31.8.11

Actos culturales y judíos que se escapan por entre las líneas de los libros

Leo.

Y escribo.

Es agosto y aún puedo permitírmelo.

También me escapo, de vez en cuando, a algún acto cultural. Como aún no soy sectario (quizá lo vaya siendo con los años, pero confío en que no) me importa más el contenido que quien lo haya organizado. Hace unos días fui a uno en la Playa Grande del Lago. El marco es impresionante y no se me ocurre nada mejor para organizar un evento, no sé cómo no se me había ocurrido antes. Un homenaje a Unamuno. Al Unamuno que estuvo aquí y que aquí se inspiró para inscribir ese homenaje a las dudas del hombre que es San Manuel Bueno, mártir. La novela que leíamos en COU y que nos acercaba a todos a nuestra tierra. La novela que reflejaba los conflictos sobre la superficie límpida del Lago-mar y que hacía rebotar la falta de fe del hombre moderno hacia las montañas. Ahí empezaron a hablarme de los judíos.

Volví a otro que organizaban en Ilanes, en y ahí volvieron a salirme, de nuevo, los judíos. La conferencia giraba sobre los que se quedaron. Los que engañaban. Algunas pistas fascinantes: aquí hubo judíos. Y muchos. Parece ya fuera de toda duda, porque era este era un punto de salida aquel año de 1492. Quizá los hubo desde antes, no en vano un señor de la zona era “amigo de los judíos”. Hubo durante siglos cuartos tapiados en algunas casas. La higiene como delatora. En mi pueblo, en la fiesta de San Antón, todo el mundo llevaba a la Iglesia partes del cerdo. Una forma de mantener la cohesión interna. Los apellidos también nos delatan. Los apodos. Quizá los oficios. Quizá los pueblos de los herreros, de los cobreros, eran pueblos puestos en pie por judíos. Sólo quizá. Pero también hubo protección. Muy pocos expedientes del Santo Oficio hablan de esta zona. Uno, extrañamente, sobre un Arias, abogado. ¿Quizá el abuelo del moro? También ese carácter emprendedor. También esas críticas de los vecinos. Quizá, también, ese respeto por la letra escrita.

Descansa el cuerpo, pero no ha de descansar la mente. Nos hacemos mayores, envejeceremos, el día que perdamos las inquietudes. El día que asumamos, al fin, que no nos apetece transcribir esos documentos, por cansancio, por dolor, o por miedo. Mientras estas cosas nos emocionen, seguiremos vivos…

30.8.11

De ruta lobera y setuna...

Nos fuimos de ruta. Madrugando. Siempre madrugando. Había que llegar hasta elRobledo, donde se está levantando el Centro Temático del Lobo Ibérico. No podemos llevar mejores guías que el alcalde y el técnico de medio ambiente. La visita es una delicia: el Centro imita una trampa para lobos típica de la zona: el cortello: una construcción circular que visualmente engaña a la lobo y le hace saltar pensando que luego podrá salir. En Lubián queda alguno e impresiona cuando uno se acerca a verlo. De fondo, varias hectáreas valladas para que los lobos que aquí estén puedan vivir en régimen de semicautividad. Nos recorremos toda la obra, que estará terminada en febrero o marzo, y vamos conociendo los detalles del proyecto. La idea es muy buena, y puede ayudar a multiplicar aquí un turismo lobero desconocido por estos pagos, pero ya veremos cómo acaba esto. Hay muchos patrones, la Junta, el Ministerio… para un proyecto que fue ideado, pensado y plasmado por el Ayuntamiento.

De vuelta para casa, y ya que estamos, paramos a ver lo que será el Centro Micológico de Ungilde. Toda una sorpresa. Cómo rehabilitar una escuela abandonada y darle un uso dotacional fantástico. La planta de arriba es una fantasía sobre el mundo de las setas, onírica y hermosa, pero es en la planta baja donde nos quedamos todos con la boca abierta. Un fantástico salón de conferencias preparado para convertirse en una referencia micológica nacional; dotado de toda la tecnología, de un laboratorio y de todos los instrumentos necesarios para que vengan por aquí los grandes maestros. Me quito el sombrero. Espero que los hosteleros lo aprovechen y consoliden la gastronomía micológica como una referencia nacional. El proyecto en este caso es íntegro del Ayuntamiento. Me voy para casa pensando, muerto de envidia, que yo quiero tener al alcalde de la Puebla en mi pueblo. Y pienso, también, lo que oí comentar aquella noche cenando: ¿qué pasaría si viniéramos aquí y gobernáramos algún ayuntamiento de estos? Nos comeríamos el mundo, como nos comeríamos tantas otras cosas. Pero quizá sea sólo un sueño. Y los sueños, quizá, sólo quizá, sueños son.

29.8.11

De vuelta a la Sanabria desde la Carballeda

Seguimos la ruta por la Carballeda. Por la tierra del contrabando. Por la sierra de la Culebra. Guiados alternativamente por Paco y por Silvia. La frontera más pobre de Europa occidental. Un paisaje desolado. Así son las Highlands, me confiesa Asier unos días después, de nuevo por este camino. Aquí el tiempo se detuvo hace muchos siglos. Los tejados de losa envejecida. Las maderas. Las cruces. Las balconadas, de madera ajada ya por el paso del tiempo. Desde Folgoso sale una vieja ruta de contrabandistas y por ahí vamos, dando un paseo, dándonos el lujo de ver un alcornoque por estos pagos rodeado de morrenas de un glaciar, para luego llegar a Linarejos, pasando por Sagallos y sus lagares. En Linarejos el río marca el camino a la Santa Cruz de los Cuérragos, aquella Santa Cruz luminosa de febrero, pero se nos va echando la tarde encima y llega la hora de volver a la Sanabria. Esta vez, decidimos volver por la pista que llega al Robledo, casi en paralelo a la vía del tren. No metas segunda en ningún momento que dejas ahí el coche, me dice Paco mientras nos despedimos. El viaje, largo, es fantástico y nos sentimos como el pirata de Espronceda, con la Culebra a un lado, la Sanabria al otro y allá a su frente la Puebla. En una recta, nos cruzan por delante una familia de jabatos. Como la carretera es un desastre (se podría rodar en este tramo sin problemas una película bélica) los vemos pasar tranquilamente. Por fin, casi oscureciendo, llegamos a la Puebla. Llegar a la villa por el sur siempre tiene una recompensa: la vista del casco desde lo que fue el Fuerte de San Carlos. ¿No les he hablado nunca de él?

