31.7.10

Un óxido profundo de tristeza, ¿será porque hace calor?

Treinta y ocho grados en la calle. Estoy almorzando en Mérida, la ciudad a la que Zamora debe su escudo. La Taberna de Sole. Siempre fui muy de allí donde fueres, haz lo que vieres. No ha ido mal el día. En lo laboral, digo. Ahora aprovecho para reflexionar. Gazpacho extremeño con virutas de jamón y manzana. Reflexiono: “dónde empieza y dónde acabará / el destino que nos une y que / nos separará”. Si hace un año alguien me hubiera dicho que iba a estar como estoy y donde estoy lo hubiera tachado de loco. No vivo en el mismo sitio, no vivo con la misma persona, apenas trabajo en lo mismo y algunas de las personas que hoy son relevantes en mi vida eran completas desconocidas. Tinto de la ribera del Guadiana, por favor. No, no me he caído de un guindo, me he caído de varios. Nada es para siempre y la fidelidad es un concepto premoderno que no casa bien con un mundo que sigue yendo a toda mecha, a toda mecha. Y he descubierto varias cosas; que soy humano, y no es la menor. Que las cosas me afectan. Que no soy capaz de dominar todo lo que siento. Que “las cosas importantes aquí / son las que están detrás de la piel”. Que el tiempo pasa. Que las cosas más salvajes que uno imagina a veces se hacen realidad. Que quien tienes en frente puede que esté pensando exactamente lo mismo que tú, aunque no se atreva a decirlo. Que Claudio Rodríguez y su búsqueda de la claridad es lo mejor que se ha escrito en castellano en el siglo XX. Bacalao a la salsa de gambas, gracias. Que no soy tan buena persona como pensaba. Que algo ha hecho click, joder, y no sé hasta dónde ha llegado la rotura. Que se vive mejor solo que en rutina, porque no es lo mismo estar alone que estar lonely (ya lo experimentarás, ya...). Que el que mucho abarca mucho miente. Que tengo en fin "un miedo terrible de ser un animal / de blanca nieve [...]". Mis guindos, tan queridos, de los que he caído: claro que todo lo sólido se desvanece en el aire, y no sólo lo social, también lo personal; hay gente que es egoísta, ya está; qué horrorosos son los domingos, por dios; a veces, ante el miedo, lo mejor es taparse la cara con las manos y pensar que lo que nos da miedo pasará, aunque no sea así. Nunca es así, de hecho. Café americano, por favor. No usar a nadie como un medio, todos somos fines en nosotros mismos. Descubriendo el sexo, ¿Será la búsqueda del tiempo perdido?. Que algunas parejas acaban bien y otras, ¡ay! duran toda la vida. Que quien se esconde detrás de los días (no lo olvides nunca, yo lo aprendí en Braziers pero tardé años en entenderlo) termina por ser descubierto. Que siempre quiero llevar razón (¿hay alguien que argumente pensando que no la tiene?). Que yo lo que amaba era un pájaro, aunque haya pájaros, ¡ay!, que vivan felices en cárceles de oro.

Que no sé bien, en fin, porqué sigo manteniendo esta bitácora si lo que escribo no vale para nada.

(Perdonen la tristeza).



PS: "Aún no pongáis las manos junto al fuego. / Refresca ya, y las mías / están solas; y qué importa, si luego / vais a venir, que se me queden frías. / Entonces qué rescoldo, qué alto leño, / cuánto humo subirá, como si el sueño, / toda la vida se prendiera [...] ("Al fuego del hogar", del libro "Conjuros" (1958), de Claudio Rodríguez

30.7.10

Lecturitas... de verano...

Volvía andando a casa y, esta vez sí, me acerqué a la biblioteca de Buenavista. Es una biblioteca municipal, ubicada en lo que debió de ser una antigua casa razonablemente solariega. Entro. Las bibliotecarias son todo amabilidad. Es pequeña y está bastante compacta. Ya se sabe que para Gallardón y los socialistas del pepé, la cultura o está en el sur o ha de ser muy cara, así que si uno busca una biblioteca espaciosa en el norte de Madrid, no la hay. Hay poco fondo de los temas que me interesan. Me entretengo paseando por los estantes. Tenía un carnet lejano, de cuando vivía en Hortaleza, hace ya tanto tiempo. Fui una sola vez y me asustó el estado, lamentable, de la biblioteca. No sé cómo la gente del sur no vota en masa a Gallardón y todavía entiendo menos cómo los del norte lo siguen votando.

Recorro los estantes de la biblioteca poco a poco, como Borges me enseñó a hacerlo, dejándome llevar por cada una de las estanterías hexagonales que la forman y que son, quién lo duda, parte de esa gran biblioteca de Babel que es el universo. Al final, me decanto por cuatro ejemplares. Siempre me pasa lo mismo; soy un ansioso de las bibliotecas y no puedo resistir. Tengo ya otros tres o cuatro esperando en casa para este verano, pero no puedo resisitirme:

A ver si mañana tengo un rato y les cuento los que ya tenía en casa. ¿Cuántos leeré? Menos de los que me llevo, no les quepa duda…


PS: […] "unas memorables palabras del judío alemán Heine: “Allí donde ardan los libros, acabará por arder el pueblo.

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 227


PD: no paro. Ayer relajado café con D. Manuel. Hoy, despedida a Miguelito, que se nos va el tío a trabajar a la Sanabria. Mañana, almuerzo con Asier, a quien he de convencer de que sea ahora él quien vea los océanos azules. El problema no es cuando no ves a alguien, el problema es cuando alguien decide por ti a quién puedes ver y a quién no. Una semana, nada menos. ¿El principio del fin? Espero que no…

29.7.10

Lugares míticos donde se calma...

