días.


Ps: 22 de febrero. Qué cosas

21.2.11

A vueltas con lo francés

Me ha fascinando siempre el hecho de que algunos de mis amigos cercanos se hayan tragado como verdad revelada algunas de las más claras estafas de la historia de España. Me pasa con Rudols, me pasa con Oscarnelo, también a veces con Jesús. Me pasa, por ejemplo con la invasión francesa de España en 1808. Ese cuento legendario inventado por ese farsante que fue el tal Giner, de que los franceses venían a traer la luz a un país atrasado y oscuro. Esa forma de legitimar una invasión que condenarían sin ambages en cualquier otro país. Esa fascinación por lo francés. Esa bobada de considerar más inteligente al traidor colaboracionista que al que opta por permanecer fiel a su Rey…

Me surge otra vez la reflexión leyendo la vida que sobre Fouché escribió Zweig y que publicó Acantilado. Ni los franceses venían con más luz que la de las antorchas que usaban para quemar y saquear, ni este era un país medieval. Eso es lo que le hubiera gustado a Giner. Napoleón invadió España porque en su lógica personal era un hombre premoderno en sentido clásico. Su familia era insaciable. Y su hermano quería un trono. Simplemente eso. No hay más. No había voluntad de civilización ni bobadas por el estilo. Era robo. Y era entender, como lo entendía él, el mundo como un cortijo. Como un feudo a manejar a su antojo. Es verdad que luego vino Fernando VIII y resultó ser un canalla. Es verdad que el tal José no era mal tipo, aunque robara todo lo que pudo. Pero a Napoleón nunca le interesó una higa España, más que para saquearla y tener colocada a la familia. Y Napoleón lo sospechó siempre, porque era más inteligente que el coro de progres que luego se tiró un siglo saludándolo. Por eso, ya retirado, viejo y enfermo en Santa Helena, le confió a Las Cases que los españoles “desdeñaron su interés sin ocuparse más que de la injuria recibida. Se indignaron con la afrenta y se sublevaron ante nuestra fuerza. Los españoles en masa se condujeron como un hombre de honor´.



PS: “Estamos en 1808 y Napoleón vuelve a empezar una guerra, las más inútil e insensata de sus guerras, la campaña contra España. […] no existe el menor motivo para una enemistad con España. Pero su simplón hermano José (dentro de unos años, el propio Napoleón confesará: “haberse sacrificado por idiotas”) también quería una corona, y como en ese momento no había ninguna disponible, se decide simplemente eliminar la Dinastía española, violando el derecho internacional […]”.

Zweig, S.: Fouché, retrato de un hombre político. Barcelona, Acantilado, 2010Pág. 165

20.2.11

Domingo provocador...

Domingo sanabrés. Me levanto con ganas de ir por ahí provocando, que es gerundio. Lo bueno de leer mucho es que, si lees a las personas adecuadas, te ahorras la escritura, porque ya hay alguien que ha pensado lo que tú querías decir.

Me pasa con el tema del terrorismo nacionalista vasco. Cuando hay algún problema o algo se me escapa, siempre voy a las fuentes. En general, voy a Jaime Mayor, que siempre ha tenido razón en este tema. Cuando necesito algo más elaborado, voy a otras dos fuentes, la de Arcadi, y la de Jon. Para que luego digan que los castellanos no nos entendemos con la periferia.

Así que, desocupado lector, le propongo que lea un par de columnas. Es el ejercicio para hoy. Ahí descubrirá qué piensa El Perdíu. Una es la de Arcadi Espada, “Vencedores y vencidos”, publicada por El Mundo el pasado ocho de febrero. La otra, “Castores”, de Jon Juaristi, publicada por ABC el día 13 de este mismo mes.

No se arrepentirá.

PS: Arcadi Espada escribió: “Las palabras de Múgica suenan mal, porque se oponen al mantra anidado y convencional de la reconciliación. Pero lo cierto es que cualquier abrazo de Vergara presupondría que aquí hubo una guerra. Cuando sólo hubo crimen

19.2.11

Amanecer, de la Galitzia ucraniana a la Sanabria española

Amanece en la Sanabria. Y recuerdo un párrafo de libro que (thanks Snows) ando leyendo, uno de Soma Morgenstern,otro judío de la Galitzia que huyó cuando era posible hacerlo y que vivió el resto de sus días en Nueva York. La obra lleva por título El hijo del hijo pródigo: demasiado descriptiva para mi gusto, pero con un párrafo delicioso sobre una mañana como esta. Una mañana de febrero en la Sanabria. Una mañana, en fin, demasiado apetitosa para la melancolía. Ahí va el párrafo. Disfrútelo, lector, e imagínese, como yo, asomado a la ventana de mi habitación, viendo llegar la mañana al valle:

