30.8.15
Recapitulación estival
24.8.14
Incógnitos fascinantes (I)
15.8.14
Lecturas agostiles (I)
El narrador grave que imagina siempre Antonio Muñoz Molina me acompaña esta vez hablándome de Todo lo que era sólido: sólo el título ya merece una lectura. A mayores, estoy también con a fascinante historia de un manuscrito hallado por Poggio Bracciolini en 1417 en el oscuro monasterio de Fulda y que dio lugar a El giro, de Stephen Greenblat. Me puse también con El pacto de los asesinos, un papelillo de Max Gallo, novelando la vida de esa mujer fascinante que fue Margarete Buber-Neumann.
Y por último, mediado ya el magnífico libro Incógnito, de David Eagleman. cómo funciona el cerebro y qué cosas sabemos de él. Sencillamente magnífico.
24.9.12
La religión y la gente peligrosa...
14.9.12
El cuerpo humano y aquella gente peligrosa
11.9.12
La gente peligrosa y la educación de la mujer...
Blom, P.: Gente peligrosa. El radicalismo olvidado de la Ilustración europea. Anagrama, Barcelona, 2012. Página 303
8.9.12
Las mujeres y la gente peligrosa
6.9.12
Aquella gente peligrosa... hablemos
1.9.12
Cuando el imperio fuiste(s) tu, o un Planeta en digital
Su infancia, en el salvaje Brasil de principios del XIX, la bondad de su padre y el carácter marrullero de su madre. Los celos de su hermano Miguel, que tanta relevancia tendrían a lo largo del XIX portugués. Y de fondo, la pasión. No tanto con Leopoldina, su mujer, con la que se casó por razones de Estado, sino sobre todo con Domitila de Castro. Una pasión que superó amenazas, distancias, desencuentros y olvidos. Porque hay cosas que se quedan para siempre en el corazón. Esas cosas que, cuando uno las ha probado, lo transforman ya para siempre. Quizá es la parte más lograda de la novela, entender de qué manera la mente de Pedro vivía escindida entre sus obligaciones como padre, esposo y Rey, y las necesidades que le planteaba su corazón. La búsqueda de la libertad para intentar explicarse la vida que uno lleva.
Y al final, claro, el exilio. Era difícil ser Rey en la América colonial en la que se iban imponiendo, con sus sombras, las Luces. Y la vuelta a una península que en el fondo no era suya. Un país dominado por los curas y la pobreza, un país que no lo entendía, pero por el que acabó entregando su vida.
Y el placer de encontrarse con Manolo al final, en los agradecimientos.
25.8.12
Mihail Sebastian. El final del viaje, un hombre del danubio
3.8.12
De Estado y de territorios (y III)
2.8.12
De Estado y de territorios (II)
1.8.12
De Estados y de territorios (I)
12.8.10
Avance de programación
Primer avance de ocio veraniego. Floja la Breve historia de Inglaterra, de Chesterton. Demasiada paradoja acaba aburriendo a un lector diletante como yo. No consigo seguir el ritmo del Vértigo, de Sebald. Bueno el de las armas, los gérmenes y el acero de Diamond, y bastante original el de los alemanes y su papel en el holocausto. He vuelto a Borges. Siempre hay que volver. Estoy con Ficciones. Un libro, otra vez, deslumbrante. Entre lo que voy leyendo de Jesús y lo que me voy encontrando por ahí, todo me recuerda a Borges. Quizá mi vida sea también un relato de Borges, no lo sé…
Estuve viendo Duplicity, de Tony Gilroy. Buena trama, bueno ritmo y un final muy logrado. Cine para disfrutar. Empiezo a ver Hermanos de Sangre. Promete. James me pone los dientes largos con la vida de John Adams, otro prodigio de la HBO, en este caso sobre la independencia de lo que hoy son los Estados Unidos. La veré.