Estoy encantado transitando los lugares donde se calma el dolor. A ver si lo acabo y tengo un rato para hablarles del libro. Ayer descubrí, casi quince años después, uno de ellos. Le cuento, desocupado lector. Siempre que volvía a casa por la emetreinta desde la Facultad encontraba unos jardines a la altura de Goya. Un día le pregunté a mi padre, a la hora de comer, “Es la Fuente del Berro”, -me dijo mientras apuraba la cabezadita en el sofá- la mejor agua que había en Madrid”. Intenté buscarlo dando paseos al azar, aprovechando que yo en aquellas época, debíamos de estar en el noventa y siete, tenía muy trillado el Barrio de Salamanca. Nunca lo encontré. Es verdad que tampoco lo busqué de manera sistemática, pero en aquella época tan lejana de ausencia de gepeeses y de google maps, no era fácil orientarse.

Nunca lo olvidé.

Ayer salí pronto del trabajo. Me dejé el hueco libre para acercarme a disfrutar de Turner y de su magnífica exposición, pero al final no hubo nada y decidí salir a dar un paseo con la intención de ir andando hasta casa. Como ahora trabajo cerca de la zona, al llegar a O´Donnell empecé a callejear en busca de una biblioteca que sé que hay por allí. Y, de pronto, en Enrique D´Almonte, me di de bruces con él. La Quinta de la Fuente del Berro. Un refugio de sombra y silencio entre la emetreinta y el barrio de Salamanca. Me siento a leer. Es el azar, que a veces es luminoso: César Antonio Molina me lleva a orillas del Moika, en San Pertersburgo, en lo que fue la casa en la que vivió y murió Pushkin y, de repente, alzo la mirada y, alehop, tengo delante una estatua del poeta ruso que alguien colocó aquí alguna vez. Es un momento demasiado hermoso como para saborearlo solo, pero prefiero no descolgar el teléfono. A veces, es verdad, soy demasiado expansivo y pretendo compartir cosas que a los otros pueden no importarles una higa. Así que venzo mi impulso y decido seguir paseando.

Va cayendo el calor en Madrid, salgo del Parque por los Peñascales. La luz de Madrid, cuando declina el día. Hablo con Jesús y nos comentamos recíprocamente un par de artículos. Él ha escrito uno borgeano sobre La Cueva, y yo le comento que cada vez me parece más provinciana la historia local, aunque sea lo único que escribo. Lo universal es lo local sin fronteras, dicen los paletos. Espero que no. Lo universal es, gracias a dios, la ausencia de lo local.

Por cierto, iré a San Petersburgo. A pasear por la Perspectiva Nevski. Ya veremos cuando, pero iré…

PS: "Temo que vamos lenta e incruentamente hacia un mundo sin libros. Internet es una inmejorable disculpa para tanto iletrado resentido. Todo el saber universal está metido en la red, pero cada vez hay menos personas cultas. Y la cultura es la que trae la libertad individual".

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 228

27.7.10

Yo soy mejor que tú, claro

Debíamos de estar en 1993 ó 1994. En el McDonlads de Diegodeleón con Nicolás de Peñalver. Mails y yo. Llevábamos un rato hablando sobre la izquierda y la derecha: “nosotros, me resumía, somos solidarios, nos preocupa la gente, no como a vosotros, que sólo os importa el dinero”. Callé. A los cinco minutos, no más, entró una mujer, de unos treinta años, con pinta de drogadicta. Se acercó humilde a la mesa, “no tendréis algo para darme por favor, tengo hambre y sida”. Los dos respondimos a la vez: "no, váyase por favor". En ese momento luminoso entendí la diferencia entre la izquierda y el resto del universo. Los dos habíamos respondido lo mismo pero sin embargo él, que era de izquierdas, era mejor persona porque a él sí que le preocupaba la yonqui, aunque los dos la hubiéramos ignorado igual.

La doble moral de la izquierda.

Soy mejor que tú porque yo lo digo, no por mis obras, ni por mi ética, simplemente porque yo lo digo. ¿No dijo el simplón de León que las palabras habían de estar al servicio de la política…?

Ahora sale el caso del tal Saramago, ese faro de dignidad para nuestros tiritis y la gente se asombra. Yo no.

Siempre han sido así.

No cambiarán nunca.

Hace años que sostengo que podemos convivir con los malvados, pero que es un calvario hacerlo con los idiotas.

PS: "Más tarde, Mao afirmaría que cuando era niño y vivía en Shaoshan sentía una honda preocupación por los campesinos pobres. No existe ninguna prueba de ello. […] Nada indica que las raíces campesinas de Mao despertaran en él inquietud social alguna y muchos menos que lo impulsara un profundo sentido de la justicia. Chang, Jung y Halliday, J: Mao. La historia desconocida. Taurus, Madrid, 2006. Página 27.

PS: A Mérida. Solo. Claro. ¿Acaso pensaste alguna vez en ir acompañado?

25.7.10

Las generaciones...

Los niños. Lo comentaba con alguien el día que nació Elicia, hace ya más de tres años. Está naciendo la gente que, si todo va bien, nos enterrará dentro de muchos años. La gente que dirá: está mi tío muy mayor ya, o que dirá, murió el padre de tal o el abuelo de cual.

Pienso en todos los que han ido naciendo cerca de mí en estos últimos tiempos, todos los niños que, por uno u otro motivo, han significado, están significando y significarán algo (no lo dudes) a lo largo de mi vida; y pienso en qué será de ellos cuando sean ancianos y todos los que los hemos visto nacer hayamos desaparecido, cuando sea el año, yo no sé, 2068 ó 2070 y ellos sean ya mayores. ¿Qué recordarán de su infancia?, ¿Qué de sus padres, de sus abuelos, de sus tíos? Dónde andará, en ese momento el hijo de Joao, mi estimado Álvaro, que siempre que me ve me llama y me sonríe; dónde Elicia, ¿Habrá tenido hijos y nietos sanabreses o la postmodernidad habrá borrado ya este jardín premoderno que con tanto esmero estamos cultivando?, a qué habrá dedicado su vida el hijo de Mi General, y qué habrán sido sus hijos: ¿americanos, europeos, vascos, españoles? Dónde habrán acabado viviendo los dos niños de Hannah, qué recordarán de una madre que tanto los quiere aquí y ahora, lo mismo que los hijos de Bebé; o el hijo de Amelí, qué recordará de un abuelo que lo lleva por el campo; o la hija de Chisun, mi admirado Chisun, ¿qué pensará de la España del cambio de siglo, la España en la que se criaron sus padres?