28.8.11

Cervatos y comerciantes

Nos pateamos Villardeciervos. El pueblo de los Cervatos. Un pueblo de arrieros, como lo fue Antonio Rodríguez Santiago, que ya regentaba a mediados del XIX un próspero comercio en la villa. Fundador real del Clan de los Cervatos, de ellos fue la política zamorana durante casi un siglo, entre los años finales de la Reina Isabel, la de los tristes destinos, y la caída de la Monarquía a finales de los años veinte del pasado siglo. Un clan basado en el concepto de familia, un concepto extenso y premoderno, como el que aún mantenemos, en parte, por aquí. Se hicieron con el poder tejiendo alianzas: con los Cid, con los Bobillo, con los Santiago, con los Escudero en la Puebla, con los Santiago. Practicando la usura y consolidando su poder y prestigio con los bienes adquiridos durante la desamortización. Del comercio a la administración: el drama de un siglo, de un país. Ocuparon el poder, primero en Zamora, en la Diputación, y luego representando a la provincia y a sus distritos en Madrid, tanto en el Congreso como en el Senado. Judíos, los llamaban, por comerciantes. En 1905, a diez pesetas el voto, más el convite a varios electores, como aparece en varios de los archivos. Hombres del liberalismo en la provincia, la familia acabará vinculada a la Administración franquista, con algún presidente de la Diputación también en esta época. Todos emparentan con todos y no es fácil seguirles la pista a las élites políticas de la provincia de aquella época: Ángel Galarza Vidal, que llegó a ser secretario de Práxedes y que fue Director General en varios gobiernos, o el propio Fabriciano Cid Santiago, cervato emparentado con Santiago Alba y diputado por el distrito a principios del XX.

En mi pueblo tocan poco. Que siempre fue el mío un lugar pequeño y apartados: algún papel he visto, pero tengo que seguir investigando: hace poco vi un papel de Monís dándole las gracias al tío treinta por la ayuda para ganar las elecciones, en los años veinte del siglo pasado, cuando el régimen estaba a punto de caer.

Habrá que seguir investigando. Sobre aquella España. Aquella España de políticos como Cristino Martos, del que siempre recuerdo que alguien dijo que “era de la madera de los grandes hombres, y triunfará cuando se hagan grandes hombres de madera.

27.8.11

De ruta por la Carballeda

Salimos de ruta al final de la mañana y poco antes de comer estábamos ya en la patria de los Cervatos. Hoy Villardeciervos es un pueblo más de los muchos que, perdidos y abandonados, jalonan el occidente zamorano. Cuando el viajero despistado llega y pasea sus calles con calma, como hicimos nosotros, empieza a notar cosas raras. No hay apenas escudos heráldicos. No fue esta tierra de nobles. Ni de marqueses. Las casas tampoco son casas de pueblo. Son casas urbanas, aunque estén en medio de ningún sitio y apenas vivan más de quinientas personas aquí durante todo el año. Son, siempre lo fueron, casas fortaleza, con doble portalón, un portalón que no se usaba para la nieve, sino para esconder la mercancía que llegaba de Portugal o de Galicia: sal, tejidos, oro... Casas con con grandes patios interiores, escondidos a la vista de los indiscretos, de espaldas al erario…

Durante varios siglos, pronunciar este nombre era sinónimo de contrabando. Y hablar de los cervatos era hacerlo de contrabandistas. Hay mucha historia detrás. Realistas, casi carlistas durante gran parte del XIX, sus vecinos fueron premiados por Fernando VII por perseguir durante la Ominosa a los liberales. Aquí no interesaba el Estado moderno, con sus aduanas, sus pechos y sus fielatos. Era todo tan público y notorio que cuando se planteó hacer por la carretera que había de unir Madrid con Vigo, en principio se pensó que pasara por este pueblo y no por la Villa. Pero no pudo ser. El miedo al contrabando pesó más que los criterios técnicos. Tal era la fama de la zona.

Pueblo de arrieros, de aquí venía el clan que dominó la política zamorana, y no digamos la sanabresa, durante gran parte de la Restauración canovista: los Rodríguez. Mañana les hablaré un poco de ellos.

