Consigo al fin, maravillas del préstamo interbibliotecario, El territorio del vacío, de Alain Corbin, publicado en España en 1993 por Mondadori. Esta reflexión del autor, en el prefacio, de hace ya más de treinta años: "[... ] lo más grave par mí sigue siendo el anacronismo psicológico. Lo peor, sí, es la tranquila, abusiva y ciega certeza de la comprensión del pasado. [...] No hay otro modo de conocer a los hombres del pasado que el de intentar apoderarse de sus miradas, vivir sus emociones...".
29.8.23
18.7.22
A vueltas con los vínculos débiles
Entrevistaban el domingo pasado en ABC a Granovetter, el de los vínculos débiles. Y esta reflexión, sobre lo que suponen y su importancia: "Piense en la gente con la que tiene una estrecha relación, como familiares y amigos. Probablemente ellos sepan la misma información que usted, porque se mueven en el mismo círculo. Ahora reflexione sobre aquellas personas que conoce, pero con las que no tiene una relación cercana. Esos son los vínculos débiles y son ellos los que nos proporcionan nueva información, porque se relacionan con otros círculos diferentes. Los vínculos fuertes son muy importantes para el apoyo social o los vínculos emocionales; pero los vínculos débiles, a pesar de su nombre, tienen mucha más fortaleza para recabar información"
26.5.21
Treinta años ya
Se cumplen treinta años del mítico número de Dunbar que mi me descubrió, como tantas otras cosas, el mítico John the Minor. El número que explica casi todo lo que nos pasa: desde nuestros orígenes hasta hoy. Somos lo que somos porque chismorreamos e imaginamos. Y todo eso tiene un límite neuronal: 150. Hablaban el otro día en El Mundo de esto. No se lo pierda, lector.
24.1.18
Capital ficticio y resentimiento
15.6.17
¿La gente quiere gresca?
4.4.17
España, 1963
Hasta 1963 todos hablaban de oídas...
10.1.17
Bauman
22.1.13
Triadas vitales
5.2.11
Un grande que se ha ido...
Murió Daniel Bell. Un sociólogo extraño, por razonable. Hay pocos. En España probablemente ninguno. Hijo de judíos de Europa del este, Bell vio muchas cosas cuando otros ni siquiera lo imaginaban. Perteneció a la izquierda anticomunista cuando aquí todo el mundo adulaba la tiranía soviética. Socialista en lo económico (eso es perdonable, ningún sociólogo sabe nada de economía) y conservador en lo cultural, Bell habló de la llegada de la sociedad postindustrial cuando todo el mundo seguía mirando las fábricas como las herramientas del futuro. Bell habló de la llegada de la sociedad de la información cuando aún IBM no había producido su primer cacharro.
Un tipo lúcido. Un buen tipo. A él yo llegué tarde, claro, en la Facultad no era ni bien visto ni leído. Un sociólogo americano que no era marxista… ¡a otro perro con ese hueso! Lo cito en mis sesiones. Aún me veo en la sesión de Portugal, leyendo despacio lo escrito en la pantalla: El Estado nación se ha vuelto demasiado grande para los pequeños problemas del día a día y demasiado pequeño para los grandes problemas del mundo. Quizá en el fondo ese sea también mi problema, demasiado pequeño para algunas cosas. Para las cosas que me importan. En fin
Bell es la mejor tradición intelectual de nuestro siglo XX. Una tradición que lo enlaza con Silone, con Polanyi, con Aron, con Popper, con Von Misses… los únicos nombres de los que se hablará con honor cuando dentro de dos o tres siglos se estudie esta terrorífica centuria que dejamos atrás hace una década.
Que la tierra te sea leve.
PS: Daniel Bell escribió una vez: "La ética de la responsabilidad, la política de la civilidad, el miedo al ultra y al fanático y al hombre moral —que quiere sacrificar su moralidad en la decepción egoísta de la total desesperación— son las máximas que han gobernado mi vida intelectual".
3.4.10
De la libertad de residencia
Cuando uno mezcla a la derecha acomplejada / democristiana con los sociólogos, el cóctel puede ser explosivo. Resulta que la Junta de Castilla y León, que se supone que gobierna la derecha, ha creado algo que dan en llamar “Banco de Pensadores” con cargo, seguro, al dinero del contribuyente. Mientras tanto, las carreteras autonómicas y provinciales están que parecen sacadas de Haití, pero se ve que para eso no hay dinero. El caso es que banco este dizque pensadores montó un Foro de Población al que fueron demógrafos y un sociólogo socialista, valga la redundancia, llamado del Barrio Aliste, zamorano y sectario a partes iguales, que nos deleita cada poco con unos análisis en los que la culpa de todo lo que pasa en la región es de la derecha.
