29.6.13

"Un decorado sin personajes", o la tragedia del olvido

Empiezo con Murakami. Mira que me he resistido. Pero supongo que hay autores que hay que abordar: no sólo Snows me habló mucho y bien de él, sino que, a mayores, mi querida Ainhat me regaló uno de sus libros. Abro Tokio blues. Muy pronto, apenas en un par de páginas, un párrafo deslumbrante. El protagonista recuerda un prado que vio hace años desde el avión mientras aterrizaba en Hamburgo junto con su novia de entonces.

Léalo despacio:

"Sin embargo, ahora la primera imagen que se perfila en mi memoria es la de aquel prado. El olor de la hierba, el viento gélido, las crestas de las montañas, el ladrido de un perro. Esto es lo primero que recuerdo. Con tanta nitidez que tengo la impresión de que, si alargara la mano, podría ubicarlos, uno tras otro, con la punta del dedo. Pero este paisaje está desierto. No hay nadie. No está Naoko, ni estoy yo. "¿Adónde hemos ido?", pienso. "¿Cómo ha podido ocurrir una cosa así? Todo lo que parecía tener más valor -ella, mi yo de entonces, nuestro mundo- ¿Adónde ha ido a parar?". Lo cierto es que ya no recuerdo el rostro de Naoko. Conservo un decorado sin personajes".

Esa sensación...

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