Pedro, Men, un cronista y una conferencia

Fue un 25 de junio. Día de Santiago. El año queda lejos, pero como en un relato de Borges, soy capaz de verlo perfectamente. Fue en Sevilla. En la Sevilla judía y cristiana de 1367. El trono legítimo peligraba. Un mundo en cambio. Una nobleza que no soportaba el empuje de las ciudades. En aquel mundo, en aquella época, en aquel día, el Rey hizo merced a Men de entregarle su tierra natal. Pedro I. Pocos monarcas más complejos. Y más controvertidos. De pocos monarcas medievales se ha escrito tanto y de manera tan dispar. Yo, cuando conozco a alguien que me interesa, en seguida me fijo en si es petrista o partidario del bastardo, para saber con qué tipo de persona estoy hablando. Sabemos poco de él. Básicamente las cosas que el canciller Lope de Ayala, un traidor a su Rey, quiso que no olvidáramos. La historia la escriben siempre los vencedores. Y Pedro perdió. El Bastardo procuró ocultar a todos su reinado. Como si no hubiera existido. Como si la Corona hubiera pasado directamente del rey Alfonso onceno a su hijo bastardo sin que Pedro hubiera sido nunca monarca. Apenas tenemos un millar y medio de documentos de su reinado. Muchos otros se perdieron. Cuando un Rey es asesinado, es bueno que los papeles que puedan unirlo a él desaparezcan con el cadáver. Había nuevos reyes y todo el mundo intentó recolocarse, empezando por aquel traidor cronista. El resto de sus papeles simplemente se perdieron. Pedro I fue un rey con una corte y con escribanos, que no en vano dice en algún documento, a la hora de confirmar algún privilegio, aquello de “los mis oficiales cataron en los mis libros”. Un rey cuyo tesorero mayor era un judío, Samuel Haleví, quien levantó la Sinagoga que hoy es el Museo Sefardí de Toledo. Un rey a quien los nobles acusaron de ser amigo de los judíos, al que hicieron la guerra porque había que eliminar la “administración judía” que la Corona tenía a su servicio. Una guerra en la que los partidarios del bastardo saquearon las aljamas de Toledo, Briviesca, Aguilar de Campoó, Segovia, Ávila y Valladolid.

Hubiera sido otra Castilla. Nunca lo sabremos. Pero tengo la intuición de que ya entonces había judíos en la mi tierra. Y tengo la sensación de que los Arias que acabaron siendo treinta en el mi pueblo, empiezan aquí… Porque tengo la sensación, también, de que aquí hubo más marranos que los que se mataban por San Martín. Y voy teniendo claro que quizá el hombre que hablaba difícil quiso siempre esconder su origen. Su origen manchado

Por cierto, que al hilo de los judíos y de los conversos, hoy a las siete de la tarde, en la Biblioteca de Ilanes, una conferencia sobre judíos y conversos, a cargo del profesor Lauro Anta. Ya le contaré, desocupado lector.

26.8.11

Men Rodríguez, sanabrés...

Debió de ser hace siete u ocho años. Estábamos en La Casa del Libro y vi unos ejemplares de una colección documental de Pedro I. Busqué en el índice. Allí estaba Men. Lo encontré. Un documento real. La prueba de que era, siempre lo fue, sanabrés. Pero todo eran prisas, para ir a ningún sitio, tal y como acabó quedando claro. Cuantos años para no ir a ningún lado. Así que no tomé ni la referencia: “venga, vámonos ya, deja de mirar, qué pesado eres con tu pueblo”. Es inútil compartir la vida con quien no comparte lo que uno es. Así que la colección pasó a formar parte de los libros míticos que, como The Anglo-American Cyclopaedia de Borges, nunca existieron en realidad. Hasta hace unos días. Volví a verlos. En la biblioteca de la Villa. Esta vez pude saborearlos con tiempo, mientras Elicia se entretenía con los suyos a mi lado. Una colección de cuatro volúmenes editados por la Junta y dirigida por Luis Vicente Díaz Martín. En el Volumen IV, y con el número de referencia 1384 se menciona una carta de privilegio del rey Pedro, fechada en Sevilla el 25 de junio de 1367. En ella el Rey concede a Fernando de Castro, uno de sus caballeros en Galicia, aquel que reunía en sí “toda la lealtad de España”, la villa de Cedeyra, a cambio de quitarle la Puebla de Sanabria, que entrega en ese momento a Men. El texto (Manuscrito 13.075, f 209v de la Biblioteca Nacional) no deja lugar a la duda:


Sepan quantos esta carta vieren, como yo, Don Pedro, por la gracia de Dios Rey de Castiella, de León, de Toledo, de Gallicia, de Seuilla, de Cordova, de Murzia, de Jahen, del Algarbe, de Algezira e señor de Molina.

Por razón que yo hauia dado e fecho merced a vos, el conde don Fernando, señor de Castro, e de la Puebla de Senabria, con su alfoz e con sus feyras, y con el Monesterio de San Martín, e con todas las rentas, e pechos, e derechos, e con la justicia, e juredición y señorío e de todas las otras cosas que a mí pertenescían hauer en la dicha Puebla, y en lo otro sobredicho. E por quanto yo agora fice merced dello a Men Rodríguez de Senabria, por quanto el dicho Men Rodrígues es natural desa comarca […]

Lo transcribiré entero.

Lo transcribiremos entero.

PS: Viendo al Lobo en la Puebla.

25.8.11

¿Un día cualquiera?

¿Un día cualquiera? Levantarse. Irse a la Villa. Desayunar con calma. Olvidar el reloj durante un rato. Oler. Saborear. Hacer varias compras, recoger unas tortillas. Ir para casa. Poner la mesa. Ser casi quince. Lavar y cortar la ensalada. Ir recibiendo a los amigos. Ver al Ingeniero sanabrés llegar puntual. Abrir varias botellas de cero. No sentarse. Ir almorzando. Los postres. Más amigos al café. Las risas. Los cánticos. La sobremesa. Larga. Promesas. Sentarse en el quicio y ver caer la tarde. La luz de agosto sobre la montaña. Caras que cambian. Sonrisas que se quedan cuando uno se muestra tal cuál es. Tal cual siente. Será por la luz. Será por agosto. Será por esta tierra.

Definitivamente no, no fue un día cualquiera.


Un placer tener a tantos amigos reunidos, un año más, en la Bodega, celebrando el inicio de las fiestas de agosto.

24.8.11

Respuestas que me apetece dar...

Escribo. Lo que me apetece. Escribo de lo que me ocupa. Y de lo que me preocupa. Pocas personas, acaso una o dos, conocen el secreto de fondo de esta bitácora. Una de las cosas que más me gusta es imaginarme lectores. Disfruto mirando por la ventana y pensando que en ese momento quizá alguien está leyendo lo que colgué hace un rato. A veces me encuentro con los lectores, y casi siempre son encuentros gratos. Hará un par de días tuve uno de ellos. Con Eduardo, un lector desconocido. Me encantó leerlo. Y como su crítica es razonada y razonable, me veo en la necesidad de argumentar.

