18.5.11

Museos necesarios

Hay museos necesarios. Necesarios para defender la libertad. Para entender lo que somos. Y lo que fuimos. Ya me topé con uno, hace muchos años; yo aún era un niño, pero ya entendía algunas cosas. Ahora se ha creado uno en la red. Para recordar a las víctimas del comunismo soviético. Un museo sobre la memoria del gulag. Aquella máquina que devora hombres a los que antes había convertido en esclavos. Aquel horror sin el cual no se puede entender el siglo XX. Aquel monstruoso silencio físico en Vorkutá e intelectual en Europa, un silencio que basta, por sí mismo, para enviar al basurero de la historia a gentuza como Sartre, a idiotas como Aragon y al comunismo internacional en su conjunto. El gulag. El silencio. El frío. La muerte. La esclavitud. El recuerdo en nombre de todos los que fueron devorados allí, casi un 85% de los cuáles por cierto, eran personas anónimas sin ninguna actividad política reconocida, y desde luego bastante alejados de poder ser considerados opositores a la dictadura comunista. Un museo en el que mirar de frente a esa superioridad moral tan cara a la izquierda en su conjunto. Un espacio para recordar que todas las utopías son un horror y que si el siglo XX nos enseñó algo es que nunca el fin justifica los medios sino que, más bien, son los medios los que explican la bondad del fin perseguido. También por eso desconfío, y mucho, de iniciativas como estas sentadas, qué casualidad, en la Puerta del Sol. Cuando desaparecen las instituciones, sólo queda el totalitarismo.

No dejen de visitar este museo virtual, que se irá ampliando, parece, con el tiempo. Y no dejen de visitar aquellos otros que recuerdan lo que ocurrió con el silencio cómplice, por cierto, de gran parte de la izquierda europea. Hay mucha memoria que rescatar. Aunque pocos volvieron para contarlo. Y menos aún tuvieron fuerzas para escribir lo que vieron. Recientemente, mi Coronel me hizo llegar Los que susurran, la obra definitiva de Figes sobre todas estas víctimas anónimas, basado en recuerdos orales de los supervivientes. Ya les iré contando.


PD: En un Estado totalitario y paranoico, nada estaba fuera del alcance de la política. El profesor Kalmonson, del zoo de Moscú, fue detenido por actividades “destructivas” cuando los monos del zoo murieron de tuberculosis […]. En diciembre de 1937, 53 miembros de una asociación de sordomudos fueron detenidos en Leningrado, y a 33 se los condenó a muerte por participar en “conspiraciones” en su lenguaje privado. Se detuvo a filatelistas y esperantistas por hacer tenido tratos con extranjeros […]

Tzouliadis, T.: Los olvidados. Una tragedia americana en la Rusia de Stalin. Debate, Barcelona, 2009. Página 106

1 comentario:

Anónimo dijo...

Necesarios e incluso imprescindibles. Recuerdo cuando visité Auschwitz, impresiona. Desgraciadamente perdí aquellas fotos. Lo siento, no por las fotos de las "instalaciones" si no, por las hechas antes y después a la gente. Un autobús con cincuenta jovenes que llegamos cantando y salimos con el gesto descompuesto. Ya le digo...imprescindible.

El Coronel