Mostrando entradas con la etiqueta pintura española. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pintura española. Mostrar todas las entradas

7.3.17

El rey de los pintores

Empecé con Velázquez desaparecido, aunque no me gusta el título. Será por esnobismo, pero odio este rollo de epatar al potencial lector sugiriendo cosas que no son. El libro no es una novela histórica como parece sugerirse en el título, es un muy hermoso ensayo sobre la enigmática figura de Velázquez, sobre su pintura y sobre las obsesiones de John Snare, un hombre que tuvo la (mala) suerte de dar con un Velázquez en la Inglaterra victoriana. Una buena reflexión sobre el mundo del arte cuando no había fotografías ni desde luego Internet, y sobre como nuestra forma de ver el arte está marcada por el entorno que nos rodea. 

Un buen libro.


3.5.16

Realistas de Madrid

Gratamente sorprendido en la exposición del Thyssen sobre los realistas de Madrid

Impresionado de manera especial por la obra de Isabel Quintanilla, a la que no conocía. Una pintura luminosa, ideal para esta primavera que no termina de llegar. No se la pierda, desocupado lector.

12.11.15

El divino Morales y el olvido

Nos acercamos a ver una exposición sobre el divino Morales en el Prado, que el tiempo pasa y no hay que descuidarse.


La exposición es un viaje a otro tiempo. A otro mundo. Morales ya no forma parte del nuestro. Sus preocupaciones, sus saberes, todo aquello que le dio fama, vive hoy arrumbado en el olvido. Morales fue hombre ilustre y rico en su tiempo. Un tiempo de piedad, de religiosidad y de honda espiritualidad. Sus cuadros nos muestran que hay algo absolutamente generacional en el arte. Uno vive en su tiempo y muere con él. Sólo los genios de verdad lo trascienden. Y Morales fue un gran pintor, pero no un genio. Llegó la modernidad y con ella la secularización. El hombre olvidó a dios. Olvidó los oratorios. Dejó de apreciar aquellos cuadros que había que mirar de cerca para que nos ayudaran en la relación con Dios. 

Buena exposición, como las que suele hacer siempre el Museo. Pero sobre un hombre hoy menor. 

20.2.13

Dos Exposiciones, y aquella España...


Dos diletantes en el Prado, hubiera escrito cualquier lector que nos hubiera visto entrar al maestro Oscarnello y a mí al museo el otro día. Un par de exposiciones. Soy un incondicional de las que monta el Nacional del Prado, pero en este caso me dio la sensación de que había una descompensación excesiva. Una era sobre el joven Van Dyck. Ahí me perdí. De pleno. No tengo conocimiento para entender muchos de los matices de la escuela flamenca, y menos aún para valorar la evolución de Van Dyck. En cualquier caso, un magnífico (y precoz) retratista,  pero que no es capaz de terminar con soltura algunas de sus obras en esa época.

La otra exposición, sobre un paisajista del que nunca había oído hablar me dejó boquiabierto. Martín Rico lo llamaban. Otro ejemplo de que muchas de las cosas de la ILE no eran más que bobadas jeremiacas de aquellos niños consentidos que no entendían cómo el país no los aclamaba. Martín Rico: un español que se dedicó al arte y que vivió de él, frente al relato de la España salvaje que nos acabaron vendiendo San Giner y su patulea. Martín Rico; un hombre reconocido en la Europa de su tiempo que disfrutó pintando paisajes y espacios abiertos. Algunos impresionantes: la desembocadura del Bidasoa, la Aguadora, el Toledo de 1875, o París desde el Trocadero. Un triunfador.

Aquella España que también lo fue.
La España que se modernizaba, al igual que el resto de Europa, durante el Reinado de Isabel II
La España de la concordia, la que se construyó bajo la monarquía Alfonsina.
Una España que termina en la Guerra Civil, es cierto; pero una España en la que aquel final trágico fue solo uno de los muchos que habían sido posibles.

Aquella España en la que el Perdidaco rondaba a la hermosa María, una rica de Robleda, antes de dar paso a una de las más trágicas historias de amor de aquella (nuestra) Sanabria 

23.1.13

Básicos Pita


Hombres del Renacimiento que nacieron varios siglos después de lo que les tocaba.

Hombres sabios por inquietos, hedonistas por diletantes.

Herederos de Lucrecio. Hijos de Epicuro.

Hombres que construyen verdades con la palabra y que con las manos son capaces de imaginar mundos más allá de las formas.

Hombres con una obra pictórica en la que uno puede ver los sueños de Chillida.

Hombres que generan volúmenes como si fueran bajeles a punto de partir, flotando sobre la nada...

Hombres que exponen.



Justo dentro de un mes se inaugurará la primera Exposición retrospectiva que se dedica a Pita, un legendario pintor andaluz de sangre gallega del que soy amigo desde que el mundo empezó a ser mundo, apenas teníamos veinte años y el futuro era tan sencillo que jugábamos con él como si fuera plast(i)lina...

No se la pierdan.


26.9.12

De los clásicos y de los modernos...


Fuimos a ver la Exposición de Blake. La modernidad de algunos autores es desconcertante. Algunas de las imágenes podrían ser de principios del XX. O de ayer mismo. Un autor desconocido para mí. Esos vacíos en la pintura. Una exposición bien organizada, que muestra me lleva de la mano para enseñarme la influencia que el autor ha tenido en el arte inglés desde su muerte.

Regresé, por cierto, al Nacional del Prado. Pero esta vez iba con una compañía especial. Intentamos nos ser pesados y que la visita no se hiciera larga. Sólo un paseo por la Sala 12, la que guarda la mirada del Conde Duque, la que te hace sentir que el espectador es la persona a la que está pintando D. Diego. Y acercarnos un momento a saludar a Goya. Acercarte a los maestros con sólo cinco años. Descubrir la magia, tan pronto. 
Bienvenida a este mundo Elicia…

12.9.12

Otra visita


Pero la visita al Nacional del Prado tenía un segundo aliciente. La amistad entre Murillo y el sacerdote Justino de Neve, sin la cual es complicado entender la producción del artista. A Murillo, tengo la intuición, se lo comió su paisano Velázquez. Me voy acercando al XVII español, un siglo del que nunca me fui del todo, ahora que ando recorriendo las estancias de la Monarquía Católica de la mano del maestro Díez del Corral. La exposición es magnífica, un pintor maduro, con ese autorretrato moderno, con un barroco sevillano en todo su esplendor. La modernidad que hay detrás del retrato del amigo. La lógica política en la Sevilla portuaria del siglo XVII. Una exposición para entender aquel mundo.
Salgo de la exposición pensando que a Sevilla, como a Toledo, tampoco le ha hecho ningún bien acabar siendo capital autonómica. Una ciudad que fue en su momento una ciudad-mundo, reducida a las cenizas del funcionariado. Hubo una Sevilla que va al menos desde el rey Pedro, un sevillano de Burgos, hasta la época de Murillo, cuando la ciudad era un eje comercial de alcance internacional. Una Sevilla que desapareció y a la que bobadas como la Feria de Abril, ese invento catalán, ha convertido en un trampantojo.

Al fondo del todo, en cualquier caso, el saqueo al que los franceses, con Soult a la cabeza, sometieron al país durante la ocupación, un país al que trataron como un territorio conquistado. Nada más que robos y devastación.

Menos mal que venían a traer la luz al país, como dijo la que fue pasará a la historia como la vicepresidenta del peor gobierno de la democracia…