Una reflexión final; por primera vez en mi vida, me da cierto reparo leer por mi pueblo, lleno ahora de gente. Quizá me voy haciendo mayor. Quizá me he rendido. Aunque siempre me ha disgustado la acumulación de personas, ahora noto que pueden conmigo. Salgo a leer hacia Cobreros, que hay menos gente y apenas me cruzo con nadie.
Por la noche he hecho de caballito con Elicia y la he subido hasta su habitación. Antes me ha estado peinando “en la peluquería” y luego me ha dado un masaje en el cuello. A cambio, su tío el pesado no para de decirle que “los libros son tus amigos y tienes que cuidarlos”.
Sigue haciendo calor para ser agosto sanabrés.
PS: Pero las masas rara vez habían deseado la libertad: [según Herzen] “Son indiferentes a la libertad individual, a la libertad de expresión. Las masas aman la autoridad. Siguen cegadas por el arrogante brillo del poder; las ofenden quienes permanecen solos. Por igualdad entienden igualdad de opresión”.
Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 343
30.7.10
Lecturitas... de verano...
Volvía andando a casa y, esta vez sí, me acerqué a la biblioteca de Buenavista. Es una biblioteca municipal, ubicada en lo que debió de ser una antigua casa razonablemente solariega. Entro. Las bibliotecarias son todo amabilidad. Es pequeña y está bastante compacta. Ya se sabe que para Gallardón y los socialistas del pepé, la cultura o está en el sur o ha de ser muy cara, así que si uno busca una biblioteca espaciosa en el norte de Madrid, no la hay. Hay poco fondo de los temas que me interesan. Me entretengo paseando por los estantes. Tenía un carnet lejano, de cuando vivía en Hortaleza, hace ya tanto tiempo. Fui una sola vez y me asustó el estado, lamentable, de la biblioteca. No sé cómo la gente del sur no vota en masa a Gallardón y todavía entiendo menos cómo los del norte lo siguen votando.
Recorro los estantes de la biblioteca poco a poco, como Borges me enseñó a hacerlo, dejándome llevar por cada una de las estanterías hexagonales que la forman y que son, quién lo duda, parte de esa gran biblioteca de Babel que es el universo. Al final, me decanto por cuatro ejemplares. Siempre me pasa lo mismo; soy un ansioso de las bibliotecas y no puedo resistir. Tengo ya otros tres o cuatro esperando en casa para este verano, pero no puedo resisitirme:
- La Breve historia de Inglaterra, de Chesterton. No sólo por el tema, sino también por el autor y, si me apuran, hasta por la editorial (Acantilado, of course)
- Vértigo, de Sebald. A Sebald, como a tantos otros lugares, me llevó hace años Jesús. Me deslumbró su historia natural de la destrucción (no deje de leerlo, desocupado lector, si es que aún no lo ha hecho), pero no me he atrevido con más textos suyos. Vamos a ver este qué tal. Estúpida su muerte la suya, como tantas otras.
- Armas, gérmenes y acero, de Diamond. Me gustó, y mucho, su Colapso. Divulgación de alto nivel y buenas reflexiones sin caer en el jeremialismo. Vamos a ver cómo está este.
- Finalmente, Los verdugos voluntarios de Hitler, de Goldhagen, uno que tenía ganas de leer desde hace tiempo.
A ver si mañana tengo un rato y les cuento los que ya tenía en casa. ¿Cuántos leeré? Menos de los que me llevo, no les quepa duda…
PS: […] "unas memorables palabras del judío alemán Heine: “Allí donde ardan los libros, acabará por arder el pueblo.”
Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 227
PD: no paro. Ayer relajado café con D. Manuel. Hoy, despedida a Miguelito, que se nos va el tío a trabajar a la Sanabria. Mañana, almuerzo con Asier, a quien he de convencer de que sea ahora él quien vea los océanos azules. El problema no es cuando no ves a alguien, el problema es cuando alguien decide por ti a quién puedes ver y a quién no. Una semana, nada menos. ¿El principio del fin? Espero que no…