Tiene razón en casi todo lo que dice. Es verdad que hay días, como el 18, o como el propio día 20, en los que pierdo la ecuanimidad y el juicio. Es verdad. Y soy consciente de ello. Podría decir que si los lectores vieran en qué condiciones y a qué velocidad escribo los artículos de esta bitácora probablemente sentirían compasión de este tataranieto del perdidaco. Pero no se trata sólo de eso. Hay, de fondo, algo de filosofía. De concepción de la letra escrita. Creo que un blog es algo parecido a una columna periodística, si es que no es su heredera, y creo que en el articulismo ha de haber sitio para el combate. Para la indignación. Para la provocación. Sí, sí, para la provocación. Porque las personas que escribimos llevamos dentro siempre un Quevedo con ganas de polemizar. Y nos encanta, a mí al menos, levantarnos un día y meter el dedo en el ojo al que anda por ahí. A veces se me escapa, pero a veces soy plenamente consciente. Porque no creo que haya que dejar el agit-prop sólo en manos de la izquierda. Ni creo que sólo ellos puedan hacer panfletos. De vez en cuando, hay que bajar a la arena. Hay que provocar. Y si es cierto que todas las generalizaciones son falsas e injustas, las que como suelo hacer cuando me pongo panfletario, confío empero en que el nivel de los lectores que siguen esta periférica bitácora, haga que sepan diferenciar, como hasta ahora, el ruido de las nueces.

Eduardo, un placer tenerle entre los lectores de esta bitácora.

PS: Magris escribió en El Danubio que no estamos más cerca de las personas que tienen las mismas respuestas que nosotros ante determinadas preguntas, sino que estamos más cerca de las personas que se hacen las mismas preguntas que nosotros, con independencia de cuál sea la respuesta.

23.8.11

Cosas de agosto en la Sanabria

Bajar dando un paseo al Campo. Encontrate con Cesitar, echo un bigardo ya, el tío, con su novia, de Santurce. Me he venido todo el mes, joder, vaya fiestas que tenéis, nos tenemos que tomar algo eh!, charlar un rato con el pequeño de Pepe, me bajé con el niño a las diez a las colchonetas y aquí sigue. Ver a Miguel Ángel, está bien, fuimos a la playita de Requejo, hay cada vez más cosas por aquí, ver a Tere, cuánto hace que no venía por aquí, invitar a una copa a farias, echar de menos, tomarte algo con lucía, la hermana del más generoso de los hombres, recordar con David aquellas fiestas con quince años, ver cómo el grupo homenajea a los alevines, que han ganado el campeonato de futbol de la comarca, bailar Mago de Oz, compartir confidencias con el Coronel, que está como un gato en una matanza, tomar un gintonic con el ingeniero sanabrés, seguir el bingo con desgana, comer una hamburguesa con hambre, subir una foto a facebook, ver de lejos a la prima, pedirle otra al grupo, hacer fotos con Monfer, reírse de las cobras. Que te den finalmente las siete de la mañana, subir a casa reventado.

Hay cosas que no tienen precio.

21.8.11

Guardiasciviles de Federico, progres de Zamora y naturaleza

Sólo hay Guardiacivil. No hay apenas coches, no queda turismo en nuestra tierra. Las playas están vacías. Los restaurantes de noche presentan un color espectral. Nadie se atreve a tomar un vino, un solo vaso de vino, y luego volver al su pueblo. La Guardiavicil te para, te registra, te hace controles de alcoholemia. Aleatorios. Enloquecidos. A cualquier hora. A las once de la mañana. A las cuatro de la tarde. A las siete de la mañana. El otro día, persiguieron a un padre por la carretera del mi pueblo porque, atentos al delito, llevaba cinco niños en el coche. Los subía del río, por dios. Tres quilómetros por una carretera sin tráfico. Lo persiguieron como a un terrorista. Lo pararon. Lo multaron. A mi Coronel lo pararon. Le registraron el coche. De arriba abajo. Esa es la imagen de la Sanabria en verano

Ya se cargaron la noche en esta tierra. Nadie sale ya, por miedo a los controles. A esos controles que convierten a los ciudadanos en súbditos atemorizados. Ahora se cargan el día. La obsesión por recaudar. Los veo persiguiendo a un padre que van con sus hijos y pienso en ese levante tomados por las mafias, en esos ayuntamientos llenos de ladrones. En esa seguridad ciudadana desbocada en toda España. Los veo y no puedo evitar pensar en aquello que Rafael Gómez, el Gallo, le dijo hace un siglo a la locomotora que entraba en Atocha resoplando de vapor viniendo del sur: “esos cojones, en Despeñaperros

A mayores, la tal Junta se cargó los controles de aparcamiento en el Lago. Este pepé democristiano que me saca de quicio. Ahorrando en bobadas para luego poder sachar pecho en Madrid. Porque, socialistas de todos los partidos, no se atreven a recortar el gasto donde éste se ha desbocado.

Llegará un día en el que en la Sanabria sólo haya ya funcionarios en la Puebla y Guardiasciviles en la carretera. No habrá negocios, no habrá turismo, no habrá gente ya, el Lago descansará virgen y los caminos volverán a estar a disposición de las bestias. Ese día acabará la historia mítica de este lugar en el mundo, y todo volverá a ser como en la época glaciar. Ese día, que llegará, toda la progresía de Madrid, empezando por la subdelegación del gobierno en Zamora, descansarán satisfechos. El hombre habrá perdido. Y la naturaleza habrá vencido.


PS: En el otoño de 1937, la presión para conseguir detenciones era tan grande que los interrogadores del NKVD empezaron a elegir los nombres en la guía de teléfonos.