Gracias a Ortega, sé desde hace muchos años que en realidad los hombre no nacemos en el vacío. Nacemos en una generación, con ella crecemos, sus valores compartimos o impugnamos y con ella morimos. Sus creencias son muy parecidas a las nuestras y el aire que respiramos, como la placenta que nos envuelve antes de nacer, está compuesta de partículas generaciones imposibles de entender cuando uno no está dentro de ella…

Por eso Dorian Gray acaba volviéndose loco.

Por eso nunca somos amigos de nuestros padres ni de nuestros hijos. Porque nuestros amigos han de compartir nuestro ethos generacional, y eso no nos puede pasar con alguien que no pertenezca a nuestra época.

Por eso, desocupado lector, y cito de nuevo al maestro Ortega, un hombre se parece más a su tiempo que a su padre..


PS: "Una generación es una variedad humana, en el sentido riguroso que dan a este término los naturalistas. Los miembros de ella vienen al mundo dotados de ciertos caracteres típicos, que les prestan fisonomía común, diferenciándolos de la generación anterior. Desde ese marco de identidad pueden ser los individuos del más diverso temple, hasta el punto de que, habiendo de vivir los unos junto a los otros, a fuer de contemporáneos, se sienten a veces como antagonistas. Pero bajo la más violenta contraposición de los pro y los anti descubre fácilmente la mirada una común filigrana. Unos y otros son hombres de su tiempo, y por mucho que se diferencien, se parecen más todavía. El reaccionario y el revolucionario del siglo XIX son mucho más afines entre sí que cualquiera de ellos con cualquiera de nosotros. Y es que, blancos o negros, pertenecen a una misma especie, y en nosotros, negros o blancos, se inicia otra distinta".

Ortega y Gasset, J: “La idea de las generaciones”, en “El tema de nuestro tiempo”, publicado en 1923.

23.7.10

De Claudio a Sebastian, pasando por Amis y una mano errabunda...

No es fácil encontrar momentos para el optimismo. Aunque a veces los hay. Puede ser la lectura de dos versos, al azar, de Claudio Rodríguez, puede ser la sonrisa franca de alguien, el apretón de manos sincero de un amigo, o una mano que se posa, confiada, sobre tu hombro. O simplemente ver la cara de quien te habla. Y ver qué gesto se esconde tras esa cara. Porque a veces las cosas más hermosas se dicen en silencio y se dicen, ¡ay!, incluso sin que queramos decirlas. Ese momento, delicado, en el que nos traiciona el gesto, y somos capaces de explicar más en una fracción de segundos que en varias horas de conversación.

Es julio y llevo un par de días, cuando me siento a escribir, recordando a Mihail Sebastian. Recordando su Diario y algunas de sus páginas. Lo recuerdo sentado en algún café de Bucarest, tarareando algún clásico.

No logro saber porqué me viene, precisamente ahora, su imagen y algunas de sus frase cada vez que escribo. Y es que quizá los autores, como las personas según nos enseñó Amis, cuando mueren no van al cielo ni al infierno. Van al corazón de las personas que las recuerdan. Y ahí viven, ya para siempre...


PS: "Una mirada, un gesto, / cambiarán nuestra raza. Cuando actúa mi mano, / tan sin entendimiento y sin gobierno, / pero con errabunda resonancia, / y sondea, buscando / calor y compañía en este espacio / en donde tantas otras han vibrado, ¿qué quiere / decir? Cuántos y cuántos gestos como / un sueño mañanero, / pasaron." […] (“Gestos”, de Claudio Rodríguez)

21.7.10

Ir a las Cortes

Es una pena que el ciudadano no se informe de lo que pasa en la vida pública a través de lo que sus representantes hacen en las Cortes Generales. Se llevaría algunos chascos, es cierto, pero también abundantes sorpresas. Uno, que es curioso por naturaleza y un poco peter pan, a qué vamos a negarlo, sigue, tantos años después, el debate sobre el Estado de la nación con el rabillo del ojo. Sobre todo desde que Rajoy es interlocutor del dizque presidente este que se supone que nos gobierna.

En la sesión celebrada el miércoles de la semana pasada Rajoy estuvo sencillamente demoledor. No deje de leer por favor las cuatro páginas de su intervención pinchando aquí (de la 12 a la 16). Le dio a Zapatero hasta en el cielo de la boca. Con estilo, con contundencia, con rigor. Cómo se nota dónde hay alguien que sabe de algo y donde hay alguien que aun hoy, tantos años después, no sabe ni dónde tiene la mano derecha.

No me entra en la cabeza que haya gente que vaya a votar, de nuevo, a este calamidad.

Disfruten de Rajoy en estado puro. Uno de los mejores oradores de la reciente historia parlamentaria de España


PS: "Yo, cada noche, le dijo a mi mujer: «Sonsoles, no te puedes imaginar la cantidad de cientos de miles de españoles que podrían gobernar»". (Entrevista publicada en El País Semanal el 4 de julio de 2004)

20.7.10

El señor Manuel

El año que viene hará veinticinco años de su muerte. Y sin embargo, me lo sigo encontrando por la Sanabria de vez en cuando. Es verdad que cada vez más, muy de vez en cuando, pero me lo sigo encontrando. Una o dos veces al año, no más, pero reconforta. Hace un par de veranos fue el señor Romá el que me habló de él. De su primer reloj, comprado en su casa, que luego fue la mía, con su primer sueldo, apenas con quince años. Me gusta que me hablen de él porque a mí se me fue pronto, con apenas doce años, y no me dio tiempo ni a escucharlo ni a conocerlo algo mejor. Su perfil se me va volviendo cada vez más borroso y apenas soy capaz ya de recordar su voz. Hace año y medio Romá también me dijo, tras acabar un acto público: “qué contento estaría el ti Manuel si viera ahora a uno de sus nietos y a la nieta del ti Francisco compartiendo escenario y Junta tantos años después en Madrid”. Y yo sonreí, claro.

