A veces sólo hay que abrir el periódico para darse de cara con la jeta, la cara dura o la gentuza en general.
Empezamos por un intelectual. Ahí está Antonio Gala. Tan bueno, tan soberbio. El hombre que hace apenas dos años reprochaba a Aznar, con su finísima ironía, que no hiciera caso al pueblo que clamaba en la calle por los niños muertos en Irac. En su tronera de hoy, ladrillazo que nos suelta a diario a los lectores del mundo, aparece una frase que no tiene precio, respecto a la manifa del sábado en Madrid y que no voy a comentar porque prefiero que mis improbables lectores juzguen por sí mismos: "que haya que recurrir a movidas callejeras para defender una idea es la prueba de que no se quiere -o no se puede- dialogar". Madre mía, hay que tener el rostro de hormigón armado para escribir esto y que no se le caiga la cara de vergüenza.
Ahora, gentuza en general, los terroristas de las FARC. Como según los parámetros de la prensa occidental son buenos (ya se sabe, barbudos guerrilleros recorriendo las sierras, ay, nostalgia de cuando teníamos todos veinte años...), las cosas que hacen siempre pasan desapercibidas. Ahí van un par de perlas de esta misma semana: ocho civiles son asesinados tras el ataque de las FARC a un autobús civil. ¿Su delito? Haber contravenido una orden (¿?) de los terroristas de no circular por la zona un borroka eguna. Entre los muertos, una niña ¿Lo han visto por algún lado?. Ahi va otro, ocho concejales de un pequeño municipio colombiano son asesinados por los narcoterroristas de las FARC en un restaurante. ¿Alguna reseña en el telediario de iñaqui?, ¿quizá un recordatorio de Francino?. Nada, nada de nada.
Ya sabemos todos que el peligroso en Colombia es Uribe, que es amigo de Aznar, que como todos sabemos sublevó al ejército en el 36 contra la legalidad republicana, y de Bush, que como todos sabemos invadió polonia en 1939 e hizo estallar la segunda guerra mundial.
En fin.
Hace frío
Empezamos por un intelectual. Ahí está Antonio Gala. Tan bueno, tan soberbio. El hombre que hace apenas dos años reprochaba a Aznar, con su finísima ironía, que no hiciera caso al pueblo que clamaba en la calle por los niños muertos en Irac. En su tronera de hoy, ladrillazo que nos suelta a diario a los lectores del mundo, aparece una frase que no tiene precio, respecto a la manifa del sábado en Madrid y que no voy a comentar porque prefiero que mis improbables lectores juzguen por sí mismos: "que haya que recurrir a movidas callejeras para defender una idea es la prueba de que no se quiere -o no se puede- dialogar". Madre mía, hay que tener el rostro de hormigón armado para escribir esto y que no se le caiga la cara de vergüenza.
Ahora, gentuza en general, los terroristas de las FARC. Como según los parámetros de la prensa occidental son buenos (ya se sabe, barbudos guerrilleros recorriendo las sierras, ay, nostalgia de cuando teníamos todos veinte años...), las cosas que hacen siempre pasan desapercibidas. Ahí van un par de perlas de esta misma semana: ocho civiles son asesinados tras el ataque de las FARC a un autobús civil. ¿Su delito? Haber contravenido una orden (¿?) de los terroristas de no circular por la zona un borroka eguna. Entre los muertos, una niña ¿Lo han visto por algún lado?. Ahi va otro, ocho concejales de un pequeño municipio colombiano son asesinados por los narcoterroristas de las FARC en un restaurante. ¿Alguna reseña en el telediario de iñaqui?, ¿quizá un recordatorio de Francino?. Nada, nada de nada.
Ya sabemos todos que el peligroso en Colombia es Uribe, que es amigo de Aznar, que como todos sabemos sublevó al ejército en el 36 contra la legalidad republicana, y de Bush, que como todos sabemos invadió polonia en 1939 e hizo estallar la segunda guerra mundial.
En fin.
Hace frío