Fuimos a ver Los Becarios. Una
película alegre. Optimista. Ideal para estos tiempos de decepciones. El cine
también es un estado de ánimo y no tengo yo ahora el cuerpo para ruidos, la
verdad.
Hay algo mágico, al menos hasta
mi generación, en el relato del esfuerzo y el mérito como elemento para
explicar la movilidad social. Crecimos en un mundo en el que había valores que
a uno lo aupaban hacia arriba. Todos habíamos emigrado y la vida era un libro
abierto sobre el que ir escribiendo, cada uno con su esfuerzo, el relato que
deseaba. Y es que somos, quizá, la última generación que vio brillar la luz,
lejana ya, como la de una estrella de la Ilustración.
Dentro de cincuenta o
cien años, al serano, allá en
Senabria nuestros nietos contarán que el abuelo, hijo de un taxista, nieto de labradores, fue de joven a una cosa
que llamaban la universidad…
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