Jorge Freire, el otro día en El Mundo, al hilo de su último libro: "El ciudadano hiperactivo es la caricatura del ciudadano participativo."
9.11.23
20.7.23
Bajo el nombre de verdad
Ortega era hijo y nieto de periodistas. Y nació, casi de manera literal, en la redacción de un periódico. Sin eso no se entiende su vida, ni su insistencia en las circunstancias. La vida como valor máximo en un país de cultura católica de resignación y espera en la siguiente vida, la ultraterrena.
Y esa relación con la verdad que contaba muy bien el otro día en La Lectura Andreu Jaume: "Bajo el nombre de verdad se oculta un problema sumamente dramático. La verdad, al reflejar adecuadamente lo que las cosas son, se obliga a ser una e invariable. Mas la vida humana, en su uniforme desarrollo, es decir, en la historia, ha cambiado constantemente de opinión, consagrando como verdad la que adaptaba en cada caso. ¿Cómo compaginar lo uno con lo otro? ¿Cómo avecindar la verdad, que es una e invariable, dentro de la vitalidad humana, que es, por esencia, mudadiza?".
No se lo pierdan...
2.5.22
Infocracia
Este párrafo del alemán, en El País a principios de mes, a vueltas con la digitalización imparable: La digitalización del mundo en que vivimos avanza inexorable. Somete nuestra percepción, nuestra relación con el mundo y nuestra convivencia a un cambio radical. Nos sentimos aturdidos por el frenesí comunicativo e informativo. El tsunami de información desata fuerzas destructivas. Entretanto, se ha apoderado también de la esfera política y está provocando distorsiones y trastornos masivos en el proceso democrático. La democracia está degenerando en infocracia.
15.1.22
Ortega y la historia
Sostenía Ortega y Gasset en Ideas para una historia de la filosofía (1942) que “La misión de la historia es hacernos verosímiles los otros hombres”.
Sus vidas, afirmaba el intelectual madrileño, eran extrañas y distintas a las nuestras.
Y así es.
2.10.20
Agitados
Devoré la Agitación, de Jorge Freire. Sólo le había leído al autor los años de Arthur Koestler en la guerra a través de nuestro hombre en España. El libro es magnífico, una reflexión serena sobre uno de los males de nuestro tiempo, con una escritura cercana por momentos a Byung-Chul Han. Un elogio de la moderación y de la templanza en tiempos enloquecidos. En el debe, demasiadas citas y demasiados cultismos para un hijo del pueblo como yo. Lectura recomendable, en cualquier caso..
29.9.20
A vueltas con la felicidad
Gregorio Luri, el sábado pasado en El Mundo. De nuevo un exceso de citas, pero de nuevo una reflexión interesante. Y esta fase, para guardar: "me limito a responder que es más sabio educar en el aprecio del sabor agridulce de la vida".
Esa es la respuesta ante el asalto de los mercachifles de la felicidad...
5.11.18
Textos luminosos
3.11.18
Perlas
24.10.18
Filosofía
14.3.17
Transparencia como uniformización
21.4.14
Espinosa, en el origen
Es lo que hay...
12.11.12
Heterodoxos que se marchan...
22.6.12
Un cierto pudor, a vueltas con Gomá...
26.6.11
Leyendo a Gomá en mi pueblo...
Paseaba esta tarde por mi pueblo, libro en mano. Hay poca gente, así que casi nadie me señala con el dedo. “Pareces el cura”, me decían cuando lo hacía en agosto y todo el mundo me veía. Ahora me cuido de hacerlo en público, tal es mi rubor. Voy ya por el tercer capítulo de un libro fascinante. Una invitación a la reflexión. Al deleite. Al pensamiento. Volver a leer a alguien que se explica con la cortesía con la que lo hacía Ortega. El libro habla de la ejemplaridad pública y está escrito, todo un descubrimiento a mis años, por Javier Gomá. Ortega: ese frontón sobre el que hacer rebotar todas nuestras reflexiones, como ya dijo alguien. Cómo construir una ética basada en la finitud y que acepte que la vulgaridad, consecuencia inevitable de la democracia, ha de ser el punto de partida. Qué ética para qué ciudadanos. Cómo afrontar el desencantamiento del mundo del que habló Weber y que nos trajo la modernidad. Ese mundo, ya lo sabes, en el que todo lo sólido se desvanece en el aire.
