11.7.10

Sobre la memoria como una de las bellas artes

Ya me pasó hace algo más de un año (joder cómo pasa el tiempo de rápido, me parece que haga siglos de aquello); en aquella ocasión con la cartera, tal y como recordará el desocupado lector de esta bitácora. Esta vez ha sido con el Ipod, salgo de casa de mis padres y lo meto en una de las tres bolsas que, como una loreta, llevo hacia mi casa. Lo he tenido allí para oír algo de música las noches de calor y falta de luz que he sufrido esta semana. Llego a mi casa, vació las bolsas, el Ipod no está. Lo he perdido, está claro, joder qué putada, para un capricho que me doy, bueno no pasa nada, en realidad lo uso poco porque su función ya me la cumple bien el Iphone. Esta mañana vuelvo a casa de mis padres. A por hielo. Me acuerdo de lo que me pasó hace un año y miro en la mesita de la habitación, donde estaba cuando lo cogí par meterlo, lo recuerdo perfectamente, en una de las bolsas. Allí está, claro.

Otra vez la memoria me juega una mala pasada.

El estrés.

O que me voy haciendo mayor.

Pero no puedo evitar, cuando me pasan estas cosas, pensar de nuevo en Baudrillard y su legendaria sentencia: “moriremos, si es que hemos nacido.”


PS: Ibsen escribió en “Espectros”, en 1881: "Señora Alving: En cuanto cojo un periódico, me parece ver fantasmas escabulléndose entre las líneas"

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