Acabado el Sábado, de Ian McEwan. Como lector impaciente que soy, me molesta equivocarme de libro. Este tenía buenas perspectivas. Ámsterdam me pareció una novela correcta y Expiación me gustó. Pero creo que Sábado amplifica las debilidades del autor y apenas deja ver sus virtudes. El fondo de la historia es atractivo, pero no está bien resuelto. Narrar un sábado en la vida de un prestigioso neurocirujano británico. Un día como una metáfora de la modernidad. Una metáfora de ese mundo en el que “todo lo sólido se desvanece en el aire”. Un avión que parece que va a estrellarse, un incidente callejero, unos extraños en casa. Tensión. Violencia. El miedo al vacío. La soledad.
Pero la historia es lenta y las descripciones del autor, las más de las veces, farragosas. McEwan se recrea en asuntos que, créanme, no tienen ningún interés para el lector: Una operación en el cerebro, un partido de escuás, una visita a su madre anciana... Demasiadas páginas sin ningún interés para la narración. Así que lo acabo con la sensación de que McEwan es un buen escritor pero que en este libro se recrea demasiado en detalles que, para los lectores como yo, son un auténtico peñazo. La parte positiva es que estamos ante un libro bien escrito y personajes razonablemente bien perfilados.
PS 1. Ventajas de no tener convicciones. Puedes pasar de escribir esto a decir esto sin que te cambie la cara.
PS 2. La culpa de los apagones es de Madrid. Para que luego digan que en Cataluña no hay prensa amarilla. ¿No se dan cuenta de que en una torreta de alta tensión que está situada según se entra por la Diagonal hay hecho un empalme que va directamente a Madrid, y que por ahí roban los españolazos la energía?