"Los vapores azules de la mañana se disispaban a ojos vistas, el día sería bonito, el sol lucía todo rojo. La pesada lluvia de la tormenta había sido absorbida con avidez por la tierra de Podolia, los prados aspiraban sus últimas gotas. La hierba mojada lucía púrpura, violeta, bajo los rayos rasantes del sol. Ya se había cosechado el trigo y el centeno [...]"

18.2.11

A vueltas con los clásicos

Empiezo con mi ciclo de clásicos, aprovechando la colección que ha ido vendiendo El Mundo estos meses. Principio con El mensajero del miedo, en la primera versión, claro, la que dirigió Frankenheimer con unos espléndidos Harvey y Lansbury, y con un algo sobreactuado Sinatra. La historia es muy buena y la recordaba de la carrera, de cuando hacíamos cine sobre temas políticos. Hay que ponerse en la época, además: los adelantos de las ciencias de la conducta, el temor al peligro comunista y, de fondo, un complot muy bien narrado que no termina de aclararse, en realidad, hasta los últimos instantes. Cuando uno tiene claro qué es verdad y qué es mentira. Buen cine, con ese regusto que deja una historia bien articulada y que no se consume hasta el final. Si la encuentro por ahí, veré el remake protagonizado hace unos años por Denzel Washington.

Por cierto que es de las pocas veces en las que el título en castellano es todavía mejor que el de la versión original en inglés.

No se la pierda, desocupado lector.


Ps: "La represión del Estado continuó hasta el final mismo del régimen soviético. Durante los años sesenta y setenta, a los disidentes políticos de la URSS los psiquiatras soviéticos les diagnosticaban “enfermedades mentales” y los recluían en instituciones donde se les administraban drogas por la fuerza o se los sometía a “terapia” de electroshock hasta que se curaban de su terco deseo de libertad de expresión"

Tzouliadis, T.: Los olvidados. Una tragedia americana en la Rusia de Stalin. Debate, Barcelona, 2009. Página 364


PD: a la Sanabria

17.2.11

La violencia

La violencia física. Algo que me queda lejos. Muy lejos. No sé si le he contado alguna vez, desocupado lector, que cuando era niño, allá en el internado allá en la Peña más fiel de Castilla, a donde me llevó el hijo de “tia Contempla”, uno de los bobos de clase me desafió públicamente y claro, a unas edades el honor es lo primero. Total, que empujado por el resto de la clase quedamos en salir fuera de clase a pegarnos para lavar la afrenta. Cuando salimos le dije, mira tió, dí que te he dado dos guantazos y ya está anda, que no me apetece darte leña. Así era. Así soy.

Como además tengo la suerte de vivir en el primer mundo y en una época benigna, la violencia me parece algo lejano, algo que sale por la tele pero que, en el fondo, es una cosa extraña y ajena. Quizá por eso, cuando se hace presente cerca de mí me deja tan impresionado. Él se llama Guillem, tiene quince años, un buen tipo, juega al balonmano, buen estudiante. Alto y bien parecido. Un buen tipo. Yo lo conozco porque es el hijo de un primo. Uno muy querido, tantos años después. Me contó la historia el otro día; una amiga de Guillem, un novio celoso y cavernícola, te voy a dar dos hostias como sigas hablando con ella, que es mi novia idiota. Espera que te lo aclaro. Una hostia, con un casco. Mandíbula rota, boca destrozada. Una vida interrumpida. El fin de la niñez. Con quince años. Un mes de hospitalización

El horror de la violencia, siempre tan presente en la vida del hombre. Nos olvidamos de que está ahí, de que nos acompaña, porque ya no habita de manera habitual entre nosotros; pero de vez en cuando vuelve y nos suelta un zarpazo.

Recupérate pronto y recupérate bien, amigo.