Este domingo fue D. Jesús quien me habló de él. A Jesús hay que tratarlo de don porque así hace todo el mundo en mi pueblo y yo soy un hombre de derechas que respeta las tradiciones. D. Jesús me abrió las puertas de su casa y me enseñó documentos. A una rata de biblioteca indolente como yo no se necesita mucho más para ganárselo. Causas civiles y criminales de la Sanabria del XIX y principios del XX. La historia de varias de las familias más renombradas de la tierra. Algunas pistas nuevas, “la casa de Torres”, abajo, de camino al Campo. Quizá un misterio como el de “la casa de la tía Ysabelilla” que tal vez nunca resuelva. El padre de D. Jesús fue médico en el Mercado varios años y allí se hizo amigo de mi abuelo. Su mujer, la madre de D. Jesús, se hizo asimismo muy amiga de Encarnación. A veces iban a cazar juntos, también con los hermanos de mi abuelo. Los tres hijos de aquel Pedro del que ya les hablé. Estábamos abajo, en lo que fueron las cuadras y yo me iba ya; D. Jesús me miró y me dijo: “no ha habido un comerciante igual en Sanabria, un hombre bueno, alegre, siempre dispuesto a ayudar.”. Nos damos la mano y nos despedimos, y mientras abandono su imponente casa sonrío, claro.

Me gusta que me hablen de él. Al fin y al cabo, a él debo mi nombre, y desde que conocí a Aresti ya sé que, “Pensatzen dut nire izena / nire izana dela, / eta eznaizela ezer espada / nire izena”. Es decir, si Mi General no me corrige: “Pienso que mi nombre es mi ser, / y que no soy / sino mi nombre”.


PS: parecidos razonables, Heriberto Cairo, nuevo rector de mi Facultad, y Karl Marx.

19.7.10

Estuve en la ferre...

Estuve en la ferre. Hoy la ferre es un espacio envejecido, fragmentado, al que la humedad se va comiendo poco a poco. Hace veinte años todo fue diferente. La ferre era, para mí, un espacio de juego. Bajaba con mi madre al Mercado a eso de las nueve de la mañana sabiendo que allí estarían el que con los años sería Mi General, y el Mile. Y sabiendo que quedaba por delante un día, otro más, de juegos. Para un joven urbano como era y fui, la ferre era un espacio mágico, un Macondo particular sobre el que ir descubriendo el mundo. Un Macondo real, creado casi a la vez que la Aracataca del nobel colombiano. Y es que había cosas que eran, efectivamente, tan recientes, que para nombrarlas había que señalarlas con el dedo: la fragua del abuelo, donde tallaba las cruces de todos los entierros, la cristalería, las gafas, las azadas, la pirotecnia, la pólvora. Y luego, ese espacio caótico e imprevisible que era “ahí atrás”, donde los niños jugábamos en completa libertad. ¿Quién ha olvidado aquel seiscientos matrícula de Ávila, bautizado “manolo” por jesúsjavier?, ¿Cómo perder de vista al mauri, aunque hayan pasado más de veinticinco años?

La ferre eran esos bocatas de tulipán con azúcar que nos preparaba la abuela al volver de la peña, ¿Se acuerda usted, Mi General? Más de veinte primos en aquella España en tránsito a la modernidad, en la edad en la que uno disfruta de sus primos, escuela de vida y de cómo irse convirtiendo en persona.

Estuve en la ferre, ya digo, y mientras Ángel echaba un vistazo a la instalación eléctrica, me entretuve tocando las cajas en las que se guardaban las puntas, las arandelas, las pilas, los tornillos… ahora está todo desordenado y lleno de telarañas, pero siguen manteniendo la textura y las formas de antaño. Las tocaba con las manos y me parecía ver al abuelo sentado detrás del mostrador, invitando a un café al último cliente que acababa de entrar, contando un chiste a quien pasara por allí o haciendo las cuentas.

Estuve en la ferre. Fue una hermosa manera de pasar la mañana del sábado.

Estuve en la ferre. No se caerá. Porque como cantaba Rosendo: “No sé si estoy en lo cierto, lo cierto es que estoy aquí…”

No

PD: Hablar, hay que hablar. Siempre, y ahora con más motivo. Por eso, no puedo dejar de volver a citar los mismos versos de José Emilio Pacheco que el viernes.

En cierta manera, me reconfortan.

“Para quien no haya visto cuanto yo vi / parecerá mentira lo que pasó. / El mundo es diferente. Todo cambió. / No volverá a ser mío lo que perdí. / ¿Dónde estará el pasado que terminó? / ¿Cuál camino transita quien antes fui?

