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20.7.23

Bajo el nombre de verdad

Ortega era hijo y nieto de periodistas. Y nació, casi de manera literal, en la redacción de un periódico. Sin eso no se entiende su vida, ni su insistencia en las circunstancias. La vida como valor máximo en un país de cultura católica de resignación y espera en la siguiente vida, la ultraterrena.

Y esa relación con la verdad que contaba muy bien el otro día en La Lectura Andreu Jaume: "Bajo el nombre de verdad se oculta un problema sumamente dramático. La verdad, al reflejar adecuadamente lo que las cosas son, se obliga a ser una e invariable. Mas la vida humana, en su uniforme desarrollo, es decir, en la historia, ha cambiado constantemente de opinión, consagrando como verdad la que adaptaba en cada caso. ¿Cómo compaginar lo uno con lo otro? ¿Cómo avecindar la verdad, que es una e invariable, dentro de la vitalidad humana, que es, por esencia, mudadiza?".

No se lo pierdan...

2.5.22

Infocracia

Este párrafo del alemán, en El País a principios de mes, a vueltas con la digitalización imparable: La digitalización del mundo en que vivimos avanza inexorable. Somete nuestra percepción, nuestra relación con el mundo y nuestra convivencia a un cambio radical. Nos sentimos aturdidos por el frenesí comunicativo e informativo. El tsunami de información desata fuerzas destructivas. Entretanto, se ha apoderado también de la esfera política y está provocando distorsiones y trastornos masivos en el proceso democrático. La democracia está degenerando en infocracia

15.1.22

Ortega y la historia

Sostenía Ortega y Gasset en Ideas para una historia de la filosofía (1942) que “La misión de la historia es hacernos verosímiles los otros hombres”. 

Sus vidas, afirmaba el intelectual madrileño, eran extrañas y distintas a las nuestras. 

Y así es.

2.10.20

Agitados

Devoré la Agitación, de Jorge Freire. Sólo le había leído al autor los años de Arthur Koestler en la guerra a través de nuestro hombre en España. El libro es magnífico, una reflexión serena sobre uno de los males de nuestro tiempo, con una escritura cercana por momentos a Byung-Chul Han. Un elogio de la moderación y de la templanza en tiempos enloquecidos. En el debe, demasiadas citas y demasiados cultismos para un hijo del pueblo como yo. Lectura recomendable, en cualquier caso..

29.9.20

A vueltas con la felicidad

 Gregorio Luri, el sábado pasado en El Mundo. De nuevo un exceso de citas, pero de nuevo una reflexión interesante. Y esta fase, para guardar: "me limito a responder que es más sabio educar en el aprecio del sabor agridulce de la vida". 

Esa es la respuesta ante el asalto de los mercachifles de la felicidad...

5.11.18

Textos luminosos

Ya sabe el elector que Perdidaco siente debilidad por Joseba Arregi, quizá la voz más inteligente que junto a Innerarity ha dado el nacionalismo vasco. Arregi abandonó todo aquello y es una voz pausada y crítica. El otro día en El Mundo nos explicó en un párrafo luminoso de qué va esto de la aconfesionalidad del Estado:

Dicha a-confesionalidad no es una cuestión de quitar o poner cruces, de celebrar o dejar de celebrar las Navidades colocando belenes en las escuelas públicas. Es algo más serio, es la afirmación de que en el espacio público de la política no existen, no pueden existir, ni verdades últimas, ni legitimidades últimas. Es decir, el espacio público de la democracia es el espacio de las verdades penúltimas, de las legitimidades penúltimas"

Magnífico

14.3.17

Transparencia como uniformización

Provocador Byung Chul Han en su ensayo sobre la transparencia

"La sociedad de la transparencia es un infierno de lo igual. Quien refiere la transparencia tan solo a la corrupción y a la libertad de información desconoce su envergadura"

La transparencia como uniformización.

21.4.14

Espinosa, en el origen

La Sinagoga vacía es un libro  complejo. Como cualquier obra que gire sobre el pensamiento Espinosa, aquel que levantó tanto temor y tanto odio como nadie en su siglo. Inabarcable. He podido con él gracias a la escritura sugerente de Albiac. Algunas ideas fascinantes. La radical anomalía que supone Espinosa, un hombre sobre el que no caerá el olvido que sí atrapará a Uriel da Costa y a Juan de Prado. Asegura Albiac en la página 13: "Espinosa es de otra raza. Deleatur! Durante siglos, ininterrumpidamente, su sombra se cernirá sobre el horizonte de quienes han tratado de prolongar en la modernidad esa práctica perversa de la palabra escrita a la cual Platón  llamará  -y aún hoy irremediablemente llamamos- filosofía. Nosotros, espinosianos."

