28.5.08

Viernes 16. La Plaza y el río

Amanece Pequín. Corro la cortina de la habitación pero se sigue viendo el fondo blanco. Me acerco a la ventana, creyendo que debe haber alguna cortina más que no he corrido. Pero no hay más cortina. Hay contaminación. Es espectacular. Indescriptible. Una nube blanca cubre la ciudad. En el hotel nos dejan el China Daily. Basura gubernamental. Moralina comunista mezclada con caspa patriótica. Algunos artículos causan auténtico sonrojo: “nuestro ejército del pueblo ha dado un ejemplo de eficacia y organización en el rescate a las víctimas”, “en la escuela que se derrumbó los niños recibían una clase sobre la paz en el mundo”; “el presidente Wen dirige desde la zona las operaciones de rescate”. El Daily, es verdad, muestra también lo que pinta España para los chinos. Durante toda la semana, las únicas referencias a nuestro país están en las páginas de deporte. Menos es nada, pensaría un portugués.

Nos acercamos a la
Plaza de Tian´anmen. Varias consideraciones. La Plaza es fea. Grande y fea, como corresponde a las obras de las dictaduras. Está alineada con la Ciudad Prohibida, a la que antecede. Dos edificios soviéticos a los lados. Aquí el Parlamento, allí el Museo de Historia. Fernando, el guía, insiste en que su parlamento es similar al nuestro. Pero ellos no quieren partidos que generan división, sino que eligen a sus representantes entre los obreros y los campesinos. La cortesía me impide discutir. A un español le van a contar payasadas de democracias orgánicas y cosas por el estilo. La plaza está presidida por el mausoleo del dictador. Algún día alguien estudiará la necrofilia de la izquierda, y su gusto por los muertos embalsamados. Al fondo de la plaza, un retrato de Mao, señalando la entrada a la ciudad prohibida.

La plaza fue famosa en China mucho antes de los sucesos de 1989. Setenta años antes,
el 4 de mayo de 1919 estalló aquí la revuelta de los estudiantes chinos contra las humillaciones que les imponía el Tratado de Versalles, al otorgar a Japón las concesiones alemanas en Shandong.

Al llegar al poder, los comunistas derribaron una parte de los palacios al Sur de la Ciudad Prohibida y levantaron la enorme plaza que hoy conocemos, tan parecida, en ciertos aspectos, a la plaza Constituţiei que se levanta delante del Palacio del Parlamento de Bucarest.

A la plaza se accede por un subterráneo para esquivar el intenso tráfico que la rodea. Al salir del subterráneo, las fuerzas de seguridad chinas registran las pertenencias de los ciudadanos chinos. Las nuestras no. Fernando lo explica con naturalidad: “hay ciudadanos que aprovechan que la Plaza es un sitio con turistas para sacar pancartas con reivindicaciones de todo tipo, y eso está prohibido”. Y ya está. No hay más discusión ni mucho más argumento. La gente quiere protestar porque hay público y porque hay público el Estado prohíbe las protestas. Con naturalidad. Una humillación para los ciudadanos chinos.


La Plaza saltó a la fama en 1989. Aunque poca gente conoce que detrás de la revuelta hubo una serie de televisión. Se titulaba “
Elegía de un río”. No busquen referencias en google en castellano porque no hay. Era un documental en seis capítulos que mantuvo en vilo al país durante el verano de 1988. Su tesis, que el aislamiento y el fracaso que representaba la “fortificación larga”, era la causa del presente chino; que su aislamiento y su falta de participación en las exploraciones habían marginado al país durante la modernidad. La muralla y el río amarillo como metáforas del atraso y la tiranía en la historia del país. El documental era en realidad un ataque poco disimulado al maoísmo y a la dictadura comunista que arrasaba y condenaba a la pobreza y al aislamiento al país. Los jóvenes chinos entendieron el mensaje y fue la filosofía del documental la que estalló en las revueltas que terminaron con la masacre de la Plaza un año después. Su autor, Su Xiaokang capitaneó la revuelta, escapó de milagro y desde entonces vive exiliado en los Estados Unidos.
La muerte de los estudiantes ha sido olvidada y borrada. Ahora la plaza está llena de vendedores ambulantes y soldados. Pienso en ello mientras observo volar hermosas cometas. Qué débil es la memoria de los hombres. Y qué solos se quedan los muertos. Empieza a lloviznar.

PD: "Si el estalinismo seducía, era en gran medida por el atractivo subliminal de su lenguaje táctico paramilitar […]. El totalitarismo de la izquierda, en buena parte de manera análoga a un anterior totalitarismo de la derecha, versaba sobre la violencia, el poder, el control, y resultaba atractivo precisamente por estos rasgos, no a pesar de ellos". Judt, Tony:
“Pasado imperfecto. Los intelectuales franceses. 1944-1956”. Taurus, Madrid, 2007. Página 65

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdiu, se ha quedado usted sin lectores. Por cierto, ¿Sabe si se puede conseguir esa serie en inglés? Estaría interesante verla, no tenia ni idea

Anónimo dijo...

No, sin lectores no... lo que sucede es que en tes caso, personalmente, no tengo nada que aportar, ni discutir, ni añadir, porque no he estado en China :-(

Anónimo dijo...

Eso nos está pasando a todos. Pero la crónica es muy interesante y al menos yo la estoy siguiendo 'con avidez'.