25.2.06

Biblioteca

Cometo el error de pasar por la biblioteca de vuelta del trabajo. Sin poder evitarlo, salgo con tres libros.
  • Diez horas de Estat Catalá. Se lee de un tirón y en un rato me he ventilado casi la mitad. Es la crónica que Enrique de Angulo, el corresponsal de El Debate, un diario afín a la CEDA, hizo del golpe contra la legalidad republicana efectuado por la Esquerra en diciembre de 1934. Se trata de una visión por lo tanto parcial, pero no más que las que nos han dado los historiadores de la izquierda, así que viene bien para compensar. Hasta ahora, lo único que he leído sobre el tema que me ha parecido razonablemente interesante es la vida de Domingo Batet, el general que acabó con el golpe. Es curioso cómo la izquierda catalana se ha ocupado de oscurecer las acciones de Dencás, Escofet, Badía y demás escoria nacional socialista en los años de la República. En fin.
  • He empezado también con el segundo libro, Ingenieros del alma, del autor holandés Frank Westerman. Josemaría se lo había leído y me lo ha recomendado. Me sigue interesando la confusa relación entre intelecutales y dictaduras comunistas. ¿Por qué personas inicialmente lúcidas se vuelven obtusas cuando quien les vende la mercancía es de izquierdas?
  • Finalmente saqué La vengaza de la historia, de Hermann Terstch. Llevaba tiempo detrás del libro. Me gustan los artículos que Terstch publica los martes en el fanzine de prisa.

En fin, nos hemos ido a pasar el fin de semana a Guadalupe, en Cáceres. Un escenario de paz, entre montañas para recobrar la serenidad perdida en los últimos días. Siento mucho no haber podido ir a la manifiestación de las víctimas. Yo también lo digo. Zetapé, en mi nombre no negocies nada...

2 comentarios:

Coase dijo...

Respecto a los 'Ingienieros del alma' señalar que es un fenómeno más común de lo que parece. La mayoría de los jerifaltes del régimen nazi tenían un elevado coeficiente de inteligencia. Estaría bien que no nos dejaramos deslumbrar por las ideas políticas de personas con grandes capacidades intelectuales o artísticas, suelen ser los más peligrosos.

Coase

El Perdíu dijo...

Tienes razón Coase. Pero lo que me fascina es que en el caso nazi ha habido, digamos, una purificación. Ezra Pound es un poeta maldito y Speer el arquitecto de Hitler. Empero, los grandes adoradores de Stalin (entre nosotros Picasso, Alberti, Neruda... o más lejos Aragon, Gorki...) han conseguido correr un tupido velo sobre el tema. Va en la misma línea del libro de Koch: "En fin de la inocencia"