Un hombre del que venimos. Nuestro tiempo es el suyo. Nuestros problemas, los de él. Continúa el maestro: "Espinosa somos, al fin, nosotros, pues no otro es nuestro universo de fantasmas que aquel que, en el desastre final del barroco, configura el tiempo que llamamos nuestro, bajo la vocación de su nombre. No hay, finalmente, -Hegel dixit- más que dos opciones: o  o Espinosa o nicht- philosophie, no- filosofía"

Es lo que hay...

12.11.12

Heterodoxos que se marchan...


Murió García Calvo, decía. Yo llegué tarde para él. Es signo de los tiempos. Cada generación llega a tiempo para unas pocas cosas, tarde a muchas y temprano a algunas otras. A García Calvo lo primero que le leí fue el divertidísimo himno de la Comunidad de Madrid, que puede oírse pinchando aquí. El mejor himno para el único territorio libre y moderno de esta avejentada península en la que las gentes llevan  décadas cabalgando al galope hasta el medievo. Luego me acerqué, ¿recuerdas Hornuez? Al manifiesto de la Comuna Antinacionalista Zamorana, un divertimento que me llegó fotocopiado en cuarto o quinto de carrera. Años después vinieron los paseos por la fantástica ciudad del romancero, en los que era difícil no toparse con la casa del filósofo. Dos o tres veces lo vi de lejos, en la calle, pero nunca llegué a saludarlo.

Se va un heteredoxo. Y los heterodoxos son siempre necesarios.

Cantaba hace años la canción de Ciudadanos, con letra de Sabino Méndez, claro, que “no pensar diferente es / quizá no pensar”. Y eso es así, en cualquier aspecto de la vida...

Sit terra levis.

22.6.12

Un cierto pudor, a vueltas con Gomá...


El artículo de Javier Gomá el otro día en Babelia. Es grande Gomá. Una vivisección del amor. Magistral. Y un recorrido, a lo largo de la vida, en la que se alternan el amor y la amistad. Y en qué se diferencian; y en qué se parecen. Una explicación a esos porqués que nos atormentan. Por qué no es posible enamorarse de alguien a quien no admiras. Cada uno evoluciona de una manera, y sólo desde la consideración de que hay que hacer crecer a quien contigo va, es posible mantener una relación a flote. ¿Utópico? Quizá, pero me lo tomaré como un cumplido. Y de fondo el papel que juega la pasión: esas sensaciones que nos dominan cuando menos lo esperamos, que nos atormentan, que nos persiguen… Y lo mejor de todo es que con esto no se nace. Son cosas que se aprenden, y que se practican. Siempre que alguien te las enseñe, claro.

No deje de leerlo desocupado lector.

Algún día me dará las gracias. De res.



PS: “¿Cómo combatir los efectos negativos del tiempo sobre él? Educando tu corazón para que se entregue sólo a alguien digno de ser tu amigo. Uniendo en la persona amada eros y philia, deseo y admiración, prestas a la pasión amorosa la duración que pertenece sólo a la amistad. Porque eros arrebata un instante pero la admiración mantiene perdurablemente vivo ese momento divino cuando el resto de las fuentes del deseo se han secado drenadas por la ley de la entropía universal. Y es entonces, sólo entonces, cuando se hace posible arriesgarse a vivir algo tan aparentemente contradictorio como es un viejo amor”.

26.6.11

Leyendo a Gomá en mi pueblo...

Paseaba esta tarde por mi pueblo, libro en mano. Hay poca gente, así que casi nadie me señala con el dedo. “Pareces el cura”, me decían cuando lo hacía en agosto y todo el mundo me veía. Ahora me cuido de hacerlo en público, tal es mi rubor. Voy ya por el tercer capítulo de un libro fascinante. Una invitación a la reflexión. Al deleite. Al pensamiento. Volver a leer a alguien que se explica con la cortesía con la que lo hacía Ortega. El libro habla de la ejemplaridad pública y está escrito, todo un descubrimiento a mis años, por Javier Gomá. Ortega: ese frontón sobre el que hacer rebotar todas nuestras reflexiones, como ya dijo alguien. Cómo construir una ética basada en la finitud y que acepte que la vulgaridad, consecuencia inevitable de la democracia, ha de ser el punto de partida. Qué ética para qué ciudadanos. Cómo afrontar el desencantamiento del mundo del que habló Weber y que nos trajo la modernidad. Ese mundo, ya lo sabes, en el que todo lo sólido se desvanece en el aire.