Tzouliadis, T.: Los olvidados. Una tragedia americana en la Rusia de Stalin. Debate, Barcelona, 2009. Página 102

20.8.11

Cincuenta años: al final ellos perdieron, y nosotros ganamos

Fue un magnífico ejemplo de la impostura de la izquierda. Aquel país partido. El azar de nacer en un lugar o en otro. Al poco de empezar la farsa, la gente se iba. A borbotones. Había que detener la sangría. Así que se levantó un muro. Hace ahora cincuenta años. Como la izquierda maneja el lenguaje como nadie, lo llamaron muro de protección antifascista. Nadie entre la supuesta izquierda democrática, y perdonen la antinomia, abrió la boca para protestar. La misma gentuza que luego ponía el grito en el cielo por el muro en Palestina, miró para otro lado con aquel horror. Fue una de las más hermosas, y trágicas, metáforas, del fracaso del socialismo real. Del comunismo. De la izquierda, en suma. Una avanzadilla del enorme fracaso que sufrirían cuarenta años después. Lo trágico es que mucha gente murió intentando saltarlo. Cuando pienso en el Muro, no puedo dejar de pensar en la música del tercer hombre, aquella novela de aquel misterioso escritor que nos habló luego de un americano impasible. Un muro en Europa. En pleno siglo XX. Como si con eso se pudiera detener la historia. Se cumplen ahora cincuenta años de aquel horror. Es momento por lo tanto de recordar a los muertos. Y de recordar que, como en el caso de la ETA, aquella batalla no acabó en tablas. Nosotros la ganamos. Y ellos la perdieron.


PS: El plan [quinquenal] preveía duplicar en cinco años la producción de carbón, de 35 a 70 millones de toneladas: Stalin apuntó 105, y así hizo con todo. Lanzó a la URSS a una improvisación a escala continental. A eso lo llamaron “socialismo

PS: Meyer, Jean: Rusia y sus Imperios (1894-2005). Círculo de Lectores, Barcelona, 2007. Página 187

19.8.11

Aperitivo de las lecturas que habrá...

Ando también desentrañando la historia de la sierra de mi pueblo. Un nombre legendario: la sierra Sospacio. A sus pies, lo que llamaban aquí en la Edad Media el “lago-mar”. Memoria oral en el pueblo: la sierra era nuestra pero hubo que comprársela cuando la desamortización a la Marquesa de Pidal. No fue exactamente así. Hasta donde hoy sé, no hubo desamortización. Verán, la sierra era de los Benavente, y es posible que ya cuando accedieron a ella, allá por el siglo XV, hubiera una servidumbre de uso del ganado por parte de los pueblos aledaños. Quizá un derecho de cuando la presura; de cuando aquí vinieron gentes de Asturias, de Castilla, gentes que trabajan el cobre, otros el hierro

En plena guerra carlista, el Estado cristino permitió que los nobles con señoríos territoriales legalizaran sus posesiones en el Registro de la Propiedad, para así ganárselos para la causa. De esta manera, los Benavente-Osuna pudieron llevar a los libros sus enormes posesiones en estas tierras. Cuando Osuna el Grande, el hombre al que recuerdo porque tiraba las vajillas al Neva, el hombre de los caprichos, la puso de garantía de un préstamo que le hizo el Marqués de Pidal, empezó a firmar su sentencia de muerte. No pudo devolverlo y los Pidal pidieron la ejecución del préstamo, en los años ochenta del XIX. LA sierra sale a subasta y la compran los Pidal, por un 30% del precio de tasación. En los años noventa, concretamente en 1894, los Pidal denuncian a los pueblos ribereños, que aseguran que tienen derecho a pastar allí sus ganados. Probablemente tenían razón. No sé cómo acabó el juicio. Probablemente perdieron los pueblos. Mala es esta justicia, dicen por aquí, si por lo que a unos premia, a otros se los castiga. Después, como en un relato de Borges, sólo encuentro silencio. Hasta que ya aparece la generación de mis bisabuelos. Los dos que eran de aquí, firmando la compra comunal que estos pueblos hicieron en el enero de 1920 a la señora Bernaldo de Quirós y González de Cienfuegos, Marquesa viuda de Pidal. Hubieron de pagar por lo que ya era suyo. Una hermosa metáfora de la llegada de la modernidad a estas tierras. Sigo leyendo, de noche, cuando nadie me ve, cuando nadie me nombra. Cuando nadie me recuerda. A ver si leyendo más soy capaz de sacar alguna cosa más en claro,antes de proceder a dictarlo tumbado en la cama. Le iré contando, claro, desocupado lector. Desocupada lectora


PS: "Demanda al juzgado que presenta D. José Rodríguez, procurador de los tribunales, en nombre de los Excmos. Srs. D. Luis Pidal y Mon, Marqués de Pidal, y D. Alejandro Pidal y Mon […] contra los pueblos de […] Santa Colomba, Avedillo, Cobreros, […], Puente del Mercado, […], San Juan de la Cuesta, […], Cervantes, Paramio […] en solicitud de que declare que ninguno de los espresados (sic) pueblos tienen derecho a que sus ganados pasten en las sierras de Sospacio y Gamoneda, propiedad de mis representados".

18.8.11

La libertad en versión de nuestra lamentable izquierda

Al final, entre laicistas y antitaurinos conseguirán hacerme católico y taurófilo. Me fascina ese fondo y esa forma fascista que emerge en cuanto uno rasca un poco por encima de la progresía española. Esos comecuras que todos llevan dentro. Ese totalitarismo. Esa tara de la izquierda: yo soy el bien y vosotros sois todos gilipollas. Esas dos Españas. La lucha contra el poder de la Iglesia tuvo sentido cuando era una lucha por la libertad. Ya no. Ahora hay que respetar a los creyentes. A los católicos. Tienen derecho a manifestar su fe, y sus creencias. Y el resto, empezando por esta pandilla de mierdas vestidos de laicistas, debería respetarlos. La calle no es suya, por más que les pese. Ni suya es la razón absoluta, ni la verdad. No soporto esa estúpida mirada condescendiente que dedican a los católicos o a las personas de fe, como si hablaran con menores; ellos, que creen a pies juntillas en bobadas como la clase obrera y en supercherías como el progreso. La sociedad se construye desde el respeto a todos mientras todos respeten las normas básicas de convivencia. Porque aquí, gracias a dios, no hay ciudadanos de primera y de segunda.