PS: ayer a la noche, empero, no tuve más remedio que volver a Auden: “Stop all the clocks, cut off the telephone, / Prevent the dog from barking with a juicy bone, / Silence the pianos and with muffled drum / Bring out the coffin, let the mourners come". Ya saben: “Que se paren los relojes, que se corte el teléfono…”

17.7.10

Empieza el verano

Antaño, este fin de semana marcaba, de alguna manera, el inicio de las vacaciones de verano. Hacía unos días que había llegado de Madrid, Mi General y el Mile estaban o a punto de llegar o ya por aquí. En mi pueblo, también la tropa empezaba a juntarse. Y sabíamos que empezaba el verano porque llegaban las fiestas de Asturianos. Las fiestas del Carmen. El sábado íbamos al Lago, cenábamos en el Mercado y, tras cambiarnos, marchábamos a Asturianos. Era un viaje raro porque era inverso: normalmente cuando uno estaba en la Sanabria sólo pasaba por Asturianos de camino a Madrid. Pero este finde era diferente. Era el inicio del verano. Luego llegaban, la memoria quizá me falle, las fiestas de Robleda, con aquellos partidos de vóley, aquellas paellas a media tarde y aquellos bailes con maría manuela y sus amigas. Luego venía Zirbaaaaaantes, con Manolito bailando con su camisa, San Juan, Barrio, con aquellas caminatas de saberse ya mayor y cerrábamos el ciclo de agosto con las nuestras. Como éramos gente insistente, aún nos quedaba tiempo para acercarnos a la peregrina a San Martín de Castañeda, y cerrar el año con las Victorias en la Puebla (sin dejar de pasar, eso sí, por la “Padecida” y por la “Alcubilla”, un año con el Maestro Esteban y Miguelito devorando tortilla a la sombra de sus castaños milenarios…

Han sido muchos años sin venir. Y quizá pasen varios sin volver, ahora que veo que me hago mayor y que los sueños, como dijo Calderón, sueños son. Pero como estoy aquí, y como quiero disfrutar de la fiesta y de mis amigos, doy por inaugurado el verano. Y como el desocupado lector de esta columna sabe, no puede dar por inaugurado el verano si no es de la mano de Juaristi. Disfrútelo lector.

[…]

Entonces te preguntas

cómo será el verano de Rafael Ubierna

en su risueño cementerio cántabro,

sobre el mar que lo arrulla con dolientes peanes;

cómo, el verano de Perico Urquiza,

capitán de mercantes por heladas derrotas;

cómo, el de Antón Eguía, monje en Silos,

que fuera diestro cazador de chochas,

o el de Pepe Lecanda,

asidua carne de hospital psiquiátrico,

de cuyos diez intentos de suicidio

fue cada cual peor

que el anterior.

[…]

A quién pedirás cuentas de tus años inútiles,

parte maldita que cediste al viento,

hoy, que empieza el verano

y te faltan las viejas amistades.

16.7.10

Hablar

Hoy es día de viaje. A casa. Reflexiono sobre las conversaciones que he tenido esta semana. El ser humano es un ser que habla. Eso nos diferencia del resto. Cuando dejamos de hablar, con ella, con ellos, con él, vamos dejando, poco a poco, de ser personas. Hay que hablar, siempre. Aunque uno se tape la cara para expresarse porque se muera de vergüenza. Hablar. La conversación del maestro Esteban, a estas horas ya rezando en la capilla de Europa; la conversación con Oscarnelo, a medio camino entre la melancolía y la asunción vital, la conversación con Bebé y con Miguelito, a dos tiempos diferentes pero como si hubiera sido casi la misma. Las conversaciones, en fin, con Hannah i amb el Albert, que tanto me han ayudado todos estos meses.

La gente con la que no hablas es la gente que te va diciendo cada vez menos en la vida. Es un buen indicador para saber en qué punto está tu relación con alguien: cuando hablas poco con ella, es que te interesa cada vez menos.

En fin, leo por ahí que García Pelayo dejó escrito que si los mitos caben aún en la política, es porque ésta no se ha liberado del todo de la religión. Y no sólo la política, mi querido paisano


PS: Reflexión del día, escribir cien veces “con el dedo grande en el aire”: hay cosas que es mejor no saber, hay preguntas que conviene no hacer. Y empezar a escribirlo a las seis en punto de la tarde, como en los poemas de Federico.


PD: José Emilio Pacheco escribió en su poema Bagatela: “Para quien no haya visto cuanto yo vi / parecerá mentira lo que pasó. / El mundo es diferente. Todo cambió. / No volverá a ser mío lo que perdí. / ¿Dónde estará el pasado que terminó? / ¿Cuál camino transita quien antes fui?

15.7.10

Sólo hay una forma de aplacar a un espíritu...

Atravieso lentamente los lugares donde se calma el dolor. Me cae bien Molina, siempre lo hizo. Que el simplón de León lo cesara para poner en su puesto a una titiritera hizo que mi estima por él aumentara. El libro es denso. Complejo. Me atrajo su título, desde el principio. Las primeras cuarenta páginas han sido un suplicio. Un espejo ante el que ver reflejada mi enorme incultura en temas clásicos, fruto ya de una esmerada educación en democracia. Gracias a dios no ha salido el imbécil del divinal Odiseo de los cojones, porque eso ya hubiera sido insoportable.

El caso es que no me enteraba de nada. Ahora la cosa va cambiando. Estamos ya en Trieste, hemos entrado en casa de Claudio Magris y estamos rememorando la ciudad que Joyce recorrió a principios del siglo XX. Me cae bien Joyce. Obviamente, no sólo no he leído Ulises sino que ni siquiera lo he intentado nunca. El retrato del artista adolescente es correcto y, sobre todo, es autor de ese fantástico relato, Los muertos, que es un hermoso y elegante aviso sobre los peligros que el nacionalismo trae consigo. Creo que nadie como él ha conseguido, en tan pocas páginas, condensar la melancolía que hay detrás de cualquier bobada nacionalista. Y eso que es un cuento que no habla, estrictamente, de nacionalismo, más allá de la metáfora del nieve que iba cubriendo toda Irlanda.

Me cae bien Joyce. Me cae bien los que no se dejan arrastrar por la retórica patriotera de los canallas. Los que saben que, por encima de etiquetas, en el mundo no hay más que buenas y malas personas, con independencia de donde hayan ido a nacer.

Me caen bien los irlandeses anglófilos, qué le vamos a hacer, los que nunca se dejaron seducir por la vieja que pasó llorando, como mi admirando Conor Cruise O´Brian.

