29.12.09

Reflexión bajo la nieve

Suena el Gloria in Excelsis Deo, de Vivaldi. Fuera, en la Pradera, hay casi seis grados bajo cero. Nevó y el hielo se ha ido haciendo con la tarde. Estoy en la Sanabria, el único lugar que, a estas alturas, soy capaz de identificar a ciencia cierta como mi casa.

Estoy escribiendo. Siempre metido en mil cosas. Ahora corrigiendo temario del postgrado, y en un rato, cuando sea ya noche cerrada, intentando escribir un par de artículos para un periódico, tras haber corregido las galeradas de un libro que ni es mío ni llevará mi firma. Triste destino el del consultor.

Hago un alto para escribir, siempre deprisa y corriendo, estas letras. Qué complicado es vivir. Cuánta soledad sin descanso nos recorre a las personas en este mundo postmoderno que nos han legado. Qué complicado vivir intentando no hacer daño a nadie. Intentando mantener un estándar ético para todo el mundo. Qué fina es la línea, en fin, que separa la ética de la idiotez. Qué fácil es parecer un estúpido sólo porque quieres mantener unos valores. Y quizá qué inútil. A veces me miro al espejo, no se lo cuente a nadie, desocupado lector, y me gustaría ver a alguien más pirata al otro lado. A alguien que no intentara matizarlo todo, que no intentara siempre entenderlo todo y ponerse en la piel de todo el mundo. A alguien, en fin, más preocupado por sí mismo. Luego, al rato, se me pasa. Uno es como es. Y gusta de mirarse al espejo cada mañana y comprobar, como cantaba Txarrena en el noventa y dos, que el personaje que veo se parece a mí.

Buen día.

PS: "Eso del afán de superación, de la dignificación personal a través del esfuerzo, de la vida planteada como una competición en la que lo más importante era poder echar la vista atrás y pensar, orgulloso, que lo que uno veía, por suerte, era agua pasada, todo eso que para papá era esencial no casaba en absoluto con el humus que la izquierda había ido produciendo desde los tiempos de la guerra fría. […]. En las filas de la izquierda, el modelo americano no provocaba más que odio […]. Sólo el pobre merecía respeto […]. Con una condición, eso sí: que no aspirara a dejar de serlo."

Pericay, Xavier: Filología catalana. Memorias de un disidente. Barataria, Barcelona, 2009. Página 295

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