Voy por el tercer capítulo. Y lo leo de paseo, como hace un rato, y también en la cama. Como ahora. Lo leo solo, pero eso ya no es culpa mía. El placer de compartir un libro, un párrafo, es difícil de explicar a quien no participa de esta vida. Es difícil de hacer entender, y de compartir por tanto, con aquel para quien la cultura no es nada. Y constituye una añoranza terrible, melancólica, que acompaña para siempre a los que alguna vez conocieron ese mundo, pero no llegaron a pasar del quicio de la puerta y muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, habían de recordar aquellas tardes remotas en los que alguien les señalaba los libros con el dedo, para que fueran descubriéndolos, para que fueran creciendo...


PS: Botho Strauss escribió una vez: “la obra de arte nos protegía en otro tiempo de la dictadura total del presente

1.6.11

El cisne y la cultura (de camino a Pucela)

Sigo con Taleb. Cosas que había pensado durante tiempo, le contaba, desocupado lector. La importancia de la erudición. De ser personas en el sentido humanista del término. Sólo desde el conocimiento se pueden entender, apreciar o rechazar las opiniones de los demás. También en esto, el liberalismo. Sólo el erudito sabe que no sabe. Sabe que aún le queda mucho por conocer. Y que las respuestas no están ni en un solo libro ni en un solo lugar. Sólo el sabio, sólo la persona leída, puede combatir al tertuliano, experto en todo en cinco minutos, ese perfil tan socialdemócrata, igual que al ingeniero, profundo conocedor de un ámbito e ignorante de casi todo lo que le rodea.

Esa visión de la vida como una carrera por ser mejores cada día. Por conocer y por comprender. Por no juzgar. Por asumir que aunque el mundo sea finito, hay que apurarlo e intentar comprenderlo. Por saber que en el taxi en el que montas, o en la reunión que empiezas, puede haber gente con ideas interesantes. Con conocimientos superiores a ti, con cosas que contar.

No se trata de estudiar, ni de ser desde luego, como soy yo, un lecturitas. Se trata de entender que sin conocimiento no somos nada. Pero nada de nada. De respetar la cultura. De dudar de lo que uno sabe. De apreciar los libros. De saber quiénes han de ser las personas que te hagan crecer. Y quienes deben ser las personas a las que uno debe admirar. No al futbolista, sino al sabio.

Esa mirada ingenua que a uno lo desarma cuando ve la cara de quien está escuchando con interés y aprendiendo lo que no sabía. Cuando se está sintiendo entrar en un mundo nuevo.

Qué diferencia de cara, de actitud, y de vida, con quien confunde a Roxana con una canción..

PS: Montanelli escribió y Arcadi nos lo recordó: «De vez en cuando me asaltan ataques de humildad. Me digo a mí mismo que sólo soy un hábil taraceador de frases y que, más que a convencer al lector, aspiro a conmoverlo con medios poco lícitos en ocasiones; que soy más arrogante que valeroso. Etcétera. Pero después, al final, invariablemente, concluyo que sólo quienes lo poseen en abundancia dudan de su propio talento".

PD: En Pucela. Es importante, vamos a ver...

31.5.11

El cisne y la fortuna

El libro de Taleb. Cuántas pistas. Cuántas reflexiones para una tarde como esta de lluvia en la Sanabria. Una diferenciación, entre lo que el autor llama “trabajos escalables” y los “trabajos sometidos a la ley de la gravedad”. El objetivo es conseguir uno de los primeros. Y en eso estoy, aunque los que me conocen no me crean. Un trabajo escalable es el de un autor. Un cantante. Un escritor. El mismo trabajo, por ejemplo un libro, un artículo, evoluciona y da frutos más allá de su autor. Hay que escribirlo una vez pero puede estar dando dinero durante años. No hay que volver a escribirlo cada vez que un lector quiera leerlo. En los trabajos sometidos a la ley de la gravedad, el esfuerzo tiene un recompensa tasada: ser peluquero. Uno puede cortar el pelo en sesiones de una hora. No hay más. Si el día laboral tiene ocho horas, son ocho pelos los que puedes cortar. La diferencia, en fin, entre un cantante del XIX (puedes dar estos conciertos y se acabó) y un cantante cuando se descubre el fonógrafo y tu voz puede sonar en miles de sitios diferentes. O la diferencia, en fin, entre ser un especulador profesional y ser una prostituta.