Decía el himno electoral de Ciudadanos de Cataluña, aquel hermoso intento de construir política fuera del lamentable catalanismo, que “no pensar diferente / es quizá no pensar”. Pues eso.


PD: en 1915 Patrick Pearse escribió: "He aquí los espíritus a quienes he resucitado estas Pascuas, los espíritus de los muertos que nos han legado a los vivos sus esperanzas. Los espíritus son seres molestos para tener en casa o en la familia, ya lo sabíamos aun antes de que Ibsen nos lo enseñará. Sólo hay una manera de aplacar a un espíritu. Hay que hacer lo que nos pide. A veces los espíritus de la nación nos piden grandes cosas y hay que aplacarlos a cualquier precio".

14.7.10

Tarde con el maestro

Ayer hubo tarde con el maestro. El maestro, a estas alturas, sólo puede ser el maestro Esteban, con ese nombre como de aquel que en un relato que hubiera firmado Borges (¿quién si no?) se encargó de diseñar todas las catedrales góticas del mundo. Nos vimos a media tarde, en esa zona de Madrid que ni es suya del todo ni mía tampoco, aunque los dos podríamos llegar desde casa dando un paseo. Fue memorable. Ponernos al día y teorizar sobre la vida. Como en un libro de Pérez Reverte, el maestro no ha perdido la esperanza, tantas cosas después, de que la vida puede ser otra. De que la vida se puede vivir de otra manera. Le conté mis planes, me participó de los suyos. Se marcha a finales de la semana al sur. Tiene pendiente volver a Sanabria, que siempre fue su Comala particular. Algunos consejos, varias recomendaciones. También de lo laboral, claro, porque no sólo de mujeres (de las antiguas, de las nuevas, de las que se han ido, de las que volvieron...) hablamos el maestro y yo.

Cuando se nos hizo de noche con tanto palique llamamos a Miguelito. Allí estaba ya casi la mitad del Grupo Otoño. Nos fuimos a cenar. Más tertulia. Más pasado, más presente y sobre todo más futuro. El vino nos hizo soñar con retirarnos todos al campo, montar una casa rural y vivir sólo a base de ver amaneceres. Eran casi las doce cuando nos despedimos. En Madrid no corría una maldita brisa de aire. Nos abrazamos antes de subirme al taxi. Cuídate perro, me dijo, como me dice siempre desde hace casi veinte años.

Buen verano, maestro.


PS: "Un libro de una biblioteca personal esconde a veces mucho más de lo que el lomo da a entender. Una dedicatoria, por ejemplo. O la fecha de su compra, junto a la firma del comprador. O, entre sus páginas, un recorte de periódico, vinculado o no a la obra en cuestión".

Pericay, Xavier: Filología catalana. Memorias de un disidente. Barataria, Barcelona, 2009. Página 39.


PD: bastante agobiado toda la mañana, la verdad.

13.7.10

La vida como representación

Fuimos al Español a ver El arte de la comedia. Albert se me está revelando como un reputado gourmet del teatro y me va invitando, de vez en cuando, a acompañarlo a sus excursiones vespertinas a los diferentes corrales de comedia que pueblan la Villa y Corte.

La obra es de Eduardo de Felippo, el autor de Filomena Martuano. Una reflexión sobre la vida de los cómicos, vagamente cercana al magnífico viaje a ninguna parte, y sobre la relación de estos con el poder. La obra va a más tras un inicio un tanto plomo y el final es, sencillamente, delicioso.

El teatro. La vida como máscara; un lugar donde esconderse o donde, por el contrario, mostrarse como uno es.

El teatro, algo que nunca debimos (el plural no es mayestático) abandonar. Porque es el teatro, y no los quinquis de los altermundistas, el que nos demuestra que, efectivamente, otro mundo es posible. Que otra vida es posible. Una vida en la que alguien te regala entradas para el teatro porque sabe que te gusta.

El teatro, la máquina de radiografías que nos muestra que, como dijo una vez el bardo de Avon, “todos estamos hechos de la misma materia que los sueños”.

Al teatro hay que volver. Ahora. Y siempre. También cuando ya nada de esto importe.


PS: "En semejante ambiente se fusiló sin alboroto a famosas figuras culturales. El escritor Isaac Babel fue detenido en su dacha. Su posterior juicio duró veinte minutos y se le fusiló a la mañana siguiente. El mundialmente famoso dramaturgo Vsevolod Meyerhold fue detenido y ejecutado en circunstancias similares […]. El poeta Osip Mandelstam sufrió una muerte ignominiosa en un campo de tránsito en el extremo oriental de Rusia. En una ocasión había bromeado: “Rusia es el único lugar donde la poesía es verdaderamente importante. Aquí matan a la gente por ella”.

Tzouliadis, T.: Los olvidados. Una tragedia americana en la Rusia de Stalin. Debate, Barcelona, 2009. Página 105

11.7.10

Sobre la memoria como una de las bellas artes

Ya me pasó hace algo más de un año (joder cómo pasa el tiempo de rápido, me parece que haga siglos de aquello); en aquella ocasión con la cartera, tal y como recordará el desocupado lector de esta bitácora. Esta vez ha sido con el Ipod, salgo de casa de mis padres y lo meto en una de las tres bolsas que, como una loreta, llevo hacia mi casa. Lo he tenido allí para oír algo de música las noches de calor y falta de luz que he sufrido esta semana. Llego a mi casa, vació las bolsas, el Ipod no está. Lo he perdido, está claro, joder qué putada, para un capricho que me doy, bueno no pasa nada, en realidad lo uso poco porque su función ya me la cumple bien el Iphone. Esta mañana vuelvo a casa de mis padres. A por hielo. Me acuerdo de lo que me pasó hace un año y miro en la mesita de la habitación, donde estaba cuando lo cogí par meterlo, lo recuerdo perfectamente, en una de las bolsas. Allí está, claro.