15.2.11

Personas que almuerzan con personas

Volví a verlo ayer. Hace casi dos años que no nos veiamos. Hay personas con las que uno cuadra en su vida en algún momento y ya se quedan ahí, en algún rincón de tu corazón, para siempre. Casi dos años sin vernos, rememorábamos hoy entre la sopa de miso y el nigiri. La última vez, en la barcelona primaveral de hace tanto tiempo ya que me parece otra vida. Un abrazo al vernos, los dos de traje. Se ha vuelto canoso, pero no ha perdido un ápice del que siempre fue. Se nos va un rato poniéndonos al día, pero no demasiado; aunque no nos vemos, hablamos con regularidad, cada pocos meses. Estaba en Madrid por trabajo, así que me lo llevé al Naomí. Hablamos del pasado, del presente y del futuro. Quise contarle, pero hay cosas que ya prefiero callar. Fue una comida entre amigos. Volver a ver a las personas que nos importan, y que nos aportan. Le pongo al día de cómo está la tropa. Hacia mitad de la conversación me mira y muy serio, me dice: "vino, y no quise aparecer". Lo entendí todo. Ese concepto de la lealtad. No necesitamos más palabras y seguimos con nuestra conversación.
Nos despedimos con un abrazo y nos citamos para vernos de nuevo, aquí o en la seva terra.
Es febrero.

14.2.11

Artículos sueltos...

Hay por ahí circulando revistas de interés. Uno no tiene, y es una lástima, tiempo para leerlas todas. Suscrito como estoy a Revista de Libros (thanks John), suelo pegarle un vistazo a las otras cuando estoy en las estaciones o en los aeropuertos. La Revista de Occidente, tan querida antes, por el maestro y ahora por don Manuel, es una de ellas. La otras son las Letras libres. Un proyecto de una revista escrita en dos continentes. Escrita desde Méjico y desde España para el mundo. Escribe la gente que me interesa. La gente a la que me gusta leer. Tengo poco tiempo y me voy volviendo selectivo. Con las personas desde luego, pero también con los libros. El número de febrero es, sencillamente, esplendoroso. Ensayos que nos hacen pensar. Que nos cambian las preguntan cuando pensamos que ya tenemos claras las respuestas. Hay un artículo que ha de leer, desocupado lector. De Gabriel Zaid, un conocido ensayista mejicano que aquí no es muy conocido. Se titula “Al cielo por la izquierda” y es una brillante y provocadora reflexión de cómo la izquierda se ha hecho, en occidente, con lo que Lakoff y los progres llaman ahora “el marco” y que Gramsci llamó siempre hegemonía cultural.” Aunque centrado en Méjico, el ensayo es perfectamente aplicable a España y por eso, desocupado lector, es posible que muchas de las reflexiones le suenen familiares. No se lo pierda.

PS: La entradilla dice: "En México se ha pretendido, desde hace décadas, que ser de izquierda es un requisito indispensable para participar del debate intelectual y político. Cualquier postura distinta, nos dice Gabriel Zaid en este ensayo, es satanizada y descalificada por principio, como si hubiera una identificación inequívoca entre la izquierda y lo correcto".

13.2.11

Libros que hay que leer (III)

Fouché. El hijo de pescadores, enriquecido hasta lo ubérrimo por Napoleón. Cuando éste cae, Fouché, el Duque de Otranto, no tarda en ponerse al servicio de los nuevos amos. Vuelve el Emperador y en sus cien días Fouché estará a su lado. Pero siempre de una manera taimada. Caerá, y Fouché dirá lapidario que “No he sido yo el que ha traicionado al Emperador, sino Waterloo”. La caída del Emperador y la llegada de Luis XVIII es en realidad su momento de gloria, aunque él no lo sepa. El nuevo Rey, aunque lo necesita, nunca olvidará que Fouché votó a favor de la muerte de su hermano. Y la nobleza prerrevolucionaria nunca dejará de verlo como un advenedizo, como al hijo de un mercador, como el único, en fin, de aquellos terribles días que había sobrevivido a todos los cambios. Rechazado por todos, convertido ya en un apestado, Metternich le permite vivir en Praga y, al final de sus días, lo autoriza para que viva en Trieste. Trieste, por allí anduvo también Joyce (como nos enseñó el ministro más improbable de Zapatero). Y allí vive Magris. Tenemos que ir algún día, y acercarnos a Nova Gorica, y comprender Europea también desde aquel punto. Poco antes de morir Fouché hace las paces con el mundo. Un mundo al que se acostumbró a manejar, viviendo siempre en el alambre. Quema sus papeles. Los más comprometedores. Sus secretos se irán con él a la tumba. En diciembre de 1820 muere José Fouché, ya olvidado de todos. Olvidado por todos. Como su historia la escribieron sus enemigos, Fouché pasó a convertirse en el sinónimo del traidor, del personaje sibilino, taimado y poco fiable. Es probable que lo fuera. Y quizá por eso, dos siglos después, nos sigue fascinando tanto…


PS: "De repente se abre una puerta: entra silenciosamente el vicio apoyado en el brazo del crimen, monsieur de Talleyrand caminaba sostenido por Monsieur Fouché". Chateaubriand, François de: Memorias de ultratumba (Libros XIII-XXIV). Tomo II. Página 1.310.