Pero hay un riesgo. Como siempre en la vida, las cosas buenas vienen acompañadas por la incertidumbre. Alguna vez hay que saltar sin red. Los trabajos sometidos a la ley de la gravedad son más numerosos. Mucho más. Y más estables. Y más seguros. Hay pocos trabajos escalables y no es fácil llegar a consolidarse en alguno de ellos. Sólo son buenas cuando uno tiene éxito. Y el éxito, como tantas otras cosas, no sólo hay que trabajarlo. También hay que merecerlo.

La fortuna, ya saben, sólo suele sonreír a los audaces. Y audaz es, también, quien saber reconocer sus errores y mirarlos de frente…

PS: el placer de una conversación entre eruditos. En el abecé del otro día. No se la pierdan.

PD: Lúcido Rogelio, como siempre.

30.5.11

El cisne y lo aleatorio...

Ese libro luminoso de Taleb. Esa forma de aprender a enfrentarnos a la vida. A la vida moderna, al menos. Asumir algunas cosas. La primera de ellas, qué importante, que la vida es rara. Y que es inusual. Las cosas no siguen un orden lógico, aunque nuestro cerebro intente buscárselo. Lo aleatorio preside nuestras vidas, hasta un extremo que no somos capaces siquiera de concebir. Y eso no es bueno ni malo en sí mismo. Es lo que hay.
Es libro luminoso, para leer cuando cae la tarde, subrayando página a página. Un libro para compartir, a la sombra del relente sanabrés. Asumir que hay una cosa que se llama, en términos de Eco, la antibilioteca. La que conforman todos los libros no leídos. Ese espacio que nunca tenemos en cuenta. Esa biblioteca de Babel que es el universo, está llena de conocimientos que nunca tendremos. Que nunca poseeremos. Pero nunca nos damos cuenta de ello. Hay miles de páginas sensatas, coherentes, que nunca alcanzaremos a abrir y cuyas reflexiones nunca llegaremos a rebatir.

Más reflexiones. Asumir la historia como algo opaco. Siempre he pensado que es la ciencia más compleja. Quizá la más ilusa. Quizá la historia será sólo un relato de Borges. Un cuento lleno de ruido y furia narrado por un idiota. Y sin embargo, nos enfrentamos a ella con la ilusión, nos recuerda Taleb, de creer comprender: de pensar que las cosas han ocurrido por algo, de que hay menos aleatoriedad de la que hay en realidad. Nos enfrentamos a la historia con lo que el autor denomina, de manera brillante, la distorsión retrospectiva: las cosas aparecen muy ordenadas en los libros de historia, y aparecen estructuradas, con causas y respuestas. Es mentira. Y mucha ciencia social, sobre todo la morralla marxista de la segunda mitad del XX, se nutre de esa ilusión. No hay causas. No hay motores. No hay nada. No hay nada que sea “clase obrera”, como no hay “españoles” ni la “revolución burguesa”.

Pero estamos hechos para categorizar. De hecho, no podemos vivir sin hacer categorías. Es tanta la información que nos rodea que nos volveríamos locos sin ellas. Necesitamos categorizar, está claro. El problema es que pensamos que las categorías acaban teniendo vida propia. No es fácil, en fin, enfrentarse a los hechos de manera honrada. Hay que ser muy liberal, en el mejor sentido de la palabra, para asumir esta dura realidad.

La vida, en fin, como un relato de Borges. Hay que volver a él. Siempre. Aunque lo lea zapatero. Uno de los grandes privilegios de tener el castellano como lengua materna: poder leer a Borges sin traducciones.

