La
segunda lectura veraniega fue también un festín. Otro de esos
libros que me jode no llegar nunca a escribir y que me jode tener que acabar.
Qué bien escrito, qué instructivo y qué ameno. Al autor Philip
Blomm le tenía ganas
desde hace tiempo y no me defraudó nada. Me refiero al libro sobre la Gente
peligrosa de los salones
parisinos de la segunda mitad del XVIII. Un libro fascinante, sobre el Salón que montó D´Holbach en el París de los años centrales del Siglo de las Luces, un
salón animado por Diderot y en el que, al fin, somos capaces de ponerles cara a todos:
del narcisista Voltaire al resentido de Rousseau. Era evidente que alguien que inventó el
concepto de voluntad general no podía ser buen tipo. Menudo psicópata. Hágase
con el libro desocupado lector, porque tenemos que
hablar de él. Pero
hágase ya mismo con la obra, porque si sigue esta bitácora con
regularidad, estoy seguro que usted también tiene algo que decir sobre aquel Salón. A favor o en contra, pero seguro que
tiene algo que comentar. Así que no sé a qué espera… ¿me he
equivocado alguna vez con mis recomendaciones?
Hablaremos
de él. Largo y tendido.
PS:
Diderot nos recuerda en el libro que Séneca escribió una vez que “Una parte de
la vida la dedicamos a hacer las cosas mal; la mayor parte, a no hacer nada, y
casi toda la vida a hacer algo que no es lo que debiéramos hacer”.
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