12.2.11

Libros que hay que leer (II)

Fouché. El genio tenebroso. Nace pobre. Discreto. Su destino, piensan todos, es el seminario. Pero llegan tiempos de cambio en Francia. Estalla la Revolución y es elegido diputado de la Convención. Llega a París. Y allí empieza a jugar. Y a disfrutar. Como siempre, se coloca de entrada con los más fuertes, en este caso con la mayoría, los moderados, los girondinos. Pero pronto las tornas cambias, y en enero de 1793 se pone del lado de la izquierda radical y vota la muerte del Rey. Será su primera traición. Habrá decenas más. Desde ese momento, se convierte en un radical. En un comunista en sentido estricto de la palabra. Enviado por la convención a provincias, sus métodos, sus formas, no tardarán en hacerlo famoso, en convertirlo en el “ametrallador de Lyon”. Roba a los ricos, proclama el fin de las desigualdades, saquea a la Iglesia, hace burla de la religión. Al volver a París, ahora le toca traicionar a Robespierre. Ministro del directorio, traidor ahora a los jacobinos, no tardará en ver que Napoleón es el hombre y a él servirá aunque, como siempre, guardándose varios ases en la manga.

Hay algo en la trayectoria de Fouché que lo convierte en una metáfora de la historia de aquella Francia que lo puso todo patas arriba y de la que, veinte años después, ya apenas quedaba nada en pie. Quizá la historia necesita de personajes como Fouché para hacer cierto lo que se decía en la novela del príncipe de Lampedusa: "si quieres que todo siga como está, es necesario que todo cambie


PS: no fue domingo en las claras orejas de mi burro, como hubiera escrito Vallejo. Fue sábado es una mañana luminosa en la Sanabria de febrero. Toda la luz, de hecho, se concentró allí.

11.2.11

Libros que hay que leer (I)

Los libros que hay que leer.
Las vidas que hay que conocer.
Hay algo fascinante en
Zweig, en su ascenso, en su vida, en su exilio, en su muerte, pero sobre todo en su obra. Llegué a él por azar, a través del Círculo, hace muchos años, cuando me hice con sus memorias. Un texto delicioso. Llegué cuando se estaba creando Acantilado y yo comenzaba a descubrir, las más de las veces de la mano de Jesús, aquella otra literatura: Roth, Andric, Márai, Kis, Dovlatov, Sebastian y tantos otros que me han acompañado desde entonces (y que (te) voy dando a conocer poco a poco). Un cumpleaños le regalé la vida de Fouché, aún mal editada y con letra pequeña. Nunca me atreví con el libro; respeto demasiado mi miopía como para leer determinado tipo de letra. Así que me quedé con las ganas. Hasta el otro día. En Oletum. Lo ha publicado Acantilado y ahora es el momento, pensé en cuanto lo vi. Lo compré. Y recuerdo que empecé a leerlo ya en el tren que me llevaba a Burgos.
El desocupado lector de esta columna sabe de la debilidad (debilidad, que no admiración) que El Perdíu siente por un determinado perfil político: el del hombre en la sombra, el del fontanero que todo lo arregla y todo lo sabe pero que puede pasear tranquilo por la plaza porque nunca será reconocido. Porque sabe que los libros de historia nunca recordarán su nombre No en vano mi personaje favorito en Expediente X siempre fue, quien lo duda,
el fumador. Fouché, el Duque de Otranto es uno de estos personajes.
Vamos a hacer un viaje, desocupado lector, de la mano del “más extraño de los políticos”, como lo definió Zweig, su biógrafo y el hombre que lo rescató de las sombras… ¿me acompaña?



PS: "Talleyrand tiene que redefinir, irritado, las funciones del ministro de Policía [Fouché]: el ministro de Policía es un hombre que se ocupa, primero, de todas las cosas que le incumben y, segundo, de todas las que no le incumben". Zweig, Stefan: Fouché, retrato de un hombre político. Acantilado, Barcelona, 2010

10.2.11

Conversaciones oídas al azar...

