Cultura
en Madrid, decía. A los pocos días, nos acercamos a ver la exposición sobre
Giacometti que también ha organizado la Fundación Mapfre. Sensacional. Hay
maneras de perder el tiempo y maneras de aprovecharlo. La vista fue, a mayores,
un conjunto de azares: aquí en Madrid el azar es casi siempre provechoso: una
reunión a la misma hora, un almuerzo para pergeñar el futuro y, ¡alehop! En un
rato estábamos todos delante de la obra del suizo.
Mi
primer acercamiento serio me lo ha revelado como un magnífico artista. Yo sólo
conocía de él el hombre que camina. Es difícil ser una persona culta en estos
tiempos: nos queda tanto por conocer, por leer, por celebrar, por visitar. Por
compartir. Un montaje sabio e intuitivo. Un recorrido por su vida y por su
obra. Hay que apreciar su evolución para ver cómo acaba y en qué momento
artístico lo hace. No es casual, pienso, que su hombre y su mujer sean posteriores a
1945. Si tuviera que explicarle a alguien ese corto siglo XX en dos obras elegiría a mi bebedora favorita y a este hombre esquematizado hasta el absurdo.
Interesante tipo Giacometti. Un artista lleno de matices.
Una
exposición deliciosa. La quitan el domingo. Apúrense si están por La Villa de
Madrid.