El otro día en El Norte, El Cronista retrataba el destierro del marqués de la Ensenada a Medina del Campo poco después del motín de Esquilache, en la primavera de 1766. Lo que más me interesó de la crónica son los cuatro días que transcurren entre que le llega la orden su arribada a la ciudad medinense, lo que hace pensar de manera razonable en un viaje de dos o tres días. Justo antes de la llegada del mundo moderno, un viaje que hoy hacemos en algo menos de hora y media...
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