Entro en el restaurante. Con cierta prisa, como siempre. Tengo hora a las tres. Son poco más de las dos y cuarto. Otra vez a comer a toda mecha. Me gusta este sitio, comida de calidad, buen precio y prensa en abundancia. Me sientan en una mesa, abro el fancine de prisa y empiezo a hojearlo. De repente, me fijo en la conversación de la mesa de al lado. Son cuatro varones, probablemente abogados, o consultores, con sus trajes y sus corbatas, como yo. "Donde se come de cojones es en Zamora, no jodas, pues no he estado nunca, sí al lado del parador, en la rúa me parece que se llama, hay un par de sitios muy buenos". El de barba, el que lleva el peso de la conversación, hace un recorrido por la Zamora gastronómica que me deja anonadado, de la Rúa al Rincón de Antonio, de ahí al Parador y luego a las Aceñas. Comenta los sitios con pasión, y yo voy asintiendo en todo hasta que llega al Mesón del Labrador, que a mí siempre me ha parecido un bluf. Repasa los platos principales, la calidad del servicio y, al llegar a la carta de vinos, empiezan con los caldos toresanos, y mencionan, entre otros, el Albar y el cabeza de cuba de Liberalia.

Los escucho fascinado. Qué cerca nos quedan algunas cosas y qué lejos nos quedan otras. Qué azares guían nuestras vidas, pienso como si fuera Mary Alice Young con un plano de las calles de Wisteria Lane de fondo.
Terminio de comer, pido la cuenta y pago. Cuando me levanto, les digo adios, y me miran sorprendidos. Salgo del restaurante. Sol de invierno suave...
PS: En Valladolid. Almuerzo invernal con el cliente

9.2.11

Disolviendo, que es gerundio...

Las fronteras. Un mal negocio para los países. También, para la mi tierra. Buenas iniciativas, desde abajo. Las que, pese a no entrar en grandes programas europeos, acaban contribuyendo a disolver La Raya. Algunas las está poniendo en marcha la Comunidad de Trabajo Castilla León / Norte de Portugal. Esos cursos de lengua portuguesa para adultos en las zonas rurales del occidente zamorano. Dotar de material sobre Portugal y en portugués a los bibliobuses que recorren las tierras sanabresas o sayaguesas: música en portugués, libros sobre la historia del país vecino, manuales de auto-aprendizaje.

Son buenas iniciativas. A veces no hace falta tener mucho dinero para hacer cosas interesantes. Pero queda mucho por hacer: introducir la lengua del país vecino en los programas educativos básicos de ambos países, organizar intercambios entre escolares de ambos lados de La Raya. Para ello está la Fundación Rei Afonso Henriques, para ellos están los amigos de la AECT, ahí estará, espero que algún día, Saltarigo.… poco a poco, con imaginación, los muros se van disolviendo.

Y eso, siempre, es buena noticia.

8.2.11

Cine. Cinco

Los Coen. Outsiders. Como yo, imagino. Gente que llega desde fuera. Me gustan sus pelis. No todas, pero en general me hacen gracia. Hacen buen cine. No es país para viejos fueron palabras mayores. Tenía pendiente alguna de sus clásicas, así que ataqué El Gran Lebowski, ahora que las va regalando Público, ya saben, el primer gratuito que se vende. Su cine tiene algo similar al de Kevin Smith, y supongo que por eso me hace tanta gracia. Fantástico Bridges, y muy bien Goodman. Una película con una ética y con varias estéticas, la de los slakers, los restos de la contracultura, a medio camino entre la vaguería y lo de que “la cultura es tortura”, que cantaba Kortatu en los ochenta. También, la estética del excombatiente, dispuesto a resolverlo todo con dos cojones y un arma. Y la cultura del centro comercial, donde ir a echar las tardes en este caso de los sábados para salir del aburrimiento vital.

Humor ácido, humor negro, cierto patetismo, como en muchas de sus películas. Es buen cine, y desde luego para verlo en versión original. No se arrepentirá, desocupado lector.


PS: Era 1985 y todos éramos más jóvenes. Por eso cantábamos aquello de “Uno cree que aprender es importante / y se convierte en un jodido intelectual / que trata de serlo más que los demás / uno se pasa años y años / con la nariz metida entre los libros / Mientras el mundo se escapa frente a uno”.

