3.5.11

Volviendo desde el oeste

El tren. Esa forma civilizada de viajar. No hay color, desde luego. Lo coge uno en la estación de la Puebla, ese edificio cargado de historia. Y de recuerdos. Aún me parece ver a Paco sirviendo el café, como tantas otras veces. Llega silencioso. Y abordamos en seguida la Sierra de la Culebra. Quizá la frontera más pobre de toda la Europa occidental. Desde luego, la más desolada. Y probablemente la más despoblada. Miro por la ventana mientras escribo. Aquí no hubo nada. Nunca. Queda poca memoria, pero es fácil hacerse una composición de lugar. Esta fue la tierra de los sappis. Quizá también de la legendaria Sabaria. Culturas castreñas. También los zoelas. Quizá ubicados en la Peña Surrapia. Y llegó Roma. Pero aquí dejó poco. No hay más que ver el paisaje. Aquí no había nada que conseguir: ni t. Y los inviernos eran duros. Hasta muy tarde aquí debió de haber un sistema castreño, dominado desde la Puebla, con castros secundarios, como el de Avitiello, y escasa población en el valle. Muy escasa. Llegaron los bárbaros, pero tampoco debieron quedarse mucho aquí. Aunque, ahí está Armsiende para demostrarlo, dejaron sus nombres. Y quizá una forma de ver la vida. Y llegó la repoblación. Aquí es fácil seguirle las huellas, venían de Castilla, de Asturias, del valle del Limia. Algunos se debieron de agrupar por oficios, como los que trabajaban el cobre. En otro sitios, en fin, como demuestra la hagiotoponimia, los lugares fueron cristianizados sin más: San Román, Santa Colomba, San Criprián, San Justo

Es esta una tierra pobre, alfombrada de brezo, en la que no es que ahora haya despoblación. Es que aquí nunca vivió nadie. Va cayendo la tarde. El ferrocarril encara ya terrenos más llanos, cerca de la ciudad de Zamora. Un viaje elegante, con esa luz que se filtra por la ventana…



PS: Luis Alberto de Cuenca escribió «Para eso están los clásicos: / para aceptar la casa sin ventanas / en que vivimos, por inhabitable / que nos parezca, y para descubrirnos / qué pasa en nuestra alma, qué se cuece / en nuestro desolado corazón»

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