PS: Borges nos describió Tlön y nos dijo: "Una de las escuelas de Tlön llega a negar el tiempo: razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente. Otra escuela declara que ha transcurrido ya todo el tiempo y que nuestra vida es apenas el recuerdo o reflejo crepuscular, y sin duda falseado y mutilado, de un proceso irrecuperable […]"

2.4.11

Las masas saliendo del armario

La tecnología, una herramienta, cambia nuestra vida. Y cambias las cosas. Y cómo las hacemos. Hay un concepto, no sé cómo se dice en castellano, llamado crowdsourcing (el concepto se explica en un video en inglés aquí), es decir, la externalización hacia la muchedumbre. El poder del conocimiento no experto cuando se pone en contacto a escala planetaria. La wiki es un buen ejemplo, pero esto también es aplicable al mundo de los negocios. Y es posible que cambie nuestra forma de entender las cosas de aquí a pocos años. Me interesa esto y me va interesando, y absorbiendo, el tema de los cisnes negros y de la incertidumbre como perspectiva, porque demuestra que estos cambios han sido siempre la constante. Que siempre han estado ahí, quiero decir, aunque ahora todo sea más visible, más rápido y más instantáneo. Me está explicando ahora Taleb un concepto que siempre he sabido de modo primario y poco razonado; el de los empleos escalables y no escalables, y porqué es mucho mejor ser bueno en uno de ellos que en los otros. Ya les contaré más cosas, desocupado lector. O mejor, vaya pegándole un vistazo al libro y así lo comentamos.

En cualquier caso, algunos ejemplos de crowdsourcing, pinchando aquí.

Todo esto estaba ya, me dirá algún lector, sobre todo Hornuez, en Ortega. Y tiene razón. Toda la razón. Ortega, ese frontón sobre el que hacer rebotar, tantos años después, todas nuestras reflexiones.


PS: Y pensando en esto, me encuentro con el artículo de Arcadi Espada de hoy: “La gran novedad, la inmensa novedad de nuestro tiempo, y a la que no terminamos de acostumbrarnos ni de acomodar nuestros análisis, es la visibilidad. La televisión, la miniaturizacion de las cámaras y la conversación de internet han hecho visible al hombre en una medida insospechada. El descubrimiento de América, la llegada a la Luna y la visibilidad de las masas: estos son los tres hits de nuestra modernidad. A todo ello ha de añadirse una vieja característica de la especie hoy exponencialmente sobreactuada: sólo existe lo que deja rastro. En el móvil, en facebook, en twitter. Nunca hubo unas vidas más anotadas. Fiadas al anonimato o al prestigio del espectáculo por encima de todas las cosas, incluida la vergüenza, las masas han salido finalmente del armario”.

10.10.10

El derecho a ser ignorantes (reflexiones de un domingo senabrés)

Llegué a este texto, como a tantos otros, a través de Arcadi Espada. Antes de la última mudanza todavía tenía el ejemplar de Letras Libres localizado en casa. Quizá se quedó allí y ya esté en la basura, que ya se sabe que hay gente para que la cultura es tortura y además ocupa espacio. Una reflexión de Hannah Arendt, de quién si no, sobre la terrorífica confusión entre hechos y opiniones que nos atrapa a todos como una red; ese estúpido derecho a la ignorancia, esa consideración, en fin, de que la democracia es un régimen de bobos en el cualquier puede decir lo que le parezca y todos tenemos la obligación de atenderle.

Le copio el texto de Arendt, sacado de su libro “Viaje a Alemania” de manera literal, desocupado lector. Como decía Espada, es importante aprenderse este párrafo de memoria antes de salir a la vida pública:


"Sin embargo, el aspecto probablemente más destacado, y también más terrible, de la huida de los alemanes ante la realidad sea la actitud de tratar los hechos como si fueran meras opiniones. Por ejemplo, a la pregunta de quién comenzó la guerra se da una sorprendente variedad de respuestas. En el sur de Alemania una mujer —por lo demás de inteligencia media— me contó que la guerra la habían empezado los rusos con un ataque relámpago a Danzig (este es sólo el más notable de los múltiples ejemplos). Pero la conversión de los hechos en opiniones no se limita únicamente a la cuestión de la guerra; se da en todos los ámbitos con el pretexto de que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión, una especie de gentlemen's agreement [pacto entre caballeros] según el cual todo el mundo tiene derecho a la ignorancia (tras lo que se oculta el supuesto implícito de que en realidad las opiniones no son ahora la cuestión). De hecho, este es un problema serio, no sólo porque de él se derive que las discusiones sean a menudo tan desesperanzadas (normalmente uno no va por ahí arrastrando siempre obras de consulta) sino, sobre todo, porque el alemán corriente cree con toda seriedad que esta competición general, este relativismo nihilista frente a los hechos, es la esencia de la democracia. De hecho se trata, naturalmente, de una herencia del régimen nazi".