7.2.11

Nunca supe su nombre...

Nunca supe su nombre. Era sólo un perfil. Igual hasta he hablado aquí ya de él en algún momento. Era sólo un perfil, digo, asomado a la ventana. Fumando. Yo estaba en la carrera. Los cinco años. Mi rutina, siempre igual, llegaba la época de exámenes y había que sacar ocho horas de estudio: cuatro por la mañana, cuatro por la tarde. Era en casa de mis padres, hace ya tanto tiempo. Mi habitación, aún la veo, con la mesa de madera, siempre despejada. De cara a la luz, a la ventana. Enfrente, estaba siempre él. Debía de tener unos cincuenta, pelo más bien blanco, porte altiva. Se asomaba a fumar, algunas veces por la mañana, casi siempre por la tarde. Lo miraba, no sé si él me veía. Y yo, que tengo gran capacidad para la fabulación, sobre todo cuando estoy concentrado, enseguida le imaginaba varias vidas: viudo reciente que vive con su madre, capitán de barco ya retirado, un desengaño amoroso lo ha traído hasta Madrid, donde espera olvidar aquella argentina de ojos de plata que lo hechizó en Bahía Blanca

Nunca hablé con él. Creo que nunca llegué a verlo en la calle. Nunca supe quien era ni a qué se dedicaba. Ayer, volviendo a mi casa dando un paseo me lo encontré por el barrio. Está más viejo, debe frisar ya los sesenta y cinco. No sé si me reconoció. No le han sentado bien los años. Se ha abandonado. Y yo recordé al verlo, no sé porqué, aquellos versos de Vallejo dedicados a una araña enorme que ya no anda y de la que el poeta dice, al despedirse: “hoy me ha dado qué pena esa viajera”.

PS: Claudio Rodríguez principiaba así uno de sus más hermosos poemas, “Una aparición” de su libro “El vuelo de la celebración”: “Llegó con un aliento muy oscuro, / en ayunas, / con apetito seco, / muy seguro y muy libre, sin fatiga, / ya viejo, con arrugas / luminosas".

6.2.11

Cine. Cuatro

Otra peli que quise ir a ver en su momento. Y que no vi. En tierra de nadie, un drama que ganó un oscar: un bosnio y un serbio quedan atrapados en una trinchera en la última (por ahora) guerra de los Balcanes. Recuerdo que yo era aún un joven irredento y me perdía con aquel conflicto: ¿Por qué luchaban? ¿Quiénes eran los buenos?, ¿quiénes los malos? Mucha gente hizo dinero con aquello. Y Europa, esa nulidad, se retrató, otra vez. Nunca entendí nada, la verdad, aunque luego llegó Kaplan y sus fantasmas balcánicos me ayudaron a empezar a comprender. La lectura como un bastón que nos ayuda a abrirnos paso en la vida. Una guerra, otra más, que estalló gracias a la manipulación de la memoria.

Volviendo a la peli. Buen cine. Del que reparte estopa para todos los lados. Ni buenos muy buenos ni malos muy malos. La necesidad de sobrevivir. El papelón de los cascos azules, siempre tan ajenos a todo, en la línea del inolvidable Bono y su “prefiero que me maten a matar yo”. El papel de los medios de comunicación, cómo olvidar a Márquez intentando filmar la voladura del puente de Mostar. Los traficantes de armas. Y al final, los soldados, la carne de cañón, endurecida a veces por el odio pero, casi siempre, pobres peleles que van al sacrificio sin entender bien porqué…

El final es espectacular. Y duro. No se lo pierdan. No se la pierdan.


PD: Todavía tengo la otra película encima de la mesa. Esperando. Qué semana más rara. Qué delgada línea separa una cosa de otra. Y el silencio, ese maldito silencio.


PS: En 1985 […] Djilas ni se inmutó: -Verá usted como Gorbachov será sólo otro personaje de transición. Llevará a cabo importantes reformas y, hasta cierto punto, introducirá una economía de mercado, pero entonces saldrá a la luz la verdadera crisis del sistema y Europa oriental irá dividiéndose cada vez más.

-¿Y qué me dice de Yugoslavia?-, le pregunté.

Su sonrisa fue malvada.

-Como Líbano. Espere y lo verá.

Kaplan, Robert D.: Fantasmas balcánicos.Viaje a los orígenes del conflicto de Bosnia y Kosovo. Barcelona, Ediciones B, 2005. Página 144


5.2.11

Un grande que se ha ido...

