Algunos
problemas morales, de fondo, para ir terminando esta reflexión sobre la obra
realizada en nombre de Franco en el Budapest del final de la guerra, tal y como la cuenta en su ensayo Arcadi Espada. Dos me interesan de manera especial. En primer lugar, en qué
medida el olvido en una sociedad es una conquista moral. Necesaria para
asegurar la convivencia entre diferentes. Entre vencedores y vencidos. Necesaria para edificar de nuevo la convivencia. Y en qué medida ese olvido ese injusto para con los muertos. Algo apuntaba Sabald en su deslumbrante Sobre la historia natural de la destrucción. Pero no piense, desocupado lector, que es una reflexión alejada de hoy. Ahí está el caso del repugnante nacionalismo cruento vasco y sus intentos de hacer borrón y cuenta nueva. Ya veremos...
También me interesa la reflexión del autor sobre la atribución de responsabilidades. Frente a la morralla marxista y a todas sus miserias historicistas que pretenden encontrar un sentido al curso de
la historia, está la posibilidad de que la muerte de un
hombre, de un solo hombre, lo hubiera cambiado todo. Un Hitler muerto en las trincheras en 1915, un Lenin que no hubiera soportado su destierro en Siberia, un Stalin muerto mientras atracaba un banco en el Cáucaso, un Fidel Castro herido de muerte por una bala en Moncada…
Un libro magnífico, el de Arcadi Espada. Un libro áspero, sin concesiones. Un libro incómodo. Benditos heterodoxos...
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