Otra vez la memoria me juega una mala pasada.

El estrés.

O que me voy haciendo mayor.

Pero no puedo evitar, cuando me pasan estas cosas, pensar de nuevo en Baudrillard y su legendaria sentencia: “moriremos, si es que hemos nacido.”


PS: Ibsen escribió en “Espectros”, en 1881: "Señora Alving: En cuanto cojo un periódico, me parece ver fantasmas escabulléndose entre las líneas"

9.7.10

A la identidad a través del pulpo Paul

De acuerdo con los nacionalistas de todos los partidos, el tema de la identidad es algo muy serio, además de algo básicamente inmutable que nos relaciona con nuestros antepasados premuertos y con los vivos aún por nacer. Nada como que llegue un mundial para echar por tierra todas estas bobadas. Ahora resulta que en Barcelona la gente saca la bandera española del armario y que en Bilbao la tropa se baña en las fuentes para celebrar el triunfo de la selección.

Tengo el tema muy discutido con mi admirado John the Minor: las identidades nacionales son básicamente repugnantes, apelan a los instintos y permiten que uno se cuelgue medallas que no son suyas: como ha ganado este que es paisano mío, es como si hubiera ganado yo. Los cojones. Por eso para un nacionalista el deporte y lo simbólico es tan importante: si España mola, pues me mola ser español; si lo español es una mierda, pues prefiero ser catalán que queda más chic. Pura pose de unos formatos que no apelan al esfuerzo o al respeto, apelan a la mística y la mitología porque buscan conectar con la parte más melancólica del ser humano: un pasado remoto en el que todos hablábamos la misma lengua, en el que nuestros padres y abuelos aún vivían y en el que todos éramos hermanos. Por eso son tan reaccionarios los nacionalismos, todos. Son ideologías, el palabro es de Elorza, paseístas, en contraposición a otras ideologías que ponen su mirada en el futuro.

A mí personalmente me da un poco igual todo. Soy español porque mi cultura es esta y porque me he criado aquí. Y supongo que lo seré hasta que me muera, pero no me parece ni que haya que enorgullecerse (yo no elegí nacer aquí) ni entristecerse por ello. La bandera española me inspira respeto, pero no quiero que me inspire nada más, como no me inspira nada la bandera nacionalista catalana o vasca. La identidad es una cárcel y hay que intentar salir de ella: descubrir al otro, descubrir a los otros y construirnos a nosotros mismos más allá de lo que el medio (país, lengua, gustos culturales…) nos imponga.

En fin, nada que no haya escrito ya mi admirado Jon:

Creo que a Arteta, como a mí, no le mueve tanto la esperanza como un cierto sentido -trasnochado- del mejor individualismo. Es decir, de ese individualismo que ya se bate en retirada, pero, al menos, se bate. Como Auden, Arteta y yo creemos que la única tarea del pensamiento y la literatura consiste en la creación de una identidad individual frente a las presiones del medio, que solamente consiente identidades colectivas, las que vienen dadas por los determinismos culturales y sociológicos de origen. Es, por supuesto, una tarea destinada al fracaso. Freud, al que Auden profesaba auténtica devoción, observaba que el individuo va construyéndose a sí mismo con esfuerzo -poniendo yo donde antes sólo había ello-, para caer finalmente derrotado frente a la especie; uno se mira un día cualquiera en el espejo y ve el rostro de su padre. A partir de ese momento puede dar la batalla por perdida. Y ese momento nos llega a todos, inevitablemente. Pero sólo en la lucha por la propia identidad puede brotar la poesía, como quería Auden. O el pensamiento.


PS: Arcadi Espada escribió el 7 de julio en El Mundo: "El debate es una preciosidad paradójica y podrida, desde luego: porque en Cataluña hace más de treinta años que la bandera sólo es una pancarta. Su destino ha sido el mismo que el de la bandera española durante el franquismo: después de décadas de usurpación y manoseo ya sólo representa a los nacionalistas".


Coda: hoy es el cumple de bb y por fin puedo felicitarla así que, que cumpla usted muchos más, estimada amiga.

8.7.10

Todos estamos invitados

Todos somos varias personas a la vez. No hace falta haber visto El Club de la lucha, (una película por cierto sobrevalorada que le recomendó por cierto aquel que quien sabe si tal vez ya antes hubo otro) para darse cuenta. Jugamos varios papeles, e incluso dentro de ese papel (amigo, amante, hermano, sobrino, tío…) rara vez somos la misma persona. Por eso a veces cuando pienso en la eternidad, o en el cielo de los católicos, no soy capaz de comprender cuál de nosotros mismos es el que está plácidamente sentado en el cielo disfrutando de la eternidad. Así somos los hombres: cambiantes, contradictorios, volubles. Yo el primero, por cierto. Aprendiendo a mi edad cosas que quizá es mejor no aprender. O quizá sí, quién sabe.

Aprendiendo que un para siempre puede significar sólo un par de semanas, aprendiendo que la lealtad es relativa, que la gente cambia, que las relaciones humanas son complicadísimas, que las personas vienen y se van, que los amigos desaparecen, que se puede querer a alguien pero que, a la vez, se puede querer no estar con él, que a veces uno miente para protegerse. Que todo lo que uno es, y todo lo que uno ofrece, puede no ser suficiente, y que la vida va a toda velocidad.

Que a veces, en fin, para poder decir la verdad, uno ha de mentir(se).

En cualquier caso, esto es vivir, ¿Verdad Mi Coronel?


PS: Cavafis, siempre Cavafis: You said, "I will go to another land, I will go to another sea. / Another city will be found, better than this. / Every effort of mine is condemned by fate; / and my heart is -like a corps-- buried.

