Terminé con el volumen 22 de Historia y Política, que andaba por casa. Hacer historia local es necesario para entender la historia global. Hay en el volumen un interesante artículo sobre los problemas internos de la Falange en Andalucía a cargo de José Antonio Parejo que ofrece algunos datos muy interesantes. Ahí va un ejemplo, en la nota al pie número 22:
"En vísperas de la Unificación, la composición social de la
Falange sevillana resultaba ser la siguiente: jornaleros, 33,76%; empleados,
8,66%; obreros, 8,39%; artesanos, 12,72%; comerciantes, 7,3%; labradores,
9,26%; profesionales liberales, 7,36%; funcionarios, 4,44%; propietarios, 1,23%;
un 3,2% de hortelanos; unos cuantos estudiantes, 1,52%; molineros como los de
Peñaflor; loteros, tres estanqueros, cinco capataces, dos bodegueros y hasta un
artista se apuntaron en las falanges de pueblo. Es decir, como cualquier otro
partido fascista, la Falange de Sevilla y, por los datos que vamos hallando, la
de toda España muerde en todas las clases sociales y mantiene un altísimo
porcentaje de clase trabajadora entre sus filas: el 50,81%."
En la misma nota, por cierto, se reproduce una circular interna del Jefe falangista de León quien señala,en relación al cobro de las cuotas, que "Falange ha arraigado principalmente en las clases bajas de la sociedad, habiendo quedado la gente adinerada al margen de nuestra organización".
En la misma nota, por cierto, se reproduce una circular interna del Jefe falangista de León quien señala,en relación al cobro de las cuotas, que "Falange ha arraigado principalmente en las clases bajas de la sociedad, habiendo quedado la gente adinerada al margen de nuestra organización".
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