Repartía estopa Ramón de España en La Lectura del otro día: Gerona es mucho más capital de la Cataluña imperial que Barcelona. Y la degradación de la izquierda es la que va de Semprún a Colau. No se la pierdan...
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29.7.22
21.11.14
Lucidez (de España)
Ramón de España. Una de las primeras y evanescentes lecturas. ¿Cómo tomarse en serio la identidad cuando uno creció con libros como España mon amour y Europa mon amour, verdad Hornuez? El otro día lo entrevistaban en Crónica Global, ya saben, ese intento de hacer periodismo no nacionalista desde Barcelona.
El texto merece una buena lectura. No se lo pierdan y entenderán el motivo de que el PSC se esté desangrando de manera lenta y cruel, con un trasvase de votos a Ciudadanos que no se detiene.
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Ramón de España
2.9.09
Lecturas agostiles (III)
Ya sabe el desocupado lector de esta columna lo que me cuesta leer novelas. Son algo menor; papelillos podría llamarles de manera despectiva. El entretenimiento de los vagos, si me apuran; la novela es al ensayo un poco lo que el folio holandés al folio normal, como decía Ramón de España: un entretenimiento que hace pensar a los escritores haraganes que escriben como fieras. Además, no es sencillo encontrar buena novela; de hecho creo que la última decente que he leído ha sido La piel fría, hace ya un par de años.
El caso es que Jimena llevaba tiempo recomendándome A sangre fría, de Truman Capote. Al final la metí a última hora en la maleta antes de partir para Finlandia. La novela, o lo que sea, es sencillamente magnífica. Todo un descubrimiento. Qué bien escrita. Y qué entretenida. El brutal asesinato acaecido en 1959 en Holcomb sirve al autor para trazar un magnífico relato / retrato sobre los asesinados, los Clutter, y los asesinos, dos psicópatas apellidados Smith y Hickock. Las dos caras no sólo del sueño americano, sino también del ser humano: la ética del trabajo frente a la ética del quinqui, tan celebrada por cierto por nuestras autoridades. Ustedes no dejen de leerla y yo no dejaré de revisar algunos de mis tópicos sobre la novela y sobre los novelistas norteamericanos; siempre he sido bastante despectivo con ellos, la típica postura, imagino, de erudito a la violeta.
PS: […] "no cuesta mucho deducir de todo ello que el hombre dejaría de leer novelas con cuarenta años recién cumplidos. Es decir, como manda la tradición. La buena".
Pericay, Xavier: Filología catalana. Memorias de un disidente. Barataria, Barcelona, 2009. Página 40
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