Murió Daniel Bell. Un sociólogo extraño, por razonable. Hay pocos. En España probablemente ninguno. Hijo de judíos de Europa del este, Bell vio muchas cosas cuando otros ni siquiera lo imaginaban. Perteneció a la izquierda anticomunista cuando aquí todo el mundo adulaba la tiranía soviética. Socialista en lo económico (eso es perdonable, ningún sociólogo sabe nada de economía) y conservador en lo cultural, Bell habló de la llegada de la sociedad postindustrial cuando todo el mundo seguía mirando las fábricas como las herramientas del futuro. Bell habló de la llegada de la sociedad de la información cuando aún IBM no había producido su primer cacharro.

Un tipo lúcido. Un buen tipo. A él yo llegué tarde, claro, en la Facultad no era ni bien visto ni leído. Un sociólogo americano que no era marxista… ¡a otro perro con ese hueso! Lo cito en mis sesiones. Aún me veo en la sesión de Portugal, leyendo despacio lo escrito en la pantalla: El Estado nación se ha vuelto demasiado grande para los pequeños problemas del día a día y demasiado pequeño para los grandes problemas del mundo. Quizá en el fondo ese sea también mi problema, demasiado pequeño para algunas cosas. Para las cosas que me importan. En fin

Bell es la mejor tradición intelectual de nuestro siglo XX. Una tradición que lo enlaza con Silone, con Polanyi, con Aron, con Popper, con Von Misses… los únicos nombres de los que se hablará con honor cuando dentro de dos o tres siglos se estudie esta terrorífica centuria que dejamos atrás hace una década.

Que la tierra te sea leve.


PS: Daniel Bell escribió una vez: "La ética de la responsabilidad, la política de la civilidad, el miedo al ultra y al fanático y al hombre moral —que quiere sacrificar su moralidad en la decepción egoísta de la total desesperación— son las máximas que han gobernado mi vida intelectual".

4.2.11

Cine. Tres

Hay autores a los que siempre hay que darles el beneficio de la duda. Me pasa con Allen, y no me sacarán de ahí. Me pasa, también, con Eastwood. Un tema generacional, yo llegué al cine cuando él dejó de ser Harry el Sucio y se convirtió en director. Todo lo que he visto de él me ha gustado. Algunas cosas muchísimo, otras simplemente bastante. Los buenos directores suelen hacer siempre buen cine, y cuando fallan da igual, sus fallos suelen resultar mejores que la media habitual.

Así que fuimos a ver Más allá de la vida. Algunos amigos me fueron desalentando, pero sabía que debía ir a verla. Me gustó. Es buen cine. No es el mejor Eastwood, pero es que no siempre se puede ser el mejor. Una buena reflexión sobre lo que tanto nos angustia, el vacío de la vida, la angustia del no-ser cuando morimos; la posibilidad o la imposibilidad de trascender. La necesidad de vivir la vida, aquí y ahora, sin muchas más coordenadas básicas. La necesidad de encararla de frente. De considerar la búsqueda de la felicidad como un derecho básico, de la necesidad de vivir conforme a lo que uno siente, a lo que uno piensa.

Londres, París y San Franscisco. Tres ciudades en una sola película. Y veía a Marcus, el hermano de Jason, y pensaba en aquellos versos de Vallejo

Una reflexión bien narrada, bien articulada y que creo ha de merecer la pena ver en versión original (como casi todo, por cierto).

No deje de verla, lector. Es buen cine.


PS: César Vallejo, el piscis peruano, escribió: Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa, / donde nos haces una falta sin fondo. / Me acuerdo que jugábamos a esta hora, y que / mamá / nos acariciaba: "Pero hijos..."

PD: en Mérida, de nuevo.

3.2.11

Muertes que se olvidan

Muertes que pasan desapercibidas. Un luchador por la libertad. En este caso, la libertad sexual. Todos los totalitarios y todos los fanáticos luchan contra esta libertad, no hay más que leer la estremecedora historia de Ayan Hirsi Alí.

Un país devastado, llamado Uganda, en el que la homosexualidad está penada con la cárcel. Algunos querían incluso que se pagara con la vida. No entender a las minorías, despreciar al otro. El miedo a lo heterodoxo, el miedo a lo diferente. Un diputado, un tal Bahati, que lleva una propuesta al parlamento para condenar a muerte a los homosexuales en determinados casos. Así, como suena. El miedo como forma de hacer política. Esos mundos de dios en los que la apostasía o el deseo son un delito que se castiga con la muerte.