Como son analfabetos, no merece la pena explicarles casi nada. Eso sí, ya que no paran de repetir como un mantra el artículo 16 de la Constitución, sería bueno que entendieran que a la frase que dice, con mucha razón, que “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”, le sigue otra que señala, con igual sentido, que “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.

A ver si se enteran.

Qué pereza de izquierda, madre mía. Menuda maldición


PS: Chaves Nogales escribió en su prólogo de A sangre y fuego que “Entre ser una especie de abisinio desteñido, que es a lo que le condena a uno el general Franco, o un kirguís de Occidente, como quisieran los agentes del bolchevismo, es preferible meterse las manos en los bolsillos y echar a andar por el mundo que nos queda (…). El resultado final de esta lucha no me preocupa demasiado. No me interesa gran cosa saber que el futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras (…).


PS: Ayer

16.8.11

De la política, de los cambios y del poder por el poder

Es interesante enfrentarse, tantos años después, a las figuras de Espartero, Príncipe de Vergara, y Narváez, Duque de Valencia. Nadie los recuerda ya. Vivimos en un país en el que el adjetivo libresco es despectivo. Aquellos dos espadones. Dos ayacuchos. Que uno fuera progresista y el otro moderado no estuvo claro de inicio. Espartero sólo fue claramente progresista después de que un gobierno moderado rechazara el ascenso de uno de sus subordinados. Narváez durante la década de los treinta dejó siempre patente sus simpatías progresistas y su fidelidad al propio Príncipe de Vergara. Pienso, mientras escribo con la noche senabresa de frente, en cuánto de impostura tiene la política. Cuánta lucha por el poder se disfraza de ideología. Pienso en aquel Companys, que presidía corridas de toros y que entraba en el salón de plenos del Ayuntamiento de Barcelona dando vivas a España en los años diez del pasado siglo XX. En aquel nazi de Sabino que creó la Liga de Vascos Españolistas antes de morir. En aquel Serrano Suñer republicano, en aquel Suárez falangista, en aquel Cebrián franquista o en ese Argala españolazo antes de ser etarra.

Pienso en todos ellos y me digo que sí, que es de sabios evolucionar. Y rectificar. Y luchar contra lo que uno pensó de joven. Pero de fondo, en cualquier caso, no puedo dejar de pensar en lo que mi amigo Paco, toledano sabio, me dijo un día mientras almorzábamos, creo que en Pulgar: desengáñate amigo: de obispo para arriba, ninguno cree en dios.


PS: El narrador, en la obra de Uribe, dice en un momento determinado: “A menudo pienso que todos mantenemos esa disputa en nuestro interior. Albergamos a un patrón de barco que pretende arriesgar; y a un carpintero que cuida de lo que más quiere y vela por su seguridad

15.8.11

Cine, antes de marchar

Nos íbamos de Madrid pero había que darle un último vistazo al cine. Poca cosa de interés en las carteleras, así que descartando nos fuimos a ver el caso farewell. La historia es buena y la película prometía: Vladimir Vetrov, un hombre que delató a los suyos para conseguir un futuro mejor para sus hijos. Perder para ganar siempre. Un coronel de la inteligencia soviética que ofrece gratis información a occidente para conseguir que el sistema caiga. La Unión Soviética implosionó porque muchos de sus ciudadanos no creían en aquella farsa. La película es francesa, y eso me llenó de prevención. Como es de allí, efectivamente, a lo largo de la misma se ven crecer las plantas. Le falta ritmo. Y esa es su gran pega. Kusturica hace un buen papel, la verdad, y mira que también me daba apuro pensar en él como protagonista. De fondo, la terrorífica razón de Estado, la guerra fría en los ochenta y la sensación de que todo el universo soviético era una mentira que sólo se tragaban los más bobos, muchos de ellos españoles, por cierto.
Salgo del cine y recuerdo aquel lamento de Brezhnev después de una reunión del Comité Central: pañales, camaradas, en las tiendas no hay pañales, dijo casi entre lágrimas, en un momento histórico en el que tenía edad de usarlos. Pienso en el golpe de estado bolchevique. Pienso en Keresnky, en la Rusia que pudo haber sido, en la Rusia que marchó exiliada, con Irene como metáfora, y recuerdo la sentencia de Bagehot cuando decía que en política, todo lo que no es necesario, es peligroso. No eran necesarios los bolcheviques. Por eso fueron tan peligrosos.

PS: A comienzos de los treinta se promulgó una ley de “densificación” de la habitabilidad de las viviendas. Las autoridades soviéticas pensaban que una sola habitación era suficiente para dormir, trabajar, reposar, comer y recibir visitas. Así pues, los apartamentos se transformaron en comunas.
Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 273

14.8.11

Sanabria, Bilbao, Nueva York (el papelillo que yo hubiera escrito)

