13.2.11

Libros que hay que leer (III)

Fouché. El hijo de pescadores, enriquecido hasta lo ubérrimo por Napoleón. Cuando éste cae, Fouché, el Duque de Otranto, no tarda en ponerse al servicio de los nuevos amos. Vuelve el Emperador y en sus cien días Fouché estará a su lado. Pero siempre de una manera taimada. Caerá, y Fouché dirá lapidario que “No he sido yo el que ha traicionado al Emperador, sino Waterloo”. La caída del Emperador y la llegada de Luis XVIII es en realidad su momento de gloria, aunque él no lo sepa. El nuevo Rey, aunque lo necesita, nunca olvidará que Fouché votó a favor de la muerte de su hermano. Y la nobleza prerrevolucionaria nunca dejará de verlo como un advenedizo, como al hijo de un mercador, como el único, en fin, de aquellos terribles días que había sobrevivido a todos los cambios. Rechazado por todos, convertido ya en un apestado, Metternich le permite vivir en Praga y, al final de sus días, lo autoriza para que viva en Trieste. Trieste, por allí anduvo también Joyce (como nos enseñó el ministro más improbable de Zapatero). Y allí vive Magris. Tenemos que ir algún día, y acercarnos a Nova Gorica, y comprender Europea también desde aquel punto. Poco antes de morir Fouché hace las paces con el mundo. Un mundo al que se acostumbró a manejar, viviendo siempre en el alambre. Quema sus papeles. Los más comprometedores. Sus secretos se irán con él a la tumba. En diciembre de 1820 muere José Fouché, ya olvidado de todos. Olvidado por todos. Como su historia la escribieron sus enemigos, Fouché pasó a convertirse en el sinónimo del traidor, del personaje sibilino, taimado y poco fiable. Es probable que lo fuera. Y quizá por eso, dos siglos después, nos sigue fascinando tanto…


PS: "De repente se abre una puerta: entra silenciosamente el vicio apoyado en el brazo del crimen, monsieur de Talleyrand caminaba sostenido por Monsieur Fouché". Chateaubriand, François de: Memorias de ultratumba (Libros XIII-XXIV). Tomo II. Página 1.310.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La biografía de Zweig sobre Fouché es magnífica. Escalofriante.