5.7.10

Finde rayano

Estuvimos en La Raya. Se me va haciendo familiar el camino, mire por dónde, desocupado lector. Llegamos tarde el viernes, aunque el viaje fue placentero; viajar hacia el oeste siempre lo es. En Vila Nova nos esperaban los amigos. Cena obispal, a base de bacalao, claro, y de vino de la tierra. Larga conversación y buen sobremesa. Al acabar, unos puritos, pero fuera, que Portugal es un país civilizado y no se puede fumar en los restaurantes. En ninguno. Y además, un poco de aguardiente casero, menos mal que entre Paco y Mi Coronel se trasegaron el mío y pude no quedar mal con los anfitriones.

Escúchalos a todos, todos tienen algo que contar, me dijo hace años Max Ehrmann. Claudia, que hizo magisterio y no se atreve a presentarse a unas oposiciones porque en Portugal la demarcación es nacional, y no quiere irse al Alentejo ni al Algarve. Su padre, que estuvo en Suiza; una infancia dura, casi en soledad con su hermano. Pero sin perder la sonrisa. Un amigo de su padre, que fumaba tres paquetes al día pero que ya lo ha dejado. Un perro asustado. El calor.

Nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, viaje hasta la Torre de Moncorvo. Hermoso pueblo, enclavado “puntacima” de donde el Sabor se une con el Duero. Un centro cultural ubicado en un edificio histórico. Un paseo por su biblioteca; libros sobre los territorios que formaban parte del Portugal multicontinental. La guerra de Angola, la terrible guerra de Angola. Llegan las autoridades. Nos falta Hannah. Esta vez predicamos Mi Coronel y yo. Mi Coronel está brillante y me sorprende en lo positivo, un buen discurso, bien articulado. Yo cuento el rollo de siempre mientras me fijo en las caras de quienes me escuchan. Ataco a España y a Portugal (“han sido un mal negocio para los pueblos de La Raya, eso está claro”), a los políticos (“o la sociedad civil en el mundo rural se organiza o los políticos nunca dejarán de ser caciques”) y les lanzo un reto (“tenéis que disolver la frontera”): la gente me escucha con respeto. La segunda parte de la mañana se va en una reunión de trabajo, bastante productiva, por cierto. Resulta que Europa, la Europa de los burócratas, no permite constituir asociaciones juveniles binacionales, tal y como desean aquí los jóvenes de ambos lados de La Raya.

Bajamos a almorzar a la Hoz, donde ambos ríos se juntan. El paisaje es, sencillamente, espectacular. Los jóvenes de ambos países acaban más o menos mezclados, hablando en castellano unos y en portuñol otros.

Hay que marcharse ya. Los portugueses nos desean suerte para el partido contra el Paraguay. Conseguimos llegar a tiempo a Salamanca para verlo y finalmente el Tran nos acoge en su casa. Por fin conozco a su hija. Una buena charla en el descanso, desde la terraza de su piso, dominando casi toda la ciudad.


PS: [los insultos] "que Julio Camba recibió durante su estancia en Cataluña, en el verano de 1917, por haberse atrevido a escribir que el hecho diferencial catalán no era el idioma en sí, dado que a los catalanes se les entendía perfectamente cuando hablaban catalán, sino el acento que tenían cuando hablaban castellano".

Pericay, Xavier: Filología catalana. Memorias de un disidente. Barataria, Barcelona, 2009. Página 274

2.7.10

Miscelánea vital

Viaje a Portugal. Como siempre, a La Raya. Hay algo en Portugal que me impide ir más allá. Ahora toca la Torre de Moncorvo, con mis amigos de la ACT Duero-Douro. Son una gente fantástica: en Castilla y León la Junta los margina porque la impulsa un alcalde socialista de un pueblecito salmantino; y en Portugal el gobierno los margina porque allí ahora, en la Vila Nova de la Foz Coa, gobierna la derecha. No me digan si, sólo por eso, no merece la pena hacerse los casi cuatrocientos quilómetros. Hoy cena y mañana impulso de una estructura de participación juvenil. Contra el poder, ahora y siempre, resistencia.

Almuerzo con D. Manuel. En el fondo fue como continuar la charla con Jorge el otro día en la cena; el futuro del libro, el futuro de los soportes, el futuro de los contenidos culturales. La locura de Zapatero y el derecho a llevar armas, el mundo barroco como características general de occidente, una vez pasado el paréntesis ilustrado, el español de América y el español de España. Varias recomendaciones cruzadas de libros y una sobremesa fantástica con invitada, además, de excepción…

A la noche, cine con mi alter ego cinéfilo; estuvimos viendo en los Verdi “A propósito de Elly” (el tráiler, pinchando aquí), de Farhadi, en versión original, claro. Buen cine, y una interesante reflexión sobre la culpa, sobre la soledad, sobre la vergüenza y la culpa de salirse uno del camino marcado, sobre el fatalismo de la vida, sobre lo difícil que es ser mujer en algunos lugares. Las diferencias culturales de una sociedad, la persa, mucho más compleja que la imagen que transmiten los medios y situada muy por encima de la locura de sus ayatolás.

Sigo sin luz, pero peor sería trabajar.


PS. Escribiría sobre la sentencia que declara inconstitucional una parte sustancial del dizque Estatuto de autonomía de Cataluña. De lo que supone de varapalo para este ¿gobierno? que lo avaló; del fracaso de una clase política, empezando por el pesecé, absolutamente incapaz de hacer nada a derechas. Pero me da igual, sinceramente. Con su pan se lo coman. Todos, incluido el pp, que ahora parece que se avergüenza de haber recurrido, no vaya a ser que no lo dejen sentarse a la mesa.


PD: "La ortodoxia catalana puede medirse por la distancia existente entre un acto cualquiera y la realidad en la que el acto se inserta. Cuanto mayor es esa distancia, más ortodoxo es el acto en cuestión".

Pericay, Xavier: Filología catalana. Memorias de un disidente. Barataria, Barcelona, 2009. Página 227