Poco más que decir.


PS: "Entre las urgencias democráticas está la de acabar con el hombre corriente en la política. El pueblo no podrá resistir durante mucho tiempo la pavorosa imagen que le devuelve el espejo. Los millones de espejos, claro. La gran novedad de la generación you tube habría encantado a Durkheim y a los marxistas: por fin el pueblo ha tomado conciencia colectiva. Grave momento".

Espada, Arcadi: “El pueblo va a dimitir”, publicado en el diario El Mundo el 7 de octubre de 2010.

25.7.10

Las generaciones...

Los niños. Lo comentaba con alguien el día que nació Elicia, hace ya más de tres años. Está naciendo la gente que, si todo va bien, nos enterrará dentro de muchos años. La gente que dirá: está mi tío muy mayor ya, o que dirá, murió el padre de tal o el abuelo de cual.

Pienso en todos los que han ido naciendo cerca de mí en estos últimos tiempos, todos los niños que, por uno u otro motivo, han significado, están significando y significarán algo (no lo dudes) a lo largo de mi vida; y pienso en qué será de ellos cuando sean ancianos y todos los que los hemos visto nacer hayamos desaparecido, cuando sea el año, yo no sé, 2068 ó 2070 y ellos sean ya mayores. ¿Qué recordarán de su infancia?, ¿Qué de sus padres, de sus abuelos, de sus tíos? Dónde andará, en ese momento el hijo de Joao, mi estimado Álvaro, que siempre que me ve me llama y me sonríe; dónde Elicia, ¿Habrá tenido hijos y nietos sanabreses o la postmodernidad habrá borrado ya este jardín premoderno que con tanto esmero estamos cultivando?, a qué habrá dedicado su vida el hijo de Mi General, y qué habrán sido sus hijos: ¿americanos, europeos, vascos, españoles? Dónde habrán acabado viviendo los dos niños de Hannah, qué recordarán de una madre que tanto los quiere aquí y ahora, lo mismo que los hijos de Bebé; o el hijo de Amelí, qué recordará de un abuelo que lo lleva por el campo; o la hija de Chisun, mi admirado Chisun, ¿qué pensará de la España del cambio de siglo, la España en la que se criaron sus padres?

Gracias a Ortega, sé desde hace muchos años que en realidad los hombre no nacemos en el vacío. Nacemos en una generación, con ella crecemos, sus valores compartimos o impugnamos y con ella morimos. Sus creencias son muy parecidas a las nuestras y el aire que respiramos, como la placenta que nos envuelve antes de nacer, está compuesta de partículas generaciones imposibles de entender cuando uno no está dentro de ella…

Por eso Dorian Gray acaba volviéndose loco.

Por eso nunca somos amigos de nuestros padres ni de nuestros hijos. Porque nuestros amigos han de compartir nuestro ethos generacional, y eso no nos puede pasar con alguien que no pertenezca a nuestra época.

Por eso, desocupado lector, y cito de nuevo al maestro Ortega, un hombre se parece más a su tiempo que a su padre..


PS: "Una generación es una variedad humana, en el sentido riguroso que dan a este término los naturalistas. Los miembros de ella vienen al mundo dotados de ciertos caracteres típicos, que les prestan fisonomía común, diferenciándolos de la generación anterior. Desde ese marco de identidad pueden ser los individuos del más diverso temple, hasta el punto de que, habiendo de vivir los unos junto a los otros, a fuer de contemporáneos, se sienten a veces como antagonistas. Pero bajo la más violenta contraposición de los pro y los anti descubre fácilmente la mirada una común filigrana. Unos y otros son hombres de su tiempo, y por mucho que se diferencien, se parecen más todavía. El reaccionario y el revolucionario del siglo XIX son mucho más afines entre sí que cualquiera de ellos con cualquiera de nosotros. Y es que, blancos o negros, pertenecen a una misma especie, y en nosotros, negros o blancos, se inicia otra distinta".

Ortega y Gasset, J: “La idea de las generaciones”, en “El tema de nuestro tiempo”, publicado en 1923.