Sigo sin encontrar un autor español de viajes que me apasione. Arrastré en verano el viaje a Macedonia de Maria Belmonte -el bueno es el de Peregrinos de la belleza, me dijo el maestro Lafuente-. Está bien escrito, pero me interesó en conreto la historia de Alejandro Magno y la de Salónica, la nuestra Salónica, con el romance del enamorado y la muerte, su río Tera y su olvido, como me contó un agosto mi hermanu Lauru en el nuestro río.
El libro se lee bien y eso se agradece, pero hay mucho detalle tonto en el libro que hace que pierda interés. No es nada personal, pero -en general- no me interesa el coche que llevas, lo que desayunas o tu visión mística, autor. Buen repaso por cierto a la historia Monte Athos.
Algunas notas más sacadas del libro; conozco al fin lo que es el Hesicasmo y una reflexión sobre los místicos. Para anotar, La ciudad de los espíritus de Angelopulos. En fin, vuelve de nuevo la figura de Shabtai Zevi, sus seguidores conversos, a los que llamaban dönmeh. Por cierto que fue el gran incendio de agosto de 1917 el que acabó con gran parte de la ciudad judía, la Jerusalén de los Balcanes. La puntilla vino apenas veinticinco años después, cuando 1943, 45.000 judíos fueron asesinados por los nazis con la complicidad de los nazis griegos.
Una ciudad -Tesalónica- a la que ir -volver en realidad- para conocer Salónica
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