Voy por el tercer capítulo. Y lo leo de paseo, como hace un rato, y también en la cama. Como ahora. Lo leo solo, pero eso ya no es culpa mía. El placer de compartir un libro, un párrafo, es difícil de explicar a quien no participa de esta vida. Es difícil de hacer entender, y de compartir por tanto, con aquel para quien la cultura no es nada. Y constituye una añoranza terrible, melancólica, que acompaña para siempre a los que alguna vez conocieron ese mundo, pero no llegaron a pasar del quicio de la puerta y muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, habían de recordar aquellas tardes remotas en los que alguien les señalaba los libros con el dedo, para que fueran descubriéndolos, para que fueran creciendo...
PS: Botho Strauss escribió una vez: “la obra de arte nos protegía en otro tiempo de la dictadura total del presente”
1.6.11
El cisne y la cultura (de camino a Pucela)
31.5.11
El cisne y la fortuna
30.5.11
El cisne y lo aleatorio...
2.4.11
Las masas saliendo del armario
La tecnología, una herramienta, cambia nuestra vida. Y cambias las cosas. Y cómo las hacemos. Hay un concepto, no sé cómo se dice en castellano, llamado crowdsourcing (el concepto se explica en un video en inglés aquí), es decir, la externalización hacia la muchedumbre. El poder del conocimiento no experto cuando se pone en contacto a escala planetaria. La wiki es un buen ejemplo, pero esto también es aplicable al mundo de los negocios. Y es posible que cambie nuestra forma de entender las cosas de aquí a pocos años. Me interesa esto y me va interesando, y absorbiendo, el tema de los cisnes negros y de la incertidumbre como perspectiva, porque demuestra que estos cambios han sido siempre la constante. Que siempre han estado ahí, quiero decir, aunque ahora todo sea más visible, más rápido y más instantáneo. Me está explicando ahora Taleb un concepto que siempre he sabido de modo primario y poco razonado; el de los empleos escalables y no escalables, y porqué es mucho mejor ser bueno en uno de ellos que en los otros. Ya les contaré más cosas, desocupado lector. O mejor, vaya pegándole un vistazo al libro y así lo comentamos.
En cualquier caso, algunos ejemplos de crowdsourcing, pinchando aquí.
Todo esto estaba ya, me dirá algún lector, sobre todo Hornuez, en Ortega. Y tiene razón. Toda la razón. Ortega, ese frontón sobre el que hacer rebotar, tantos años después, todas nuestras reflexiones.
PS: Y pensando en esto, me encuentro con el artículo de Arcadi Espada de hoy: “La gran novedad, la inmensa novedad de nuestro tiempo, y a la que no terminamos de acostumbrarnos ni de acomodar nuestros análisis, es la visibilidad. La televisión, la miniaturizacion de las cámaras y la conversación de internet han hecho visible al hombre en una medida insospechada. El descubrimiento de América, la llegada a la Luna y la visibilidad de las masas: estos son los tres hits de nuestra modernidad. A todo ello ha de añadirse una vieja característica de la especie hoy exponencialmente sobreactuada: sólo existe lo que deja rastro. En el móvil, en facebook, en twitter. Nunca hubo unas vidas más anotadas. Fiadas al anonimato o al prestigio del espectáculo por encima de todas las cosas, incluida la vergüenza, las masas han salido finalmente del armario”.
10.10.10
El derecho a ser ignorantes (reflexiones de un domingo senabrés)
Llegué a este texto, como a tantos otros, a través de Arcadi Espada. Antes de la última mudanza todavía tenía el ejemplar de Letras Libres localizado en casa. Quizá se quedó allí y ya esté en la basura, que ya se sabe que hay gente para que la cultura es tortura y además ocupa espacio. Una reflexión de Hannah Arendt, de quién si no, sobre la terrorífica confusión entre hechos y opiniones que nos atrapa a todos como una red; ese estúpido derecho a la ignorancia, esa consideración, en fin, de que la democracia es un régimen de bobos en el cualquier puede decir lo que le parezca y todos tenemos la obligación de atenderle.
Le copio el texto de Arendt, sacado de su libro “Viaje a Alemania” de manera literal, desocupado lector. Como decía Espada, es importante aprenderse este párrafo de memoria antes de salir a la vida pública:
"Sin embargo, el aspecto probablemente más destacado, y también más terrible, de la huida de los alemanes ante la realidad sea la actitud de tratar los hechos como si fueran meras opiniones. Por ejemplo, a la pregunta de quién comenzó la guerra se da una sorprendente variedad de respuestas. En el sur de Alemania una mujer —por lo demás de inteligencia media— me contó que la guerra la habían empezado los rusos con un ataque relámpago a Danzig (este es sólo el más notable de los múltiples ejemplos). Pero la conversión de los hechos en opiniones no se limita únicamente a la cuestión de la guerra; se da en todos los ámbitos con el pretexto de que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión, una especie de gentlemen's agreement [pacto entre caballeros] según el cual todo el mundo tiene derecho a la ignorancia (tras lo que se oculta el supuesto implícito de que en realidad las opiniones no son ahora la cuestión). De hecho, este es un problema serio, no sólo porque de él se derive que las discusiones sean a menudo tan desesperanzadas (normalmente uno no va por ahí arrastrando siempre obras de consulta) sino, sobre todo, porque el alemán corriente cree con toda seriedad que esta competición general, este relativismo nihilista frente a los hechos, es la esencia de la democracia. De hecho se trata, naturalmente, de una herencia del régimen nazi".