Devoré la novela de Kirmen Uribe en dos días, ya lo dije. Es, quizá, el tipo de libro que hubiera escrito si algún día hubiera llegado a ser novelista. Supongo que por eso, me dejó tan triste el que no hubiera respuesta al comentario, bajando hacia las Bouzas, aquella tarde de agosto y Lisboa resplandecía. Creo que es en el tambor de hojalata donde alguien dice que en todas las familias y en todas las generaciones ha de haber alguien que se ocupe de narrar la historia de su gente para que no caiga en el olvido. Uribe nos cuenta la historia de su familia en tres generaciones. Donde van su abuelo Liborio y su padre José yo hubiera hablado de La Casa del Barrio y de aquel Perdíu guapo y altenero que gastó todo el capital cazando y jugando, perdonen la tristeza. El libro es fascinante. Un collage en el mejor sentido del término. Intentando comprender las cosas que pasaron. Porque cada familia tiene una historia, un tiempo, unos mitos. Unas verdades. Y unas mentiras. Un cuadro de Arteta. El nombre de un barco. El invierno en el País Vasco. Aquella terrible guerra entre españoles y por ende también entre vascos. También, de fondo, la historia del narrador, que convive con su pareja y con un hijo que no es suyo. El mundo moderno, tan complejo como el antiguo. Frases lapidarias, al estilo del Seda que Mi Coronel y yo tanto hemos disfrutado, por razones diferentes: “Las casas se mueren si nadie las habita. Y también las personas”. No lo olvides nunca. O esa sentencia que el checo Vojtech Jasny le suelta al narrador al despedirse: “nada ocurre en vano”. La importancia del contexto en la vida de las personas. Porque uno es él y su circunstancia, como quería el Maestro. Lo acabé en dos sentadas. Buena literatura. Buen papelillo, desocupado lector, si está buscando alguno con el que entretenerse y reflexionar sobre cosas tan universales como el amor, el dolor o la amistad desde el puerto pesquero de la vizcaína villa de Ondarroa.

PS: De acuerdo con el narrador del libro, Foster Wallace afirmó una vez: “Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago, lo demás no sirve para nada".
PD: esta noche Unamuno en el Lago. Veremos.

13.8.11

Sanabria, Bilbao, Nueva York (mi relación con la literatura vasca en eusquera)

Ya sabe el lector que soy prevenido con los papelillos. La historia y la vida son tan fascinantes que no me apetece perder el tiempo con las novelas. Así que me cuido mucho a la hora de abrir una. Sólo me pongo con ellas cuando la fuente me es fiable del todo. Acabo de devorar una: Bilbao New York Bilbao, de Kirmen Uribe. En dos días. Quién lo iba a decir. Una novela, además, escrita en eusquera y traducida (creo que de manera algo deficiente) al castellano. Regalo del Lord y de Amu. Buenos fiadores. Y una cita brutal de Sebald antes de empezar. Un novelista que cita a Sebald de inicio merece al menos el margen de la duda.
De fondo, mi azarosa relación con la literatura de los vasco

s. Tuve mucho contacto con los vascos que escribían en castellano: Celaya me enseñó un tipo de poesía que no conocía en primero o segundo de carrera; y qué decir de Juaristi, el hombre que me enseñó a desconfiar de todas las identidades, incluida la mía. Pero también he sentido cercanos a aquellos vascos que escribían en eusquera. Leí a Gabriel Aresti con apenas veinte años. Algunos de sus poemas creo que son de lo más relevante que se escribió en España durante la segunda mitad del XX. Cómo no recordar a lo largo de este año aquello de que “Pendiente abajo veloz / mi cuerpo desnudo marcha”. Cómo olvidar que en los días de otoño, cuando ni siquiera quien era estaba claro, el poeta me señalaba que “no soy sino mi nombre”. Cómo olvidar a Mikel Laboa y su pájaro, de qué poco me sirvió la metáfora cuando la necesité. Cómo olvidar, en fin, aquellas letras de los hermanos Muguruza, con sonidos que venían de los Clash y que hablaban de Beirut oeste en medio de la guerra cuando éramos cien…

Así que con estos antecedentes me puse el otro día delante del Bilbao-New York – Bilbao, del ondarroés Kirmen Uribe. Un libro que se vende en la contraportada como “un mosaico de recuerdos y narraciones”…

PS: Días felices con Elicia, en nuestra tierra. La dulzura de la niñez

11.8.11

Conversando con Práxedes

Ando liado con la biografía de Sagasta, escrita por el profesor Ollero Vallés. Me gustan las biografías (¿cómo iba yo a ser marxista si me gustan las biografías?): permiten viajar en el tiempo y, de la mano de una persona, recorrer la historia de una época. Además, nos recuerdan que en parte somos protagonistas de nuestros destinos, y que no hay, gracias al cielo, dos personas iguales. 

Le estoy cogiendo cariño al bueno de Práxedes: un riojano liberal que acabo enredado en la mi tierra zamorana y al que imagino algún día comiendo en la venta de las ánimas o en lo que allí hubiera, en el mi pueblo, mientras dirigía las obras de la carretera que iba a unir Madrid con Vigo. Vino a Madrid a estudiar Caminos, una carrera ligada a los progresistas y a su forma de entender la vida y la política. Y nació en un mundo de relaciones familiares y de apoyos mutuos sin los cuáles no hubiera triunfado nunca. Nació en el exilio interior, porque su padre Clemente Mateo Sagasta había sido liberal en el Trienio y tuvo que ir al pueblo de su mujer a esconderse Hay mucho mito en su vida, mitos que fueron cuidadosamente elaborados por sus exégetas en los últimos años de su vida: no raptó a su pareja el día que ella se casaba con otro, ni fue un superdotado. Fue un buen profesional, un ingeniero en aquella España que empezaba a nacer a la modernidad pero que tuvo la mala suerte de hacer política en un espacio que se quedó huérfano llegado el siglo XX: nadie reivindica hoy a los progresistas; para los sociatas, para los pocos que saben algo de historia, son gente extraña, liberales antes que socialdemócratas; para los conservadores, gente que no entendió cuáles eran las luchas que se libraban en el XIX. Aquella España en la que los ingenieros, a partir de cuarto de carrera, eran ya funcionarios. Aquella España en la que las Obras Públicas, hasta 1847, dependían de Gobernación, con aquella concepción de los caminos como algo a vigilar.

Sagasta perdió su sitio, pero no puede uno leer su vida sin sentir cierta simpatía por el personaje.
Les iré contando, que el tipo era fino, y creo que sacó su escaño en Madrid utilizando su influencia en la provincia, prometiendo caminos que luego nunca llegaron...