Un activista, David Kato, homosexual, que lucha contra esa locura. Una revista que lo señala con el dedo. El 26 de enero, la semana pasada, alguien entra en su casa y lo asesina. Así de sencillo.

Muertes que no deberían olvidarse.

Luchar por el respeto a los derechos de las minorías es una obligación para los que no formamos parte de ellas.

Así de claro.

Por eso, hace años que me parece más importante ser liberal que ser demócrata. No es tan importante el que la gente vote como el que los derechos básicos de las personas sean respetados.

Una muerte, la de Kato, que no debería pasar desapercibida. La muerte de alguien que lucha por los derechos de los demás es, en cierta medida un poco la muerte de todos nosotros.

Que la tierra le sea leve.

PS: Carlos Wotzkow escribió: "La homosexualidad era un delito tipificado en el Código Penal cubano y a los gays se los encerraba en campos de concentración para que realicen trabajos pesados con la idea de que a través de ello “se harían hombres”. Frase típica del Gobierno Comunista cubano. Incluso una ley castigaba jurídicamente la manifestación de esa inclinación sexual. Durante años los homosexuales han sido blanco de persecución y represión estatal, como quedó plasmado en la laureada película Fresa y chocolate (1993)".

2.2.11

Cine. Dos

Más cine. Por fin, La pesadilla de Darwin, comprado este finde pasado con el fancine de prisa. No pude verla en pantalla grande en su momento. Me pasaba con algunas películas, no fue la única: hay gente, desocupado lector, para la que el conocimiento es sólo una fachada y la aspiración de saber no más que una pose.

Un documental duro. De cosas que sabemos que pasan pero que, en realidad, no nos importan. No sólo el desastre ecológico de la perca del nilo en el lago victoria, excusa sobre la que se desarrolla el documental. También la pobreza. También el coste del desarrollo. La de gente que ha de quedar atrás para que algunos sobrevivan. También la corrupción, endémica. También el sida. También el tráfico de armas. Los señores de la guerra. El analfabetismo. Las supersticiones. La prostitución. La dureza de nacer en otros mundos, menos libres, menos humanos.

Un buen documental, sin llegar al nivel del que me hablaron, pero un buen documental.

El tráiler, en inglés, aquí. Recomendable, en cualquier caso, desocupado lector.

PS: Todo el día en Valladolid.

1.2.11

Leyes y luces

Una ley terrorífica, propia desde luego de la mentalidad del partido que la impulsó. No tanto por su imposibilidad real (¿va a obligar un juez al gobierno a que haga una casa?) sino por las consecuencias lógicas de la misma.

Un apartado especialmente repugnante: cuando el propietario de una vivienda de estas supuestamente sociales supere durante unos años el nivel de renta que los burócratas digan, se le podrá echar de la vivienda. Así, con dos cojones. Esta es la mentailidad de la izquierda: te doy un piso, pero tú, a seguir siendo pobre, no me jodas, no se te ocurra luchar y mejorar, porque te sanciono. No exagero ni un ápice, es lo que dice, literalmente, el 71.1 g) del proyecto de Ley que el gobierno ha remitido al Parlamento vasco.

Pero hay más. Ese Brutal ese artículo 57, un canon para gravar, aún más, una vivienda que algún funcionario declara “deshabitada”, como si eso fuera incumbencia de la Administración. Ese artículo 58 que habla de “alquiler forzoso”, como si el propietario la tuviera vacía por joder y no por la escandalosa falta de seguridad jurídica que padece el dueño en un contrato de arrendamiento. El viejo sueño liberal en relación al Leviatán: fuera de mi cama, fuera de mi casa, fuera de mi bolsillo.

Luego que si estamos en un Estado neoliberal en el que hace falta más intervención pública. Espero que en el pp vasco alguien con sentido común ayude a tirar esa bazofia a la basura.

Viviendas sociales, le dicen. Viviendas para que el pobre siga donde está. Esta es la política social de nuestra izquierda. La más cavernaria del mundo occidental.


PS: "A comienzos de los treinta se promulgó una ley de “densificación” de la habitabilidad de las viviendas. Las autoridades soviéticas pensaban que una sola habitación era suficiente para dormir, trabajar, reposar, comer y recibir visitas. Así puedes, los apartamentos se transformaron en comunas".

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 273


PD: ayer fue un día de luz. De mucha luz.