Poco más que decir.
PS: "Entre las urgencias democráticas está la de acabar con el hombre corriente en la política. El pueblo no podrá resistir durante mucho tiempo la pavorosa imagen que le devuelve el espejo. Los millones de espejos, claro. La gran novedad de la generación you tube habría encantado a Durkheim y a los marxistas: por fin el pueblo ha tomado conciencia colectiva. Grave momento".
Espada, Arcadi: “El pueblo va a dimitir”, publicado en el diario El Mundo el 7 de octubre de 2010.
25.7.10
Las generaciones...
Los niños. Lo comentaba con alguien el día que nació Elicia, hace ya más de tres años. Está naciendo la gente que, si todo va bien, nos enterrará dentro de muchos años. La gente que dirá: está mi tío muy mayor ya, o que dirá, murió el padre de tal o el abuelo de cual.
Pienso en todos los que han ido naciendo cerca de mí en estos últimos tiempos, todos los niños que, por uno u otro motivo, han significado, están significando y significarán algo (no lo dudes) a lo largo de mi vida; y pienso en qué será de ellos cuando sean ancianos y todos los que los hemos visto nacer hayamos desaparecido, cuando sea el año, yo no sé, 2068 ó 2070 y ellos sean ya mayores. ¿Qué recordarán de su infancia?, ¿Qué de sus padres, de sus abuelos, de sus tíos? Dónde andará, en ese momento el hijo de Joao, mi estimado Álvaro, que siempre que me ve me llama y me sonríe; dónde Elicia, ¿Habrá tenido hijos y nietos sanabreses o la postmodernidad habrá borrado ya este jardín premoderno que con tanto esmero estamos cultivando?, a qué habrá dedicado su vida el hijo de Mi General, y qué habrán sido sus hijos: ¿americanos, europeos, vascos, españoles? Dónde habrán acabado viviendo los dos niños de Hannah, qué recordarán de una madre que tanto los quiere aquí y ahora, lo mismo que los hijos de Bebé; o el hijo de Amelí, qué recordará de un abuelo que lo lleva por el campo; o la hija de Chisun, mi admirado Chisun, ¿qué pensará de la España del cambio de siglo, la España en la que se criaron sus padres?
Gracias a Ortega, sé desde hace muchos años que en realidad los hombre no nacemos en el vacío. Nacemos en una generación, con ella crecemos, sus valores compartimos o impugnamos y con ella morimos. Sus creencias son muy parecidas a las nuestras y el aire que respiramos, como la placenta que nos envuelve antes de nacer, está compuesta de partículas generaciones imposibles de entender cuando uno no está dentro de ella…
Por eso Dorian Gray acaba volviéndose loco.
Por eso nunca somos amigos de nuestros padres ni de nuestros hijos. Porque nuestros amigos han de compartir nuestro ethos generacional, y eso no nos puede pasar con alguien que no pertenezca a nuestra época.
Por eso, desocupado lector, y cito de nuevo al maestro Ortega, un hombre se parece más a su tiempo que a su padre..
PS: "Una generación es una variedad humana, en el sentido riguroso que dan a este término los naturalistas. Los miembros de ella vienen al mundo dotados de ciertos caracteres típicos, que les prestan fisonomía común, diferenciándolos de la generación anterior. Desde ese marco de identidad pueden ser los individuos del más diverso temple, hasta el punto de que, habiendo de vivir los unos junto a los otros, a fuer de contemporáneos, se sienten a veces como antagonistas. Pero bajo la más violenta contraposición de los pro y los anti descubre fácilmente la mirada una común filigrana. Unos y otros son hombres de su tiempo, y por mucho que se diferencien, se parecen más todavía. El reaccionario y el revolucionario del siglo XIX son mucho más afines entre sí que cualquiera de ellos con cualquiera de nosotros. Y es que, blancos o negros, pertenecen a una misma especie, y en nosotros, negros o blancos, se inicia otra distinta".
Ortega y Gasset, J: “La idea de las generaciones”, en “El tema de nuestro tiempo”, publicado en 1923.