10.8.11

Polonia en Madrid

Fuimos a Palacio. En Madrid, Palacio sólo hay uno. En la Plaza de Oriente. Una Exposición sobre un país lejano: Polonia. La compañía, de alta calidad. Nos detenemos en algunas de las salas. De fondo, la idea de cómo un país puede ser frontera en sí mismo: entre el mundo latino y el mundo eslavo, cuando está enclavado a medio camino entre lo germánico y lo nórdico. Todo se lía más cuando este país se reivindica a sí mismo como Sármata y se imaginan procediendo del Mar Negro, cuna de civilización y barbarie, como explicó con maestría Ascherson.

Ir recorriendo los tesoros de un país nos permite acercaron s lo que el país fue y a lo que sus personas sintieron e imaginaron. De fondo, esa cruel seña de identidad europea, que un día nos recordó Cotarelo en clase: “Europa no sería europa si no se repartiera Polonia cada cien años”. Venimos a ver a la Dama, pero está demasiado protegida. Así que me quedo dialogando con Rembrandt. Su niña asomada en el cuadro es de una modernidad asombrosa. Pero asombrado de verdad. John the Minor me cuenta sus experiencias en Rusia. Aquello es lo eslavo. El tiempo se detiene, me dice. Es un país demasiado grande para ser un país, le contesto.

Nos deja buen gusto la exposición. Salimos y nos internamos en el Madrid de los austrias de tertulia. La universidad, la izquierda, el quince eme… nos vamos animando y nos vamos de cena. Paga oscarnello. Mira que pensar que el simplón iba a conseguir aguantar hasta marzo…

9.8.11

Copazos estivales

Se hacía de noche en Castilla. Cargados de comida y de bebida. Rosado de Toro y algún gintonic. Y claro, a Oscarnello y a mí no hace falta darnos mucha excusa para que nos pongamos a hablar de nuestros temas. La historia como tema. Y como excusa. Aguantamos durante los Rejones, pero ya en las copas la tertulia se nos iba de las manos. Me presentó a un conocido. Cada vida es una historia. Cada historia esconde muchas lecciones. Un empresario de la zona, vinculado a la construcción, que empezó a ir de vacaciones a Ibiza hace treinta años. Hizo amigos. Coño, tú que eres serio, porque no me haces esto, surgió algún día. Y así empezó. Montó un negocio. El negocio como negación del ocio. Y ahí sigue. Una semana aquí, en la estepa castellana, la siguiente en Ibiza. Cuando se va, se levanta a las tres de la mañana para estar en el avión, en Barajas, a las siete. Nos tomamos una copa con él. Nos cuenta la crisis. Un castellano emprendedor, casi comercial. Extraño en estas tierras. Pero es que aquí también floreció la amistad. Y hasta el amor, a veces, como escribe Claudio Rodríguez.

Cuando se va le comento al pequeño Matzerath que la historia la hacen las personas. Con sus decisiones. Pero también con sus omisiones. No hay nada parecido, ni por asomo, a la burguesía, o a la clase obrera, ni siquiera a los sanabreses. Esos conceptos vacíos son entelequias. Lo que hay son personas. Que construyen con esfuerzo su propia identidad, luchando a veces contra un destino cabrón que no permite finales felices. “joder como te pones con la Seagrams, cabrón”, me dice Oscarnello mientras se acerca a la barra a pedir otra. Seguimos de fiesta…


PD: Claudio Rodríguez escribió: Tanta serenidad es ya dolor. Y Vallejo se angustió cuando se prenguntó: ¿Y si después de tanta palabra / no sobrevive la palabra?

8.8.11

Mirando el nombre de esta plaza

Azares laborales me llegan a mentar casi cada día a Manuel Gómez Moreno. Nadie lo recuerda ya, y muchos de los que pisan su calle no tienen ni idea de quien fue Gómez Moreno. Cuando estaba en la carrera, o ya cuando estaba haciendo de negro, no lo recuerdo bien, aprovechaba mis ratos libres de visita en la Nacional para consultar documentación sobre la mi tierra senabresa. Y muchas veces me cruzaba con Gómez Moreno. A él le leí, por ejemplo, que un abad Martín, huyendo del hambre o de la peste, no lo recuerdo bien, había salido desde Mazote para poner en marcha el monasterio de Castañeda. También me crucé con él en Braganza, visitando el Domus, durante aquel viaje del presunto y vitela.

Gómez Moreno es una metáfora más que demuestra que aquella bobada la “España africana” de la tropa de la ILE, capitaneados por el tal Giner, era una bobada. En 1900, el Gobierno dispuso la formación de un catálogo monumental y artístico de la nación. Gómez Moreno, un humanista granadino, que con pocos años viajó ya a Italia. A él le tocó realizar, en 1903, el Catálogo Monumental de la provincia. A ello se puso aquel verano, recorriendo no sólo la capital, sino también las tierras del oeste, entre ellas la Sanabria. Realizó mapas, anotó, preguntó: tengo uno delante, de la mi tierra, salen los nombres de los pueblos. También el del mío. Veo el plano del Macho que levantó. Volvió más adelante para completar la recopilación de datos, empezando en 1905 a escribir el Catálogo. Aquí se le debe mucho. El legendario Bote de Zamora, que tanto revuelo causó en el Parlamento hará ahora un siglo. El Catálogo lo acabó pronto, aunque tardó años en publicarse, pero allí está el saber de una época en la que no había Internet y para ver los monumentos había que desplazarse hasta los lugares en los que se ubicaban. Su carrera siguió en el Centro de Estudios Históricos y hasta el final de su vida tuvo el reconocimiento de los hunos y de los hotros.

Aquella España que nacía al mundo moderno, hace ahora un siglo.

Aquella España que no pudo ser

Aquella España