2.7.13

El dolor...

Una de las cosas que nos hermana a los hombres es la impotencia ante el dolor ajeno. Ante esos golpes que, como resumió César Vallejo: "abren zanjas oscuras / en el rostro más fiero, en el lomo más fuerte". Ante ellos, sólo nos queda padecer con la persona que lo sufre. Cuando uno es creyente puede, a mayores rezar. Cuando uno no lo es, sólo nos queda acompañar en todo lo posible a ese amigo que tiene que desplazarse para velar a su madre enferma. También a esa amiga que se postra a los pies de una cama ante el inesperado trance de su padre. En el mundo moderno, sin sitio ya para la religión ni para los mitos, son las personas que tenemos cerca, las que queremos, las que nos cuidan, las que nos ayudan a pasar algunos de los trances más amargos de la vida. 

Hoy, qué cosas, tampoco me apetece escribir más. 


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