31.5.11

El cisne y la fortuna

El libro de Taleb. Cuántas pistas. Cuántas reflexiones para una tarde como esta de lluvia en la Sanabria. Una diferenciación, entre lo que el autor llama “trabajos escalables” y los “trabajos sometidos a la ley de la gravedad”. El objetivo es conseguir uno de los primeros. Y en eso estoy, aunque los que me conocen no me crean. Un trabajo escalable es el de un autor. Un cantante. Un escritor. El mismo trabajo, por ejemplo un libro, un artículo, evoluciona y da frutos más allá de su autor. Hay que escribirlo una vez pero puede estar dando dinero durante años. No hay que volver a escribirlo cada vez que un lector quiera leerlo. En los trabajos sometidos a la ley de la gravedad, el esfuerzo tiene un recompensa tasada: ser peluquero. Uno puede cortar el pelo en sesiones de una hora. No hay más. Si el día laboral tiene ocho horas, son ocho pelos los que puedes cortar. La diferencia, en fin, entre un cantante del XIX (puedes dar estos conciertos y se acabó) y un cantante cuando se descubre el fonógrafo y tu voz puede sonar en miles de sitios diferentes. O la diferencia, en fin, entre ser un especulador profesional y ser una prostituta.

Pero hay un riesgo. Como siempre en la vida, las cosas buenas vienen acompañadas por la incertidumbre. Alguna vez hay que saltar sin red. Los trabajos sometidos a la ley de la gravedad son más numerosos. Mucho más. Y más estables. Y más seguros. Hay pocos trabajos escalables y no es fácil llegar a consolidarse en alguno de ellos. Sólo son buenas cuando uno tiene éxito. Y el éxito, como tantas otras cosas, no sólo hay que trabajarlo. También hay que merecerlo.

La fortuna, ya saben, sólo suele sonreír a los audaces. Y audaz es, también, quien saber reconocer sus errores y mirarlos de frente…

PS: el placer de una conversación entre eruditos. En el abecé del otro día. No se la pierdan.

PD: Lúcido Rogelio, como siempre.

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