El caso es que El Mundo del martes traía a cinco columnas las brillantes conclusiones de estas lumbreras. Una sarta de topicazos que los tiene claro hasta mi sobrina (por ejemplo, que la agricultura no es el futuro, toma ya, hay que haber estudiado en Harvard para saberlo a estas alturas) pero esta vez combinados con ese totalitarismo que le asoma a la izquierda en cuanto se relaja. Según el tal Del Barrio el modelo de población es insostenible y lo que hay que hacer es “fusionar pueblos”, así con dos cojones, como en la Union Soviética de Stalin, cogemos a la gente que vive en pueblos pequeños y los llevamos a otros más grandes para que estén todos juntos y así las teorías de los sociólogos se lleven a cabo. Para ello, claro, hace falta pedagogía, porque como somos gilipollas, pues no nos enteramos si no nos lo explican bien.
Vaya tela.
Menuda tropa.
Y esta gente da clase en la Universidad.
Mire Del Barrio, la gente vive, básicamente, donde le sale de los cojones, y perdone la crudeza. Y así debe ser. Y la Administración, con todo el dinero que nos saca a los contribuyentes, ha de garantizar un mínimo de servicios en todo el territorio, tal y como garantiza la Constitución. Y si mi pueblo tiene 83 habitantes qué quiere que le diga, no lo vamos a dejar vacío para irnos todos a una “cabecera comarcal” que lo resuelva todo. Vivimos donde queremos, no donde quieren ni políticos enloquecidos ni sociólogos lamentables. Hasta ahí podíamos llegar.
En fin, si no me aburrieran tanto dedicaría cinco minutos a explicarle que lo de las comarcas es una memez que en Castilla León sólo se le puede ocurrir a la izquierda, pero mire, tampoco voy a perder mi tiempo en esto. Así que hala, sigan con lo suyo, perdiendo elección tras elección sin saber porqué la gente no hace ni caso a estos herederos de la nefasta ILE que siguen con la manía de pensar que ellos son los listos y que el resto somos imbéciles.
PS: Años después [del primero Estado rojo con capital en Ruijin] los lugareños indicaban a los viajeros el lugar de las fosas comunes y de las aldeas abandonadas. Pero las personas que vivieron bajo el primer régimen comunista de China se negaban a aceptar lo ocurrido. A finales de 1949, poco después de la llegada de los comunistas al poder y cuando el primer oficial del servicio de inteligencia ruso visitaba la provincia, el nuevo jefe del partido en la zona le dijo que, en toda Jiangxi, “no había un solo miembro del PCCh”.
Chang, Jung y Halliday, J: Mao. La historia desconocida. Taurus, Madrid, 2006. Página 147
11.2.10
El nexo débil
Hoy me traigo a un invitado. Ya sabe que El Perdíu es de natural tímido y que no le gusta que lo conozcan. Pero leyendo una reseña en el número de octubre de la magnífica Revista de Libros, no he podido evitar sentirme reflejado. Disfrútela:
La mayor parte de nosotros no somos conectores: tenemos un círculo de amigos restringido y notamos que no disponemos del tiempo ni de la energía para mantener contactos con mucha gente; contactos que, además, serían ocasionales y nos resultarían poco satisfactorios. Pero los conectores tienen una cualidad psicológica especial: son maestros en lo que el sociólogo Mark Granovetter llama «el nexo débil»: tienen muchos conocidos y no rehúyen, dada su idiosincrasia, las pequeñas obligaciones que supone mantener un nexo débil y esporádico con ellos, tales como felicitarles por su cumpleaños o enviarles una postal o correo electrónico por Navidad. Así consiguen mantener viva una copiosa agenda de relaciones, la mayoría de las cuales con un nivel de intensidad tan tenue que la casi totalidad de nosotros seríamos incapaces de asumir o de verles siquiera el sentido. Estos conectores son los que acortan de manera tan sorprendente los grados de separación entre uno mismo y otro ser humano arbitrariamente seleccionado de este planeta. Son personas que conocen a muchas otras personas (son los promiscuos sociales), y nosotros conocemos que las conocen, de modo que acudimos a ellos para, cuando nos hace falta, entrar en contacto con desconocidos que en un determinado momento presentimos que nos van a ser de utilidad. Buscar conectores es el método que siguieron más o menos inconscientemente los involucrados en el experimento de Stanley Milgram, y es lo que nosotros hacemos también cuando queremos comprar un piso o buscar un buen sitio donde pasar las vacaciones.
Fantástico, no me digan que no.
Mañana, a la Sanabria.